Marco Antonio Tobón Mejía Santa Rosa de Osos 1876 París 1933 Escultor Pintor Su interés por las bellas artes lo adquirió al lado de su padre, en el hogar formado por Francisco Tobón Cadavid y Rosa Lía Mejía, con quien trabajo y estudió en hasta su viaje a Medellín al cumplir sus 20 años de edad, donde inicio estudios con el maestro Francisco Antonio Cano
. Cuando estalló la Guerra de los Mil Días abandonó sus estudios y se incorporó al ejército, donde sirvió hasta el final del conflicto.
En 1902, al regresar de Francia el maestro Francisco Antonio Cano, Tobón Mejía continúo con sus estudios. Junto con Enrique Vidal y Antonio J. Cano, fundó una revista única en el género artístico de ese momento, llamada “Lectura y Arte”.
Tres años después salió para Cuba, camino a Europa. En la Habana obtuvo un premio en un concurso abierto sobre un tema artístico y además fue director de las mejores revistas ilustradas de la capital cubana, lo acreditaron para la Representación Central de Cuba en París.
Se radicó en París desde 1909, donde inició una vida de mucha actividad artística. Allí estuvo hasta que lo nombraron Cónsul de Colombia en Génova, en 1910. En 1914, regreso a Francia y a causa de la guerra tuvo que trabajar en los más diversos oficios.
Tras superar estas dificultades, participó en salones de Arte de varias ciudades europeas como Génova, París y Livorno. En 1931, en el Salón de Otoño en París, obtuvo la medalla de plata con la “Dolorosa Soledad”, una escultura en mármol de gran tamaño.
Su obra está representada en grupos escultóricos, bustos y medallas que se encuentran en Francia, en el Museo Nacional de Bogotá en el Museo de Antioquia, en el Cementerio de San Pedro en Medellín, y en otros lugares públicos. Algunas de sus obras más importantes son: “El General José María Córdova”, ubicada en la plaza de Boston,
“Francisco Antonio Zea”, que se encuentra en la placita que lleva el mismo nombre;
“Francisco Javier Cisneros”, que está en la plaza de Cisneros en Medellín;
el monumento a Pedro Justo Berrío en Santa Rosa Osos;
y varios mármoles tallados al mejor estilo clásico que se conservan en el Museo Nacional de Bogotá titulados “El Silencio” y “La poesía”, que es parte del monumento al poeta José Asunción Silva.
El arte de la medalla Marta Fajardo de Rueda http://www.bdigital.unal.edu.co/
En las medallas y relieves, Alcanzo una perfección digna de los mejores modeladores europeos. Algunas de ellas son: “Alegoría a la Republica de Colombia”, “Maternidad”, “La poesía”, el “Mariscal Sucre”, “Carlos E. Restrepo”, entre otras.
escultura neoclásica Germán Rubiano Caballero
Este artista influyó notablemente, de una manera espiritual, en los artistas antioqueños que al saberlo triunfante en Europa, recibían cierto estimulo de seguir su ejemplo
Marco Tobón Mejía afamado escultor y Pintor nació en Santa Rosa
de Osos en 1876 . Según el historiador del arte Germán Rubiano Caballero, “sus relieves de bronce, electroplata y peltre, son algunas de las esculturas más creativas del arte de su época en Colombia” . Su obra habla el lenguaje del Art-Decó, estilo tan en boga luego de la exposición parisina que le dio su nombre en 1925 . Como su nombre lo indica, la idea de esta forma de arte aplicado era decorar, embellecer, exaltar la existencia de la naturaleza por la vía de la purificación de las formas, pero sin caer en la frialdad de la simplicidad. La poesía. Talla en mármol de Marco Tobón Mejía, ca. 1917. Colección Museo Nacional de Colombia. Reg. 2311 Los finos relieves de Marco Tobón Mejía podían ser enmarcados para colgarse en las casas, pero además sus relieves en plata los encontramos incrustados en objetos religiosos, como el sagrario en mármol de la catedral de Santa Rosa de Osos . Tobón Mejía logró dominar, además, el arte de la escultura de gran formato hecha en mármol blanco, en ella lo femenino inunda el espacio con refinamiento y voluptuosidad. Sus formas están gobernadas por el manejo equilibrado de las proporciones que eran dibujadas, de manera previa, en bocetos y cartones, tal como lo aprendió de su maestro Francisco Antonio Cano. Sus volúmenes no son excesivos para ser monstruosos, pero sí alcanzan un tamaño considerable para ser sugerentes y atractivos. Es en ese justo punto medio que el arte de Marco Tobón