Deutsche Welle conversó con el politólogo
noruego Johan Galtung, pionero en la investigación de la paz, sobre algunas de
las manifestaciones de la violencia en América Latina y las vías que podrían
conducir a mitigarla.
Galtung dio una conferencia en el GIGA de
Hamburgo el 17 de septiembre sobre tendencias de desarrollo del orden mundial.
Este viernes (17.9.2010), Deutsche Welle
aprovechó la visita de Johan Galtung (Oslo, 1930) al German Institute of Global
and Area Studies (GIGA) de Hamburgo –en donde dio una conferencia sobre
tendencias de desarrollo del orden mundial– para conversar con el politólogo
noruego sobre el fenómeno de la violencia en América Latina, las
particularidades de algunas de sus manifestaciones y los caminos que podrían
conducir a su mitigación. Durante la entrevista, Galtung utilizó conceptos que,
aunque acuñados por él hace mucho tiempo, tienen vigencia a escala
internacional en el campo de la investigación de la paz, un ámbito en el que es
pionero. Galtung recibió el Premio Nobel Alternativo en 1987 y el Premio Gandhi
en 1993.
Sin mencionarlo directamente, Galtung hizo
alusión al ‘triángulo de la violencia’, la noción según la cual, aparte de la
‘violencia directa’, física, verbal y visible, existen fuerzas –la ‘violencia
estructural’ y la ‘violencia cultural’– que no por invisibles son menos
dañinas. Esas violencias incluyen los fenómenos de la explotación económica, la
represión política, la marginación social –racismo, clasismo, sexismo– y otras
prácticas que se ven legitimadas culturalmente hasta hacerse casi
imperceptibles y crean círculos viciosos difíciles de romper. No obstante,
también sugirió que es importante conocer la historia sin permitir que ella nos
impida buscar la solución de los conflictos en el futuro.
Deutsche Welle: Hay muchas definiciones para
la palabra ‘paz’. ¿A qué se refiere usted cuando habla de paz?
Johan Galtung: Es
importante distinguir entre la ‘paz negativa’ y la ‘paz positiva’. La ‘paz
negativa’ es la ausencia de un enfrentamiento violento y el mecanismo para
alcanzar esa meta es la solución de los conflictos existentes. La ‘paz
positiva’ es otra cosa, es la generación de una relación armoniosa y ella se
consigue cuando dos o más entidades en conflicto emprenden proyectos juntos y
los beneficios que genera ese proyecto son repartidos equitativamente. No
iguales matemáticamente, pero es importante que no haya desigualdades
flagrantes entre las partes.
"El pasado está siempre con nosotros.
Sobre todo cuando no ha sido bien procesado", asegura Johan Galtung.
En los países latinoamericanos que cumplen
200 años de independencia en 2010 y 2011 siguen habiendo heridas históricas
abiertas, causadas por sucesos puntuales y procesos de vieja data que pueden
ser interpretados como las raíces de las distintas formas de violencia que hoy
afligen a las sociedades latinoamericanas; desde los conflictos territoriales
que han atizado la guerra entre Ecuador y Perú de manera recurrente, hasta el
racismo, el clasismo y la discriminación por género que trajeron consigo las
agresivas protestas de los mapuche en Chile, violencia de calle como la que se
vive en Venezuela, y los feminicidios de México, por ejemplo.
El pasado está siempre con nosotros. Sobre
todo cuando no ha sido bien procesado. En América del Sur mataron a 25 millones
de indígenas y en América del Norte, a 10 millones de indígenas; y en ambos
casos estoy hablando solamente del primer siglo de la Conquista. Esa matanza
fue legitimada por el Papa, el valenciano Alejandro VI, a través de las Bulas
Alejandrinas [en 1493, estas bulas papales determinaron la repartición de las
tierras del Nuevo Mundo entre Castilla y Portugal]. ¡Una catástrofe!
Eso
está con nosotros. Por otro lado, hay que decir que parte de América Latina
está en la misma latitud que España y Portugal, y eso hizo que a los españoles
y portugueses se les hiciera fácil vivir allí. Inglaterra estaba en latitudes
totalmente diferentes de las de África y eso explica el hecho de que entre
ingleses y africanos siempre haya habido una gran ‘distancia’; pero entre los españoles,
los portugueses, los africanos y los pobladores del Nuevo Mundo esa ‘distancia‘
era mucho menor.
“[La
Guerra de México (1846-1848)] le da el derecho a los mexicanos de crecer hasta
constituir el 53 por ciento de la población estadounidense”.
Lo que quiero decir es que hay rasgos del
pasado que pueden ser descritos como infernales, pero también hay
aproximaciones y cercanías positivas. Yo puedo entender a los latinoamericanos
que sienten una rabia muy añeja y a los conciliadores que más bien dicen:
‘Nosotros somos un pueblo’. Y creo que de la mezcla de estas
dos actitudes pueden salir gestos y conductas que conduzcan a la reducción de
la violencia en América Latina. Una herida muy distinta es la que causó la Guerra
de México, que tuvo lugar entre 1846 y 1848.
Esa fue una agresión terrible mediante la
cual Estados Unidos le robó a México el 53 por ciento de su territorio. A mis
ojos, esa agresión no le da el derecho a México de reconquistar sus
territorios, pero le da el derecho a los mexicanos de crecer hasta constituir
el 53 por ciento de la población estadounidense, de crecer hasta convertirse en
una población de 60 millones. Hoy hay 20 millones de mexicanos en ese país; eso
es lo que yo llamo un buen comienzo…
…una forma de justicia poética…
Exactamente. El flujo de gente que se
desplaza del sur hacia el norte crece cada día. Al mismo tiempo se intensifica
la circulación de drogas del sur hacia el norte –porque tanto el Gobierno
mexicano como el estadounidense le sacan provecho a eso– y el movimiento de
armas y dinero de norte a sur. La clave para resolver este problema y la
violencia que genera es reducir la demanda de drogas en Estados Unidos. Esa es
una situación muy seria y hay que trabajar mucho en ella.
