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Río Sororia La Jagua de Ibirico Cesar







Ríos Sororia, Calenturitas, Tucuy, Maracas, San Antonio, quebrada El Pajuil. Serranía del Perijá, Loma de Calentura. Orihueca, El Paso,  Hatillo, Boquerón, La Jagua de Ibirico: Cáncer pulmonar, apnea del sueño, en Poblados del Cesar y Magdalena by Miguel Barrios







   1º FRUTAS, VEGETALES, CULTIVOS. Los mangos, las matas de plátano y buena parte de la vegetación no son verdes en Loma de Calentura porque sus hojas están impregnadas por el negro del hollín que desde las carboneras invade todo el ambiente. El agua para el consumo tampoco es potable, como no es sano el aire que se respira.
    Este poblado de 18.000 habitantes, que forma parte de la zona de 84.000 hectáreas donde operan 7 proyectos mineros en el centro del Cesar, tiene un común denominador con La Jagua de Ibirico, Hatillo y Boquerón donde viven 30.000 personas más: la gente sigue enfermando por la contaminación que deja el polvillo del carbón.
    Con historias clínicas en manos, más de 360 personas -de Loma de Calenturas, corregimiento de El Paso conocido en la región como la Loma a secas, y La Jagua- se presentaron ante funcionarios de la Defensoría del Pueblo que a mediados de julio se trasladaron a esas localidades para evaluar el impacto del carbón en los lugareños.
   Los resultados fueron alarmantes. “Quienes viven en esta zona están sufriendo 22 enfermedades”, revela el Defensor regional del Pueblo, Omar Contreras.
   En 2013 más de 5.900 casos de infecciones respiratorias fueron atendidos en el hospital de La Jagua y en lo que va de este año, 2.400 personas asistieron a consulta con afecciones similares, mientras que en la Loma, el 60% de los pacientes que llegan al puesto de salud lo hacen también afectados por estos mismos males.
   2º ¿QUÉ ENFERMEDADES HAY? 
En la revisión médica la Defensoría encontró pacientes con:
asma - asfixia - neumonía - bronquitis - tos
, en lo relacionado con dificultades respiratorias;
además de - hongos - manchas - brotes en la piel.
   Las historias clínicas revelaron también enfermedades más severas como
neumoconiosis - silicoantracosis - hipertensión - cáncer pulmonar
- problemas gástricos severos - bronquiectasia - neuropatías - apnea del sueño    
 sinusitis     partos prematuros, relacionados con la contaminación.
   “El ambiente es malsano”, afirma Contreras y subraya que “no es el apropiado para que un ser humano viva digna y saludablemente”.
    Al diagnóstico de la Defensoría del Pueblo, plasmado en un informe, se suma lo que sienten los afectados.
   En la Loma, Javier Antonio García, quien padece de hongos en la piel, asegura que hay mucho niño enfermo: “Aquí la contaminación es tremenda”, lamenta y denuncia que “no hay soluciones” para quienes tienen problemas pulmonares.
   “Estamos reclamando atención del Estado pero no llega”, se queja García.
   Ante el deterioro de la salud pública, paralelo a la evaluación médica la institución han llevado a cabo 22 acciones defensoriales “para buscar la información donde se encuentre”, insiste el defensor Contreras.
   Esta gestión “para determinar la afectación” ha incluido requerimientos a la Gobernación del Cesar, a la Secretaría de Salud departamental, a los alcaldes del corredor minero, a los gerentes de los hospitales y a Medicina Legal.
   “Con estudios forenses vamos a revisar 20 casos de los más complejos que hay porque ya existe el reporte de la muerte de una persona de 25 años por afecciones respiratorias”, revela el funcionario.
   3º GRAVE DAÑO AMBIENTAL. Entre La Jagua de Ibirico y la Loma hay un cinturón de 30 kilómetros con siete proyectos mineros. Las minas que rodean a Boquerón y El Hatillo –en esa zona estaba el desaparecido Plan Bonito donde vivían 800 personas–son Calenturitas, de Prodeco; Descanso Norte y Pribbenow, de Drummond, y El Hatillo y La Francia, de Colombian Natural Resources, CNR.
    En su análisis ambiental, la Defensoría del Pueblo hace énfasis en la “montaña de desechos tóxicos al aire libre” que está en Loma de Calentura. “Tiene más de 50 metros de alto y 5 kilómetros de longitud”, calcula la institución. Se trata del material estéril que es depositado por enormes volquetas a escasos 200 metros de la población, que debe convivir con este “enemigo público” como lo llaman sus habitantes.
    La montaña artificial que ha ido creciendo en el botadero de la empresa CNR está compuesta por “material estéril” y “desechos tóxicos”, describe la Defensoría.
