Apolinar Restrepo ¿Alvarez 1892-1979 a la edad de 86 años |
Apolinar Restrepo Álvarez 1892-1979 Al regreso de Francisco A.
Cano de Europa, el futuro odontólogo Apolinar Restrepo entró como discípulo a
su taller. Luego, al abrirse la Escuela de Pintura en Bellas Artes, en 1911,
entró un tiempo corto como alumno. En 1915, después de estudiar odontología,
fue discípulo de Gabriel Montoya en el Instituto de Bellas Artes y, al año
siguiente nombrado profesor. Para este tiempo, el Instituto reforzó los
prejuicios morales a la enseñanza con modelo vivo, por lo tanto, Apolinar
Restrepo fue conservador en su magisterio. Entre 1927 y 1928, estudió con
Georges Brasseur, profesor de corte academicista. La presencia femenina en la
Escuela de Pintura y Escultura, durante sus primeros cinco años, fue numerosa,
a pesar de los dos rasgos que delataron alguna discriminación. Por una lado,
cierta desventaja en el reglamento, y por el otro, la limitación al trabajo con
modelo de yeso cuando ya los hombres habían logrado en parte trabajar con
modelo vivo.
Miguel Escobar Calle
(Armenia, Quindío, 1944 - Medellín, 2008). Licenciado en Filosofía y Letras de
la Universidad Pontificia Bolivariana. Vinculado a la Biblioteca Pública Piloto
durante sus últimos años, fue un destacado ensayista e investigador de temas
literarios, artísticos y fotográficos, sobre los cuales publicó numerosos artículos.
Fue editor de la Colección de Autores Antioqueños y sus compilaciones
contribuyen al conocimiento profundo de la tradición cultural de Antioquia.
Algunas de sus obras son:
“Apolinar Restrepo. Cronología básica” (1998),
“Apuntes para una cronología de la fotografía en Antioquia” (2001),
“Eladio
Vélez – Cronología” (1998),
“Pedro Nel Gómez. Cronología de un período” (1999),
“Francisco Antonio Cano. Cronología básica” (2002),
“Oscar Jaramillo.
Cronología” (2000),
“Ricardo Rendón: Una ausencia temprana”.
Fuente
http://www.otraparte.org/corporacion/boletin/20081007-bol-70.html
, el 24 de mayo de 1954). Dulce cosa es; la luz y deleit3ble a los ojos el ver el ...
Fuente
http://www.otraparte.org/corporacion/boletin/20081007-bol-70.html
Descargar el archivo PDF
https://revistas.upb.edu.co/index.php/upb/article/download/3853/3441
de AR Moreno - 1954
Cuadros del Dr. Apolinar Restrepo A. en la Galería de. Arte Nacional de Medellín
APOLINAR RESTREPO ALVAREZ
Por Alonso Restrepo Moreno
(Algunos apuntes para la apertura
de la Exposición de Cuadros del Dr. Apolinar Restrepo A. en la Galería de Arte
Nacional de Medellín, el 24 de mayo de 1954).
Dulce cosa es; la luz y
deleitable a los ojos el ver el sol Eclesiastés Cap. II, v. 7
Duerme en el seno del laúd
la nota Eusebio Robledo - "El Palacio del Arte"
Un enorme silencio sofocaba
la orquestación de todos los rumores Ángel Maria Céspedes - "La Juventud
del Sol"
Llenos los ojos de v1s1ones nuevas,
los labios de un lenguaje alborozado y el corazón de un chro mundo que no
conocen los que buscan oro. Tomás Márquez - "Vida Nueva''
Ni civica, profesional o
artísticamente necesita presentaciones m1 distinguido amigo el Dr. Apolinar
Restrepo Álvarez.
Su trayectoria íntegm es
sobrado conocida, y eminente y ejemplar bajo todos los aspectos y en todos los
sentidos.
