Banana Republic of
Ciénaga
Masacre
de la Bananeras 1928 Diciembre 6 más de 1.000 Asesinados
"Tratando de fugarse de la
pesadilla, José Arcadio Segundo se arrastró de un vagón a otro, en la dirección
en que avanzaba el tren, y en los relámpagos que estallaban por entre los
listones de madera al pasar por los pueblos dormidos veía los muertos hombres,
los muertos mujeres, los muertos niños, que iban a ser arrojados al mar como el
banano de rechazo". ‘Cien años de soledad’ Gabriel García Márquez.
No
existe un hecho en la historia del mundo que sea tan doloroso como lo ocurrido
en Ciénaga, Magdalena, República de Colombia, en diciembre 6 de 1928.
La
empresa norteamericana United Fruit Company –UFC- o ‘Frutera de Sevilla’
creada en Boston en 1899, había llegado a la zona bananera del
Magdalena a comienzos del siglo XX. Los más de 25.000 trabajadores de sus
plantaciones eran vinculados indirectamente por medio de contratistas.
En
noviembre 12 de 1928 los trabajadores de la región entraron a huelga para
presionar la solución de un pliego de 9 puntos, que habían reclamado repetidas
veces en 1918 y 1924, a saber: llamaban al cumplimiento de leyes colombianas
sobre el seguro colectivo y obligatorio, seguro de accidente de trabajo,
habitaciones higiénicas, cesación de préstamos por vales y de los almacenes de
la empresa, pago semanal, contrato de trabajo, un hospital, un médico por cada
400 trabajadores, descanso dominical, aumento de sueldo. Aunque sólo se exigía
amoldarse a la escasa legislación laboral, la UFC se negó a negociar.
Los
más de 25.000 mil huelguistas tenían a su favor la simpatía de la población y
del gobernador y los alcaldes de la región, de los indígenas de la Sierra
Nevada, de los comerciantes y de los ganaderos que les enviaban reses y
alimentos para su manutención. Y algo inusitado, muchos trabajadores
norteamericanos se solidarizaron con ellos.
Más
Tropa para la Región Bananera. ¿Es verdad que ha llegado un contingente de
300 soldados antioqueños? - Sí: los del regimiento "Nariño", pedidos
por el General Cortés Vargas, son casi en su mayoría antioqueños. El comandante
los ha pedido porque teme que en el momento de un conflicto, los soldados del
Caribe que tienen sus hermanos y parientes entre los trabajadores y que fueron
antes trabajadores de la UFC, puedan vacilar al tener que asumir una actitud
ofensiva. ‘El Estado, Santa Marta, diciembre 4 de 1928, Ver también La Prensa,
Nº 248, Barranquilla, diciembre 4 de 1928’.
Se
estimaron en 15.000 los trabajadores, más de 1.000 mujeres lideradas por
Petrona Yance, ancianos y niños de la región, estaban en la plaza cuando fueron
rodeados por los 300 hombres armados del ejército y la policía colombiana.
Después de un toque de corneta el propio General Cortes Vargas dio la orden de
fuego por 3 veces, se sabe, que hubo reclutas que se negaron a disparar y otros
que entregaron sus armas a los obreros. Se calculan los muertos de 1.000 a
3.000, más los que tiraron al mar o enterraron en fosas comunes secretas.
Vinieron
los asesinatos selectivos de otros líderes y cárceles para los dirigentes
nacionales y locales. La estrategia de bloqueo al paralizar todos los sistemas
de comunicaciones, el correo, teléfonos, telégrafos y los periódicos locales y
nacionales, los cuales no lograron circular, así que la comunidad estuvieron
incomunicados por varios días.
El dueño de la
UFC era Minor Cooper Keith el ‘rey sin corona de centro y sur
America’ operaba en 9
países, Costa Rica, Cuba, República
Dominicana, Ecuador, Guatemala, Haití, Honduras, Jamaica, México, Nicaragua y
Panamá. La compañía estranguló a la competencia,
derrocó gobiernos, sobornó presidentes, bloqueó rutas ferroviarias, arruinó
cultivadores, hizo quebrar cooperativas, se opuso al sindicalismo, dominó a los
trabajadores y sacó provecho de los consumidores. En 1899 se hizo al control
del ferrocarril de Santa Marta, en 1899. No se conoce con exactitud el momento
en que Keith adquirió propiedades en Colombia, pero al parecer la compra se
hizo a través de la Colombia Land Company, empresa que para 1875 era
propietaria de 12.500 acres en los alrededores de Río Frío, Magdalena, en 1890
se transfiere a la ‘Land’ la ‘concesión Mier-Joy’ de 1886. Compro
tierras en Aracataca, Fundación, Pivijay, Santa Marta y en Ciénaga a un rico
holandés de apellido Koppel.
Joaquín y Manuel J. De Mier, los
empresarios más prósperos de Santa Marta durante el siglo XIX, hijos de Manuel
Faustino De Mier, aliado de las tropas realistas. En 1813 fue hecho prisionero por
la tropa libertaria y trasladada a Cartagena donde murió a los 47 años. Propietarios
de la Hacienda San Pedro Alejandrino, donde murió Simón Bolívar, 31 casas en
Santa Marta, 8 solares urbanos y 6 haciendas o terrenos rurales. Los De Mier
fueron grandes hacendados; compraron casi todas las tierras del corredor
acequia Minca-río Gaira: San Pedro (1808), Jamonacá (1829), Minca (1838) y Lo
Estrén (1869). Las aguas de la acequia Minca fueron motivo de litigio desde principios
del siglo XVII. En la década de 1860 las relaciones entre Manuel Julián De Mier
y los ‘mamatoqueros’, pueblo indígena, se endurecieron por el litigio de aguas.