    Se refiere a la pirita que es un mineral que tiene 53,48% de azufre y 46,52% de hierro. Este es el principal componente del polvo del carbón. En las reacciones con el oxígeno pueden generar la alteración del material genético celular.
    “El material particulado es una de las amenazas graves a la salud. La toxicidad de las mismas depende de su tamaño”, puntualiza el informe.
    4º RÍOS AFECTADOS. Además de los daños a la salud, la Defensoría halló que en el corredor minero hay “pérdida del nivel cognitivo de los niños” producto del hambre y las necesidades que afrontan las poblaciones. Esta situación en particular causa “deficiencia” en la educación básica.
    “Se observa un índice bastante bajo porque encontramos que hay jóvenes de 15, 16 y 17 años cursando primero de primaria, lo que evidencia, de alguna forma, el atraso en que están”, precisa Contreras.
    Aunado a esto, dice que el agua no es apta para el consumo humano y hay un alto riesgo de inseguridad alimentaria. “Se está acabando la ganadería, la pesca y la agricultura, producto de la contaminación”, advierte el Defensor.
    ¿Por qué inseguridad alimentaria? En el corredor minero entre La Jagua de Ibirico y El Paso hay escasez de alimentos causada por el desempleo, la infertilidad de la tierra, la sequía y pérdida de cultivos y animales.
    De acuerdo con la Defensoría la actividad minera ha afectado los suelos causando desertificación, desaparecieron de esta zona cultivos tradicionales como sorgo, trigo y algodón, y están bajo amenaza las siembras de maíz, arroz, cacao y café.
    Especies nativas de peces como el bocachico y el bagre pintado, que servían como bastión en la cadena alimentaria, han desaparecido.
    En las fuentes hídricas se puede apreciar excesos de contaminación. Los Ríos Calenturitas, Tucuy, Sororia, Maracas, San Antonio y la quebrada El Pajuil, que bordean y recogen los químicos de los botaderos son los primeros damnificados.
    “Los ríos de agua potable de los 80, terminaron arrastrando las aguas contaminadas de las mineras cambiando de paso la vocación agrícola y cultural  de los habitantes”, señala una denuncia colectiva de los habitantes de la zona.
    Lidys Infante, otra lugareña, explica que, en efecto, las albercas en las que almacenan agua “amanecen con un polvillo negro del carbón”.
    La mujer dice que le diagnosticaron “plomo en el cuerpo” y reafirma que especialmente los niños registran problemas respiratorios y son “llevados a cada rato” al puesto de salud de la Loma de Calentura.
    Lo que estamos viendo -añade el defensor Contreras- es que vamos a heredar una gran cantidad de personas enfermas que ni toda la plata que se ha ganado la Nación con las regalías alcanzará para que la red pública trate a estas personas afectadas en su salud.
    5º AIRE CONTAMINADO. Para verificar la calidad de aire en la zona minera  Corpocesar cuenta desde abril de 2007 con una red de monitoreo con 15 estaciones ubicadas en los municipios de La Jagua de Ibirico, El Paso, Chiriguaná y Becerril. Allí recogen partículas suspendidas en el aire (puede ser polvillo de carbón o el polvo que levantan los camiones por los caminos destapados). De acuerdo con los resultados del monitoreo de aire entre julio de 2013 y junio de 2014, en la vía a La Jagua de Ibirico es evidente la contaminación por partículas suspendidas totales, al pasar de un nivel permisible de 100 microgramos por metro cúbico a cerca de 120 microgramos del material respirable en la atmósfera, lo que afecta el sistema respiratorio de las personas.   En El Paso, para el mismo periodo, en el corregimiento de la Loma y Plan Bonito los niveles de partículas suspendidas también superaron lo permitido.
Que la Nación actúe, dice Minas del Cesar
    Frente al informe de la Defensoría, el secretario de Minas del Cesar, Pedro Díaz, acepta que lo que allí sucede “es una preocupación latente” de todos los actores de la sociedad civil que habitan en la zona carbonera del Departamento.  Recuerda que desde 2007 hasta la fecha se ha hecho la declaratoria de “áreas fuentes de contaminación”, la cual se agrava en la época seca con las implicaciones que esto tiene para la salud de las comunidades, “por el incremento de las enfermedades respiratorias agudas y enfermedades en los ojos”.  El funcionario pide a la Autoridad Nacional de Licencias Ambientales, Anla, establecer un escenario para “concertar una salida a la afectación del ambiente y reducir sus consecuencias”, estableciendo un tiempo para que el Cesar sea “territorio libre de áreas de contaminación”.