Mas, como quiera que en
sucesos de alta cultura, como el presente, fue siempre de usanza y protocolo
que un escritor, o al menos un aficionado a las Letras y a las Artes, como yo
en este caso, insinúe algunos comentarios alrededor de las obras expuestas,
vayan aquestos, y por cierto harto deshilachados míos, más a título de homenaje
al ciudadano, al amigo y al artista, que de aporte exegético y cultural genuino
y sobre todo, en manera alguna, provechoso a la refinada preparación de los
concurrentes.
Ante estos muros de la
eximia Galería de Arte Nacional, decorados ahora por los expertos y
prestigiosos pinceles de Restrepo, nos invade el encanto de bellas cosas
terrígenas y extrañas, sorprendidas y perpetuadas en la alegría proteiforme de
la luz y en lo apacible de exquisitos y expresivos silencios campesinos.
Y sería mejor y,
seguramente, más agradable para todos dejarse colmar, absortos y callados, por
el prodigio sedante y la paz evocadora que fluye de estos lienzos y de tan bien
logradas acuarelas.
Más las gratas sensaciones
que despiertan obligan a pensar, también, en las vicisitudes de la
naturaleza-madre hasta .aquietarse en los paisajes calmos aprisionados por las
cartulinas y los marcos, en las del hombre a quien tan pródigamente se le
ofrecen y en las del Arte que tiene de interpretarla y enaltecerla.
La tierra fue, y con mayor
mansedumbre sigue siendo, víctima y teatro de formidables convulsiones hasta estabilizarse
en· su maravillo- 53. geografía actual.
Espantosas conmociones
telúricas y metereológicas, aisladas unas veces o en conjuntos catastróficos
las mas, configuraron a lo largo de eones impasibles admirables panoramas ante
cuyas bellezas multiformes, espontáneas o abscónditas, solemos permanecer
despreocupados o del todo indiferentes.
Y fue siempre el artista
quien supo imponerlos a la atención y regalarlos a los sentidos soñolientos.
Las esporádicas y parciales agitaciones tormentosas que se registran hoy en
l2.s regiones volcánicas, en las grandes llanuras y en los mares inmensos de
nuestro globo, son apenas un vago vislumbre de las violencias terribles que lo
zarandearon en los milenios prehistóricos. Para ventura humana furias tamañas,
y t2.n tremendas, han calmado considerablemente. Sobre la superficie ahora
menos convulsa, mas hospitalaria, menos trágica, su amo y señor consciente el
hombre, último llegado, tras una larga época de ensayos agresores y defensivos,
fue llegando, duramente, a pequeños arreglos, a convenciones aceptables y a
progresivas normas de convivencia en pro de una existencia cada vez más noble,
segura, fácil y liviana. Las familias dispersas, dominada su hosquedad y
desconfianza primitivas, se fueron congregando en clanes, tribus, pueblos y
naciones. Con el advenimiento de Cristo y 1a promulgación de sus sabias y
venturosas doctrinas, pudo esperarse que la humanidad, individual y
colectivamente avicsa y beligerante, entraría por fin en una fase definitiva de
cordura, de racion3lidad verdadera, de evolución espiritual y moral cada vez
más alquitarada y generosa. Ma� el magnífico barro primigenio y el hálito
divino del Espíritu, por obra de una em'idia presuntuosa incipiente que se
trocó en fenomenal e incurable después, se echaron a perder ... Y cada vez se
muestran mas refractarios e impermeables a tan salvadoras y dulces E:laciones
melioristas los peores instintos "de la bestia que llevamos en
nosotros" como dijo el Maestro Valencia. Así, sobre la aparente tranquilidad