Mejía logra conducir al espectador por la senda de lo sublime, de este hecho da cuenta la pieza que le rinde homenaje a las tiernas alumnas de las Escuelas primarias de Santa Rosa de Osos (1900). Placa funeraria, mausoleo de Jorge Isaacs. Repujado en peltre. Obra de Marco Tobón Mejía, ca. 1923. Colección Museo de Antioquia. Reg. 2025 Losa sepulcral. Talla en mármol de Marco Tobón Mejía, ca. 1925. Colección Museo de Antioquia. Reg. 1518 El tema central de su obra es la sensualidad del cuerpo femenino. Como en ningún otro artista colombiano el cuerpo de las mujeres estuvo mejor cuidado, mejor comprendido, mejor guardado. Cada una de las láminas de pequeño formato sobre las que dibujó un desnudo, para luego repujarlo, aloja una preciosa miniatura que merece ser disfrutada por horas y horas observando sus detalles, gozando su magnífica belleza. Tobón Mejía cultivó además el arte de la escultura monumental, en ese sentido sobresale la figura que hizo del ingeniero Francisco Javier Cisneros (1923), la cual se conserva fundida en bronce en la plazoleta que lleva ese mismo nombre en Medellín e incluye un magnífico pedestal en mármol. Desnudo. Repujado en peltre. Obra de Marco Tobón Mejía, ca. 1922. Colección Museo Nacional de Colombia. Reg. 3105 Decir que la obra de Tobón Mejía es simbolista es condenarla a la mirada de una sola arista; claro que lo fue, pero en su obra hay otros elementos que la hacen más compleja. Para buscarlos hay que seguir la huella biográfica, aquella donde los indicios intelectuales de su proceder se traducen en bitácora de viajes. En primera instancia, su arribo a la fulgurante ciudad de La Habana en 1905. Fue en el gran centro cultural del caribe que Marco Tobón Mejía entró en contacto con colecciones de obras de arte de diferentes procedencias y épocas, su mirada cosmopolita se construyó viendo obras renacentistas, clásicas, neoclásicas y modernistas. La experiencia temprana en Cuba lo llevó a realizar portadas de revistas como El Fígaro, en donde las formas del Art-Nouveau le sedujeron. Posterior es su etapa parisina, allí visitó a Auguste Rodin en su estudio de la 79 rue de Varenne y vivió el apogeo del Art-Decó, aquel que marcó a compatriotas suyos como Rómulo Rozo. Para ellos las artes decorativas fueron mucho más importantes que las vanguardias, pues detrás de la manufactura y del oficio se escondían los más profundos valores de la labor artística. Frente al lago. Fundición de Marco Tobón Mejía, 1925. Colección Museo de Antioquia. Reg. 2005 Fue París la capital del arte aplicado a comienzos del siglo XX. Ese espacio lo ganó luego de que la ciudad siguiera alojando infinidad de talleres, que desde 1794 se habían nutrido de la formación impartida por la Escuela de Artes y Oficios. Desde el siglo XVIII los ideales ilustrados, que condujeron a la revolución francesa, se habían apoyado en la reivindicación de las diferentes tareas y labores que ejercía el pueblo llano, fue así como carpinteros, escultores, constructores de carruajes, peluqueros y sastres aparecieron representados en el último tomo de la Enciclopedia de Diderot y D’Alembert. Valorar al artesano y no demeritarlo fue una tarea que emprendieron con éxito, tanto franceses como ingleses, estos últimos en cabeza del ideólogo John Ruskin y del diseñador William Morris. La realidad en Colombia siempre ha sido otra, acá quien practica un oficio ha sido considerado de baja categoría. Tanto el carpintero, el tallador o el pintor han sufrido un descrédito por hacer las cosas con las manos, es decir: “por no pensar”. Nada más injusto que ese falso estigma. ¡Cuánto mal hacen los padres que amedrantan a los hijos cuando saben que su anhelo es dedicarse al estudio de las artes! A Marco Tobón Mejía le debemos muchas de las mejores tallas, pero además el hecho de haber tenido la personalidad suficiente para renunciar a la estigmatización de su labor dentro de su propio país. La vida lo llevó a buscar conocimiento y fortuna trascendiendo las fronteras nacionales y forjándose un lugar en el mundo de las artes. Es por eso que las superficies metálicas grabadas por Tobón Mejía están hoy en las vitrinas de importantes museos y no rodando entre cuartos de San Alejo o en los mercados de pulgas
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