En septiembre 27 de 1872 se cometió un atentado contra M.J. De Mier. Después de
la emboscada Manuel Julián no regresó a San Pedro Alejandrino.
Colombia
contaba con cerca de 7 millones de habitantes en esa época, pululaban las
haciendas con costumbres feudales, era un país de minas de oro, platino, carbón,
sal, esmeraldas, plantaciones de café, banano y esclavitud en las zonas
caucheras del Amazonas. Legiones de trabajadores se incorporaban a diferentes
frentes de trabajo: 20 mil en ferrocarriles, más de 600 mil hombres y mujeres
hacían posible la exportación de café, millares en la construcción de canales,
cables aéreos, carreteras, adecuación de puertos. Por su parte a las mujeres,
que en ese tiempo solo podían trabajar como maestras, enfermeras o
telegrafistas, las necesitaban ahora en los talleres de confección, las
textileras, fábricas de fósforos, cerveza, tabaco y otras recién abiertas.
Comenzaban a conformarse ejércitos de secretarias para oficinas. Masas enteras
llegaran a trabajar como obreros en los enclaves norteamericanos: la Tropical
Oil Co, en Barrancabermeja, explotaba el petróleo; la Frontino Gold Mines y la
Choco Pacifico, oro y platino
‘Danza
de los Millones’. Habían pasado 25 años del “rapto de Panamá” por 25 millones de
dólares que pagaron a plazos por ese territorio los EE.UU.
Las
abismales diferencias sociales de riqueza y pobreza y la barbarie de un régimen
hegemónico como es natural por el Partido Conservador, en el que militaban
personalidades como Pedro Nel Ospina, Laureano Gómez o Guillermo Valencia, con
42 años en el poder, que utilizó el destierro, la muerte y la tortura para sus
adversarios Liberales, cohesionó los distintos sectores sociales, como el
clero, políticos y a una prensa timorata.
Recordemos
que en febrero 23 de 1963, soldados dispararon contra la población en el
contexto de una huelga pacífica y legal de los trabajadores de Cementos El
Cairo, en Santa Bárbara, Antioquia. Como resultado el asesinato por balas
oficiales de sólo 12 obreros, incluida una niña de 10 años, más de 100 heridos
y decenas de detenidos. Belisario Betancur era el ministro de Trabajo. 50 años
después hay completa impunidad
Homenaje
cotidiano y sincero a los mártires de las Bananeras, que se organizan, levantan
sus reivindicaciones por la dignidad del trabajo, la tierra, el pan, la
libertad y en fin por la construcción de un país diferente al que nos ha tocado
vivir.
Las luchas de los corteros de la
caña de azúcar en el Valle del Cauca, la trabajadores petroleros y de la salud,
las luchas estudiantiles, los pueblos afectados por los megaproyectos El
Quimbo, Hidroituango, Hidrosogamoso, Santurbán, Cajamarca, Marmato, Huila, La
Guajira, Putumayo, Cauca, Nariño, Boyacá, lo pequeños mineros del Choco y
Antioquia, a los campesinos e indígenas y la minga Indígena y nacional de
resistencia, y, a lo largo de todo el país, a todos los esfuerzos colectivos
que salen a las calles, carreteras, plazas… a resistir con dignidad, en el
marco del autoritarismo y los 3 huevitos de la Seguridad Democrática.
1926: María Cano. María de los Ángeles Cano Márquez
es proclamada la Flor del Trabajo. Nacida en agosto 12 de 1887 y muerta en abril
26 de 1967. Fue una mujer independiente, contestataria frente a las
imposiciones aplicadas a las mujeres de su tiempo y aguerrida luchadora por los
derechos de la mujer. Pero definitivamente, su accionar más importante se
desarrolló en el campo político, luchando en pro de mejores condiciones
laborales para los trabajadores. La figura de María Cano fue borrada de la
historia del país, situación que incluyó hasta casi hacer desaparecer su tumba.
Se le aisló social y políticamente y se dice que su
reclusión en un ‘manicomio’ fue un acto para castigar su rebeldía. La campaña
de difamación propagada por los sectores reaccionarios del país y por el propio
gobierno llegó a difundir especies como que María Cano envenenaba el agua de
las fuentes de Medellín. Las madres reprendían a sus hijas y las alertaban de
no convertirse en ‘maríacanos’, término acuñado por la época para designar
cualquier actitud de rebeldía de las infantes.
En 1928, bajo el gobierno conservador fue enviada a la
cárcel junto con muchos de sus compañeros, a raíz de su airada protesta por la ‘masacre
de las bananeras’. Ella fue una mujer pionera en las luchas sociales y por los
derechos de la mujer, sin que se le pueda calificar de feminista, pues sus
luchas se encaminaban más bien hacia las libertades y los derechos individuales
de trabajadores, hombres y mujeres. Su lucha incluyó los derechos indígenas y
es así como la vemos participando en el movimiento que surgió a nivel de los
sectores trabajadores y del partido socialista, por la libertad del líder
indígena Manuel Quintín Lame, preso por entonces a raíz de sus reclamaciones
por la restitución de tierras a los indígenas.
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