geofísica del planeta que nos transporta por las inconmensurables soledades del
espacio, el egoísmo, lfl envidia, la soberbia, la creciente perversidad humana
han desencatienado las furias devastadoras, y mas o menos solapadas, de todas
sus ambiciones y concupiscencias. Y las espantables tormentas tectónicas
plasmadoras, han sido reemplazadas ahora por toda suerte de catástrofes
espirituales disolventes. Y a Cristo y sus máximas divinas desaparecieron de
las re1acicnes internacionales. No hay sitio en sus conferencias y cenáculos
para su augusto y ponderado representante, ni se consulta el Evangelio para las
decisiones, cada vez más angustiosaS, más terriblemente trascendentes por falta
de este factor equilibrante a la par tan humano como sobrenatural. Los
Mandamientos se van convirtiendo en letra muerta y fósil para individuos y
conglomerados. Un nuevo paganismo, ávido y ahíto de placeres, en rebusca febril
de sensaciones inéditas y malsanas, atenaza las conciencias. Y hasta en el seno
de las familias, un crudo materialismo sustituye la práctica exultante,
consoladora y grata de las virtudes cristianas. Las más glaciales, absurdas,
inquietantes y congojosas ideologías van dominando y esclavizando naciones,
pueblos, multitudes, en tanto el individuo limitado, confuso y solitario ante
el medio hostil y sombrío, en lugar de levantarse hacia lo Alto, se entrega al
culto desenfrenado y deprimente de Astarté, de Shylock, de Falstaff, de
Tartufo, de Pantagruel y Gargantúa, en un esfuerzo inútil para ver de remediar
su desa�paro, su progresiva desesperación incomparable ... Cierto que la
ciencia, y dentro de ella la medicina, han hecho progresos y conquistas
asombrosas en pro del bienestar y la salud humanas. Pero semejantes espléndidas
adquisiciones fracasan ante el empleo equívoco y la desviación de sus reales
objetivos que les van dando las minorías dirigentes, inspiradas por los
filosofismos imperantes, violatorios de la libertad y ·atentatorios de la
dignidad de la persona humana. Si las vacunas, los sueros, los hallazgos
prodigiosos de la quimioterapia y las audacias de la cirugía contemporáneas han
mejorado la salud del hombre y prolongado su tránsito por la vida, las
mortíferas guerras y contiendas, el maquinismo febricitante y la sed de medios
de transporte cada vez más veloces, hánse encargado de frustrar tales ganancias
llevando a muerte temprana multitudes innumerables de jóvenes y adultos en la
plena expansión y productividad de los años. Y si el casi sobrehumano dominio
de la físico-química nuclear prometía una transformación fundamental en la vida
para la felicidad, l·a facilidad y el bien, después de cañones y pólvoras
mortíferos, acaba de surgir la bomba atómica para oponerse con su
extraordinaria ferocidad destructiva hasta a las más atrevidas realizaciones en
el mero orden del progreso material. Y acosa no habrá sido ya un hecho, mucho
peor y más salvaje, la Guerra Bacteriológica? ... Fría y lamentable barbarie
científica que corre parejas con la bancarrota de las conciencias y que hemos
dado en llamar pomposamente "civilización", "nuestra
civilización!". . . más burda y ruda e inmisericorde que fue dentro de su
primitivismo la existencia de nuestros antepasados prehistóricos. Hemos
alcanzado un extremo tal de salvajismo moral, de brutalidad interhumana, de
malevolencia incontrolada, de perversidad tan inaudita e insensata, que por
cada beneficio concreto adquirido se centuplican las nuevas amena2'!as ...