"La clave para resolver [el problema
del narcotráfico] y la violencia que genera es reducir la demanda de drogas en
Estados Unidos”.
Sin embargo, la violencia en América Latina
no solamente está asociada al narcotráfico. Ese es sobre todo el caso de México
y Colombia, pero ella se manifiesta también en los altos índices de
criminalidad y delincuencia derivados de la pobreza, en Brasil; en la represión
estatal de las protestas de los indígenas y las agresivas respuestas de éstos,
en Perú; en los asesinatos de mujeres en Guatemala. ¿Tienen estas formas de
violencia catalizadores comunes?
Usted olvidó mencionar a Bolivia, un país en
el que tenemos un factor muy importante: la presencia de indígenas que
enfatizan la necesidad de que los pueblos tengan una buena relación con la
‘Madre Naturaleza’ y argumentan que, en este momento, ella nos tiene rabia. Hay
que hacer algo al respecto, hay que desafiar al sistema; pero ese no es el
desafío clásico de la izquierda. El presidente boliviano, Evo Morales, le ha
dado un gran respaldo a este discurso con sus ‘Diez Mandamientos para salvar al
Planeta, la Vida y la Humanidad’.
Los planteamientos de Morales mezclan
elementos de la sabiduría indígena con el izquierdismo clásico y yo creo que
eso va a tener un gran impacto más allá de Bolivia. Pero, para responder a su
pregunta: cada manifestación de violencia es singular y, al mismo tiempo, éstas
tienen aspectos comunes. En Colombia, por ejemplo, ha tenido lugar una longeva
guerra civil con la injerencia de Estados Unidos, bajo el pretexto de la
‘guerra contra las drogas’.
"Los
planteamientos de Evo Morales mezclan elementos de la sabiduría indígena con el
izquierdismo clásico y creo que eso tendrá un gran impacto más allá de
Bolivia”.
Allí está muy claro que la CIA utiliza las
drogas como fuente de ingresos y que el FBI las emplea para mitigar la protesta
política en Estados Unidos, donde prefieren tener víctimas del abuso de drogas
que resistencia política; en 1968 emplearon el LSD y ahora están utilizando los
productos del ‘Triángulo Blanco’, integrado por Colombia, Perú y Ecuador. Pero
algo que llamó mi atención fue la presencia de 20.000 personas en el funeral de
Pablo Escobar, el líder del Cartel de Medellín, cuando lo mataron en 1993.
En muchísimos casos se trataba de gente muy
pobre. ¿Por qué? Porque los narcotraficantes en Colombia también han hecho una
contribución a la sociedad. No solamente en el sentido de fabricar productos
que se venden muy bien, sino haciendo algo del trabajo social que el Estado no
hacía…
…usted describe los acontecimientos
históricos de una manera muy cruda, pero también con una dosis de idealismo y
esperanza. ¿Cómo evitar que las élites económicas, políticas o militares,
legales o ilegales, instrumentalicen las necesidades de los ciudadanos y las
deficiencias institucionales de las sociedades en los países latinoamericanos,
factores éstos que propician la violencia? Muchos en la región temen que sea
precisamente eso lo que están haciendo políticos como el presidente venezolano,
Hugo Chávez…
"El
hecho de que Chávez hable tanto puede ser bueno para un Lula que no habla tanto
y se dedica a hacer su trabajo".
A mí me impresiona la energía y el talento
con que Chávez ha estado cociendo la idea de unos Estados
Unidos de Latinoamérica, con ocho o nueve instituciones nuevas que funcionan
–unas mejor que otras– y la perspectiva del sucre como divisa común. Yo creo
que esas instituciones de cooperación entre países se están desarrollando muy bien;
esos son viejos sueños que hoy tienen más vida que nunca, porque tenemos una
economía nueva y la noción de una economía que debe satisfacer necesidades
fundamentales.
Operaciones realizadas en Venezuela por
cirujanos cubanos, petróleo venezolano exportado a Cuba, buena carne argentina
vendida a buen precio en los barrios pobres de otros países… Están pasando
cosas interesantes. El sistema no es perfecto, para nada. Pero se está
experimentando con algo nuevo y yo le doy mucha importancia a eso. De aquí a
cinco o diez años ese sistema va a estar mucho más desarrollado.
Por
su parte, Estados Unidos está obsesionado con Hugo Chávez porque él habla
mucho; tal vez hable demasiado. Pero el hecho de que Chávez hable tanto y
siempre llame la atención puede ser bueno para un Lula que no habla tanto y se
dedica a hacer su trabajo. Esa es una perspectiva.
Johan Galtung (24 de octubre de 1930 en
Oslo) es un politólogo noruego, uno de los fundadores y protagonistas más
importantes de la investigación sobre la paz y los conflictos sociales. En 1987
recibió el Premio Nobel Alternativo; en 1993, el Premio Gandhi. Su prodigiosa
producción incluye 50 libros y más de 1.000 artículos publicados. Su trabajo,
como pensador, escritor, conferencista, asesor y activista tiene un gran
impacto en la disciplina de Estudios para la Paz.
Autor:
Evan Romero-Castillo
Editor:
Pablo Kummetz
0 comentarios:
Publicar un comentario