JORGE MARIN VIECO 1911-1976. El aliento de la modernidad también fue sentido por Jorge Marín
Vieco. En dirección opuesta a la del escultor Eduardo Duque, reunió fuentes tan
disímiles como la académica tradicional, aprendida de su maestro Bernardo
Vieco, con las corrientes del arte mejicano, la ofebrería y la cerámica
precolombina, las culturas de los indios Cunas y Catíos, los que estudió con
tanto interés que se incorporó a su medio por algún tiempo.
Finalmente recurrió a otras fuentes y completó su visión plástica
con el estudio de las obras de Lehmbruck y Barlach, por quienes sintió profunda
admiración.
La escultura de Marín Vieco reunió lo autóctono con un sentido más
franco y moderno en el planteamiento formal, como se aprecia en los
tamborileros, los areneros, los arrieros, los mitos y los temas vernáculos
predilectos y más cercanos a su sensibilidad.
La esencia de su pensamiento escultórico debe buscarse en las
obras que revelan una tortura interior y los estados de melancolía que
engendraron el retorcimiento expresivo de ellas.
Su escultura está trabajada honesta y gustosamente desde sus
primeros trabajos hasta los más sobresal ientes y conocidos. Entre ellos están
Los Crucifijos, Los San Franciscos, Los Quijotes, Amerindia, la Historia del
desarrollo industrial, ejecutadas en el vestíbulo y en los costados del
edificio de la Beneficencia de Antioquia; El Monumento al Arriero, en Fizebad;
el “Bolivar” que se encuentra en la Avenida de las Américas en la ciudad de
Méjico, el “Barequero” del Banco Francés e Italiano en París y el “Monumento a
Juan del Corral”, en Santa Fe de Antioquia.
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