Mísera humanidad, desventuradas gentes que mientras se alejan de Cristo van
encontrando más tétrico, más desolado, más torturonte el horizonte, a primera
vista deslumbrador, de sus ignorancias y cultivadas insuficiencias
espirituales! . .. En este mundo real, palpable de inquietud, de angustia, de
tragedia individual y colectiva que nos cupo en sume, el arte no podía escapar
tampoco a sus maléficos y malévolos influjos. Don de Dios, exponente de las más
refinadas capacidades de la psique, magnífico enaltecedor del ánima, hecho para
exaltar la belleza multiforme que nos circunda, que el Supremo Creador puso a
nuestro alcance, tuvo de sufrir también, violentamente, el impacto de la
animalidad creciente que nos intoxica y nos asfixia. En torturado debatirse
entre las formas innúmeras, bajo la presión nefasta del ambiente sin órbita y
sin objetivos espirituales que impera, cayó en las más deplorables aberraciones
de la idea y de los sistemas de expresarla. Llámense literatura, poesía,
música, pintura o escultura. Con tenacidad y hasta con aptitudes dignas de
mejor empleo y . de mayor suerte se dedicó al cultivo de la fealdad y de las
más lastimosas tendencias que residen en la zona, psíquicamente infecta, donde
convergen el super-animal y el infra-hombre. El tema daría para rato en
análisis desastroso de las manifestaciones teratológicas, incomprensibles y
cacofónicas del mal llamado "Arte Actual". Ya, a cualquier colección
de palabras inconexas se le Uama poesía, pintura a cualquier trapo limpiador de
paletas y de brochas puesto en marco, y música a cualquier conjunto atronador
de ruidos insufribles ... Baste sólo deplorar que tanto talento efectivo, tanta
aptitud y tan grande habilidad técnica que asiste a no pocos seguidores de
estas sendas erradas, se estén gastando de tan pésima manera en captar el mal,
en plasmar lo feo, en acentuar lo grotesco, en perpetuar lo repugnante y en
exaltar lo horrendo ... De ahí que tras los anteriores borrosos, y muy
insuficientes, bocetos de la realidad contemporánea, sea el momento de ponderar
el meritorio esfuerzo de quienes supieron escapar ·al drama intenso y a la chatura
monumental que nos agobia. Y que el1.o mismo nos inspire fe en el retorno a las
abstracciones nobles y a las verdaderas glorificaciones de la expresián
estética de tanto gran talento artístico que, por los imperativos abrumadores
del momento, persigue fantasmas absurdos por equivocados derroteros. En cuanto
atañe al terruño y por lo que a pintura se refiere, resulta justo sentirnos
orgullosos de la tradición y de las realizaciones de Antioquia. Tanto que se
nos hace tan intolerable como inadmisible el snobismo artístico de nuestras
gentes. Queremos pasar por pueblo culto, pretendemos hacer cultura y los
capacitados para ello no apoyan el abnegado y magno esfuerzo de quienes la
cultivan, la producen y bregan bravamente en propagarla. La música y los músicos,
con todos sus estrépitos y tergiversaciones, ya resolvimos mantenerlos
importados . • El libro, las obras de arte terrígenas y aún nacionales carecen
de mercado, y no obstante ello, literatos, y artistas, diversos, autóctonos,
pueden presentarse con lujo en cualquier parte. El chauvinismo, el consumo y
hasta el bombo que cada país ultramarino y varias otras regiones norte, centro
y suramericanas prodiga a sus científicos y artistas hacen el milagro, muchas
veces, de que sus valores, mas o menos efectivos, traspasen las fronteras y se
coticen en el exterior. Y digo milé!gro porque en no pocas residencias y en
exposiciones de autores foráneos, he visto lienzos de gran precio y que, a
somero análisis, "no valen dos tabacos" para emplear tan acertadísimo
avalúo folklórico, de considerable exactitud en estos casos. Quizás de las
tardes más agradables y provechosas de mi vida fueron aquellas que dediqué,
hace varios años, a escuchar al Profesor Luis López de Mesa ante el Via-Crucis
que dejó aquí un renombrado pintor francés. Ciertamente esas estaciones
resultan atractivas e impresionantes. Mas el insigne intelectual y sapientísimo
humanista, que nuestro .desdichado país tampoco ha sido capaz de estimar en lo
que vale, con su fina perspicac�3 y su amplitud de conocimientos me fue