Rio Sororia

Juan Carlos Hurtado Fonseca
@aurelianolatino
    Los habitantes de los municipios del corredor minero que va desde La Jagua de Ibirico en el departamento del Cesar, hasta Ciénaga en Magdalena en el puerto de embarque de carbón, se están organizando para hacer un paro regional.
    Argumentan que siempre el Estado los ha tenido abandonados pero que ahora el modelo extractivo los afecta mucho más: contaminación, enfermedades, destrucción de la vida campesina, el aumento de la miseria y los abusos laborales, son en términos generales sus problemas.
    Y es que al llegar a cualquiera de esos municipios, ricos en recursos naturales no renovables, son evidentes las condiciones en las que tienen que vivir sus pobladores: calles sin pavimentar, insuficientes hospitales, destrucción de sus viviendas y contaminación auditiva por el tren, desempleo, enfermedades, ríos secos, polvillo de carbón en el ambiente, falta de ofertas laborales diferentes a las minas, prostitución, falta de centros de educación superior, viviendas indignas y falta de acueductos y alcantarillados en algunos municipios, son entre otras, problemáticas presentes desde hace años.
    En un recorrido por varias poblaciones de la zona y en Chiriguaná en reunión de representantes de comunidades urbanas y rurales, se ayudó a construir un pliego de peticiones que en conjunto se presentará a gobiernos locales, departamental y nacional; pero también a las transnacionales, de quienes se dice, no hacen inversión social como las normas lo determinan, y en muchas oportunidades se burlan de la legislación laboral y ambiental.
    Las empresas. Drummond y Glencore son las empresas exportadoras de carbón que hacen presencia en la región, y según Dairo Mosquera, en 2015 sacaron del país 56 millones de toneladas de mineral, que en el puerto de Ciénaga fue vendido a 48 dólares por tonelada.   
    Drummond cuenta con la mina Privenoc con 900 millones de toneladas en reservas y El Descanso con tres mil millones.
    Glencore cuenta con la mina de La Jagua y Plan Bonito con 900 millones de reservas.
    Glencore utiliza la mano de obra de alrededor de mil trabajadores directos y cuatro mil indirectos, y Drummond cuenta con cuatro mil directos y ocho mil indirectos. Las empresas se han caracterizado por la contratación indirecta, lo que les ha generado conflictos con los trabajadores, muchos de los cuales han terminado en huelgas, varias de las cuales han permitido la defensa de sus derechos laborales, pero otras han sido declaradas ilegales con despidos y más abusos contra los obreros.
   El Ministerio de Trabajo y varios jueces parecen empleados de las multinacionales. Actualmente hay varias querellas.
    En la reunión de Chiriguaná, por el sector campesino participó Guillermo Pérez quien explicó que desde hace 20 años, cuando llegaron las empresas foráneas a explotar carbón iniciaron los problemas como el despojo de tierras y la violencia contra los campesinos: “Está documentado que la Drummond fue partícipe del asesinato y masacres de líderes campesinos, y despojo de tierras. Actualmente en los procesos de recuperación de tierras que hay la empresa está como victimario en el 40% de los casos. Por eso hay un equipo jurídico pagado por ellos quienes obstruyen la restitución”.
    Otro de los problemas que identificó el dirigente es el choque cultural porque los jóvenes campesinos ya no quieren cultivar la tierra sino laborar en estas empresas; asunto que también afecta la producción agropecuaria: “Los campesinos de la Serranía del Perijá tenían una cultura muy bonita alrededor de la producción de la tierra y el trueque. Era muy bonito llegar a las casas y ver en los patios gallinas, marranos, cultivos de yuca, maíz, frijol, café cacao, aguacate. Ahora los jóvenes quieren trabajar en la mina y los viejos no tienen otra opción que venderle la tierra muy barata a la transnacional. Ahora se ven niñas prostitutas y trata de personas”.
    Los estragos del tren. El médico Efraín Hernando Cabello, gerente del hospital de La Jagua, contó que la presencia de estas empresas ha abierto una brecha económica entre pobladores: unos pocos con alto poder adquisitivo y la gran mayoría no. “Eso genera que adolescentes jóvenes queden embarazadas, se prostituyan; que personas con capacidad económica y sin formación sicológica tengan hasta cuatro uniones maritales inestables que generan violencia intrafamiliar. Todo eso se manifiesta en enfermedades de transmisión sexual.
    “También están las enfermedades propias de la explotación que no solo son respiratorias por el polvillo del carbón en el ambiente, el manejo de tractocamiones genera problemas articulares, osteomusculares, de hernias en toda la columna, problemas de cadera y del túnel del carpo entre muchos otros. El polvillo genera muchas enfermedades al punto que el municipio está en el primer lugar en enfermedades respiratorias agudas.”
    Los casos deben ser tratados en un hospital que hace cinco años atendía nueve mil personas al año en urgencias y actualmente 42 mil; por consulta externa pasó de ocho mil a 36 mil.
    El recorrido finalizó en Orihueca, la población más aquejada por el paso del tren con el mineral al puerto de Ciénaga. La vía férrea pasa por la mitad del municipio hasta 40 veces por día con más de 120 vagones que generan contaminación auditiva, dejan polvillo de carbón en el aire y producen la destrucción de las viviendas. Nadie responde. Las enfermedades en la piel y el sistema respiratorio pululan principalmente en niños, producto también de las fumigaciones diarias que desde avionetas se hacen sobre extensas plantaciones de banano.
    Estas y muchas otras razones tienen a los habitantes y trabajadores de estos municipios redactando un pliego para presentar a gobiernos y empresas, y dependiendo de las respuestas pueden ir a un paro regional “para que por fin nos escuchen y nos tengan en cuenta como colombianos”, expresó un dirigente comunal.
Flor Sororia




 Flor Sororia


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