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La ESCULTURA en Colombia

Por: Hernán Cárdenas Lince.

   En la región de Antioquia una de las más bellas muestras escultóricas fueron las dejadas por nuestros indígenas, tanto en barro cocido como en orfebrería. Citemos por ejemplo las múcuras que reseña la comisión corográfica; no menos bellas son las vasijas de la tradición “marrón incisa”. En cuanto a los trabajos en oro tenemos que destacar objetos escultóricos como el famoso “Poporo Quimbaya” hallado en el sector de Yarumal.
   A partir de la colonia el trabajo escultórico se centra en la imaginería religiosa dejando interesantes muestras de muchas de nuestras iglesias, si bien las más emblemáticas e importantes esculturas son traídas de Quito – Ecuador, que era el gran centro de producción escultórica para casi todo el continente americano.
En el siglo XIX y comienzos del XX la arquitectura presenta muestras de fachadas escultóricamente, en las que casi todo obedecía a claras influencias europeas que iban desde el clasicismo pasando por el barroco hasta llegar al modernismo incluyendo buenas referencias al “art nouveau”; más adelante se reseñará el gran aporte que en este campo especifico nos dejo el escultor Bernardo Vieco. También son interesantes las bellas muestras escultóricas en muebles de madera, además del curioso caso que se presenta en la colonización antioqueña del occidente en donde es muy frecuente encontrar tallas escultóricas en los calados de madera que engalanaban las puertas y ventanas de innumerables casas del Eje Cafetero y aún en el norte del Valle.
Propiamente en la escultura tenemos que citar en un principio a Waldo Rodríguez, quien es calificado de autodidacta pero que seguramente recibió influencias e informaciones simultáneamente con el maestro Cano. Rodríguez por el año de 1885 realiza unos importantes monumentos de Córdoba y Bolivar.
  En la historia del arte en nuestro medio es una figura cimera el pintor Francisco Antonio Cano 1865 – 1935, quien también nos deja bellas obras escultóricas como el busto de Don Fidel Cano, la estatua de Rafael Núñez y una estupenda cabeza de Girardot. Tanto Cano como su compañero y coloso de la escultura Marcos Tobón Mejía tiene una característica en común como era el don de saber integrar la obra escultórica con su pedestal en forma tan armoniosa que la propia escultura parece una prolongación de la base.
  La maestría en el trabajo escultórico se da en nuestro medio con Marcos Tobón Mejía – 1876 Santa Rosa de Osos – 1933 París. Este artista logra integrar sus obras en el espacio urbanístico de nuestras plazas y espacios públicos. Nos deja el Cisneros de 1922, el Pedro Justo Berrío de 1927 y el José María Córdova, que está en la plaza de Boston, y que data de 1929.
  En las anteriores esculturas hay que destacar cómo el artista logra imprimir en cada una de sus obras el espíritu que anima a cada uno de sus personajes. Es así como Zea es elegante, diplomático y serio, Córdova demuestra su intrepidez juvenil, Cisneros se ve como un decidido ingeniero que da un paso adelante mientras Berrío medita en actitud reflexiva.
  En las esculturas anteriores y en el mausoleo de Jorge Isaacs también se destaca la forma armoniosa como se integran los textos escritos en los tipos de letras más adecuados para complementar el todo escultórico.
  Marco Tobón Mejía en Paris debió deleitarse estudiando las esculturas de David d´Angrs, Francois Rude y Auguste Rodin, y también sabemos con seguridad que la obra pictórica de Puvis de Chavannes lo marcó profundamente. Se cuenta que el presidente de Francia llegó a una gran exposición colectiva de escultores y admiró una obra y la puso como ejemplo del esplendor que había alcanzado la escultura de Francia pero inmediatamente le advirtieron que tal obra había sido realizada por un colombiano, a lo que el presidente agregó que claramente se notaba el talento con que ese artista había captado la altura de expresión del arte francés.
  En la historia de nuestra escultura hay un personaje también colosal, lamentablemente poco estudiado y es Bernardo Vieco (1886 – 1956) quien por el año de 1922 realiza el monumento al obrero, cosa sorprendente para la época pues se trata de la escultura que abrió el camino de connotaciones sociales y políticas. El otro enorme aporte que hace el escultor Vieco es el integrar las nuevas corrientes estéticas de la escultura con la arquitectura. Es lamentable la cantidad de fachadas que han sido demolidas sin rescatar las bellas obras decorativas de este gran escultor quien también fue pionero en la utilización del cemento o “piedra artificial” para la realización de muchas de sus creaciones, al mismo tiempo que abría y enseñaba nuevas posibilidades a todos los interesados en el arte escultórico. Del mismo autor son las tres Marías que se encuentran en el cementerio de San Pedro y una cantidad de nuestras escultóricas integradas a nuestras construcciones de casas y edificios, pero lamentablemente, repito, muchas de ellas han sido demolidas sin apreciar el valor estético que se destruye.
   Para mediados del siglo XX surgen a la fama escultores importentes como Rodrigo Arenas Betancurt y José Horacio Betancur que tipifican una clara tendencia de arte social político muy influenciado por la corriente mexicana. En el caso concreto de Arenas Betancurt, se puede apreciar su enorme fuerza para exaltar nuestras grandes gestas sociales, patrióticas y políticas más de lo puramente estético, lo que si se manifestaba claramente en la obra del maestro Marcos Tobón Mejia.
   Rodrigo Arenas nos deja enormes esfuerzos escultóricos que le recomiendan distintos gobiernos como son el monumento a la Batalla de Boyacá, El Monumento a la Vida y diferentes trabajos para la Gobernación, las Alcaldías de Medellín y Pereira, así como para la Universidad de Antioquia.
   Varios parques, jardines y edificios de la ciudad presentan interesantes muestras de escultura de Justo Arosemena quien en su original propuesta realiza esculturas directas en metal, concretamente en gruesa lámina de hierro que moldea y suelda para lograr conjuntos de gran expresión tales como el monumento a los Obreros de la Construcción y otras muchas que se integran en nuestro paisaje arquitectónico.
   Dentro del esfuerzo de integrar la escultura al proceso urbano se presentan varias muestras como la de Salvador Arango quien en mi juicio personal no alcanza la fuerza estética que sí logran artistas como Rony Vayda y Hugo Zapata. Este último será reconocido con el tiempo como el gran innovador al utilizar con gran acierto nuevos materiales, piedras y metales que se unen en dinámicos juegos con el agua y la luz. 
   Botero y la escultura: este gran pintor, revelación maravillosa ante el mundo contemporáneo, ha trabajado además de la pintura, la escultura y sus obras en ese campo han sido invitadas de honor de todas las grandes capitales.
   Botero en un derroche de desprendimiento le ha regalado a su ciudad natal, Medellín, una buena cantidad de esculturas para que esta ciudad al igual que las más importantes capitales del mundo exponga sus obras. Es así como se ha ido desarrollando, en este momento, programas ambiciosos de renovación urbanística como es el caso del Parque de las Esculturas (Parque Botero).
   En el aspecto puramente estético, es de admirar en las esculturas de Botero cómo esas enormes masas gozan de unas sensuales formas en las que parece que realmente la vida se da. No se logra entender cómo este artista es capaz de que sus esculturas transmitan una fuerza universal tomada del personaje local que no es otro que el “antioqueño”.

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