descubriendo numerosos errores anatómicos y deficientes técnicas en cada uno de
ios cuadros. En tanto el Vía-Crucis de Montoya, que se venera en San Ignacio,
interpretado de una colección en negro de miniaturas, no sé si suizas, belg•ls
o alemanas, resulta imponderable. Et sic de coeteris! ... No niego que aquí
hayamos admirado, y algunos pudientes adquirido, obras extranjeras de mérito
innegable, pero una gran mayoría de las producciones foráneos existentes
podrían sustituírse con ventaja, s& lo artística que fuera, por un óleo o
una acuarela que llevase la firma de alguno de Jos nuestros. Muchas de las que
conozco valen apenas por la entonación devota, orgullosa y humillante con que
el pseudo-afortunado propietc.rio pronuncia el nombre más o menos exótico o
extraño del autor, y en la cual va_ envuelio un desdén profundo, un desprecio
sublevante por las obras y por los apellidos de nuestros valiosos artistas
nacionales. Entendidos de fuera que en veces nos visitan, nos han dado duras lecciones
al valorarlos y no pocas de sus producciones engalanan hoy algunas residencias
verdaderamente señoriales del exterior. Es injusto y deprimente para el país
que exista, se contagie y se fomente tan pernicioso snobismo y desapego. Es
preciso que se estimule más y mejor el esfuerzo y se premie el mérito de
nuestros valores efectivos, cuyo estudio y apreciación individual resultarían
muy largos, mas no sobra aprovech<:>.r esta ocasión para una rápida y
reivindicadora parrafrada: Si por lo ideológico se destacan las grandes
concepciones del Maestro Pedro Nel Gómez, Ignacio G&mez Jaramiilo y algunos
intejigentes continuadores de sus escuelas, y por su sano y agradable humorismo
el fino observador y hábil intérprete del alma popular que atiende al nombre dP
Emiro Botero y la gran promesa estilística y sagaz de Ramón V ásquez, entre los
cultivadores de "la poesía silenciosa" que ha el� ser la pintura en
sentir ele Plutarco, y no obstante lo involuntario que puedan fer las
omisiones, tras Cano, Tobón Mejía y Montoya, me huelgo en recordar a Luis
Eduardo Vieco, J. Restrepo Rivera, Eladio Vélez, Mariela Ochoa, etc. y muy
especialmente a mi inolvidable compañero y amigo César Uribe PiedrahÍti de
grata y poliforme recm·dación y cuya excelente obra se perdió en su mayoría en
el más oprobioso ensayo comunista que haya sufrido nuestra patria. Y dentro de
grupo tan ilustre, tan eximio y tan selecto surge con perfiles preeminentes
Apolinar Restrepo, profesional insigne, ciudadano btachable y artista genuino
de resonantes ejecutorias, que ha dedicado fecundos ocios (como pudieran y no
lo hacen muchos) a prolongar el arte verdadero como un insolente desafío a la
balumba de escorzos indecentes y de falsificaciones de la realidad que abruma
ahora el silenein <>nantes rlevoto v bienechor de las galerías. Enamorado
de la naturaleza fecunda y pródiga para quien sabe mir<'lrla, para quien se
dedique a contemplarla en el esplendor de sus atributos, consignó en esta
colección unos cuantos de los momentos supremos y de los instantes eternos de
sus reveJaciones, aquí suntuosas, allá imponentes, acullá señeras de paz, de
simplicidad, de dulzura, de mansedumbre augustas. En la estática perennidad del
cuadro ha logrado aprisionar con maestría las alternativas volubles de la luz y
las esquiveces de la perspectiva, sin menoscabo del vigor de la expresión y de
las delicadezas del contorno y con un sentido profundo de la diferenciación de
los matices, que hace casi que palpables las hojas aisladas dentro de grandes
frondas. Contempl2ndo esta colección de sugestivas manifestaciones luminosas
plasmada por Restrepo en brillantes amaneceres, inundaciones cenitales,
gravedad recogida de las tardes, en el remanso de esta pinacoteca urbana, se
siente palpitar hondo "ese gran corazón" que es el '·corazón del
campo" como dijera Barba Jacob, y se descarta, se olvida la pavorosa
inquietud que bulle afuera, en tanto el alma se ·abandona al placer inenarrable
a que nos invitara un amable y refinado poeta y filósofo japonés: "Soñemos
en lo efímero y dejémonos vagar por la bella locura de las cosas ... "
0 comentarios:
Publicar un comentario