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Jorge Eliecer Gaitán Política Revolucionaria

   'Bases para una Política Revolucionaria Colombiana' Dentro del pensar político en el siglo anterior, que aun goza de supervivencia en países como el nuestro alimentados de repercusiones y no de creaciones, todo tiene un poder conceptual, trascendentalita, subjetivo y metafísico. Es el concepto de la libertad, el concepto de la fraternidad lo que divide a unos hombres de los otros por razonamientos, en razón de postulados filosóficos. Los valles económicos y sociales son mantenidos al margen de esa pugna de especulaciones mentales. Las multitudes son arrastradas en su lucha hacia el predominio de los amigos de la libertad o de la reacción como valor abstracto o global. El político no tiene que ofrecer ni está obligado a afar otra cosa que su adhesión a estos grandes principios. Su obra en el mundo, en el poder, tiene un sentido personal, depende únicamente de su iniciativa. Dirán que es un gran mandatario o un mediocre gestor, no por la forma como cumplió un plan para un fin, sino como actuó por sí mismo. La historia de la administración pública es la historia de sus hombres. Es el individualismo en la administración, reflejo del individualismo en la economía general, en la sociología.

   Pero por qué sucede? Hace irrupción, por el aumento de cantidades que determinan nuevas calidades, una economía distinta y por tanto una sociología diferente. Lo que ayer podía producirse relativamente, en una forma aislada, es obra de conjunto. No es ya una complejidad subjetiva como la primera, actuando en el piano de la especulación filosófica, al arbitrio de la potencia mental razonante. Es la complejidad de los fenómenos externos, de los hechos reales de la economía, en su producción, en el reparto, en el consumo. La posición del hombre invadido por la realidad no puede sustraerse a sus embates. Necesita cambiar de piano y cambia. Encarado a la vida tiene que afrontarla. Pero no le basta el método antiguo. Su plan, su programa no puede ya buscarlo dentro de sí mismo, como señor de la naturaleza, sino como parase integrante de ella. No es ya el hombre de frente a la vida, sino de brazo con la vida. En lo primero tiene la índole individual de los programas, en lo segundo encuentra la concepción social de los métodos. Todo aquel conjunta, la civilización presente, orgánica y funcional, necesita una interpretación funcional, un plan global que luego permita actuar acertadamente en cada uno de los momentos.
   De la diferencia en esta nueva y obligada interpretación que ha impuesto una nueva economía, nacen las dos únicas fuerzas de realidad política evidente: derechas e izquierdas, o lo que es lo mismo individualismo o socialismo. Cualquier denominación política estará nutrida por uno de estos dos criterios. He dicho criterios, pues en verdad el socialismo más que un partido es un criterio científico para interceptar la sociedad. Como el individualismo es su contrario. La humanidad no conoce sino estos dos puntos antagónicos. El individualismo, en su expresión más evidente, o sea el capitalismo, formula su plan. Pero al fin y al cabo, un plan individualista, es decir, dio una grande estructura a la economía, pero contando nada más que con su personal interés En la banca, en la industria, en la sierra, hubo plan. Pero un plan basado en un tipo social anterior al cambio determinado por la nueva economía y una distinta sociología. De ahí su estruendoso fracaso. A una vida social nueva le estaba aplicando el criterio de un organismo social desaparecido. Organizó la producción que es colectiva, fraccionalmente para beneficio individual. Esta organización o planificación fraccionaria descuidaba la realidad y era incapaz del equilibrio de conjunto indispensable, ya que el fenómeno es de conjunto.
   Tan cierto es, que se puede comprobar de la gran guerra para acá un cambio profundo en la técnica capitalista. Su progresivo avance hacia la planificación, hacia la organización no ya fraccionaria o de trust, sino de conjunto, por medio de la intervención del Estado. Este le ha dado cierta apariencia, que no es sino apariencia socialista. Porque es indispensable no olvidarlo, ya que en Colombia el fenómeno aun cuando incipiente se ha presentado, la intervención del Estado en la antes sagrada e intocable economía individual, no dice nada como método. Ella está caracterizada por el criterio, por el programa, por la finalidad que la ilumine y la dirija. La intervención puede ser una plataforma política, pero esa plataforma cambia sustancialmente según el programa que la guíe: o defender la vida amenazada del capitalismo, o afar un paso de avance hacia el socialismo.
   La estrategia capitalista. El fascismo, el nazismo, significan un indispensable paso estratégico del capitalismo en razón y por las causas que he expuesto. Someter a un plan de conjunto la economía, "planificar", como ahora se dice Reconocer el fracaso de la forma primitiva del capitalismo, no en cuanto a los alusivos beneficios, sino en cuanto a los métodos que lo llevaban a la ruina Era necesario salvar el goce del abuso individualista; por métodos de organización colectiva. Para eso se ha utilizado el Estado. Integrado este por quienes representan solamente las fuerzas económica predominantes, y por tanto, en el medio actual, culturales ningún peligro existía ni existe en entregarle a él el control administrador. Cosa distinta sucedería si en el Estado estuvieran verídicamente representadas las grandes mesas. Porque se estará conmigo en que eso del "Gobierno del pueblo" no pasa de ser una supervivencia del viejo transcendentalismo político vacío de verdad. El gobierno del pueblo en la actualidad es un valor fonético y nada más Y quizá en países como el nuestro, cuya gran mayoría de habitantes da un índice bajo cero en el termómetro de la conciencia y de la culture, no solo no hay sino que tal vez no puede haber gobierno del pueblo. Puede haber un gobierno "para" el pueblo, que es distinto.
   Incorporación del pueblo a la política. Quien desee en este país realizar la inmensa, trascendental y al parecer casi imposible obra de incorporar a nuestro pueblo, a nuestras mesas, las cuales viven hoy en el más absoluto primitivismo en lo material, cultural y moral, no puede ni debe engañarse en cuanto al apoyo que ellas le presten. No tienen conciencia de sus destinos, ni hay razones para que la tengan. Decir lo contrario es formular hipócritas elogios. Por eso la obra en Colombia es más difícil que en pueblos más avanzados. Allí al menos se puede encontrar el respaldo de la gente por quien se lucha. Aquí no. Quizá más bien sea pagado con la incomprensión. Nuestras mesas en lo político no tienen un sentido distinto del fonético. El viva al partido conservador o al partido liberal. Pero llame usted a gentes de medianas nociones y bate de indagar la diferencia de ideas que para ellas signifique la diversidad del grito. No será mucho lo que haya de lograr. Y sin embargo, la obra tendrá que realizarse. Inútil pensar en la grandeza del país sin esa condición previa. Gentes que no se nutren, que no se visten, que no tienen la necesidad creada de ninguna comodidad, sin cultura, sin higiene, que pueden consumir?, que riqueza pueden fomentar? Ninguna. Solemos consolarnos concentrando nuestra mirada en los núcleos de población ciudadana-y allí solo pueden hacerse en parte-para demostrar nuestros progresos, pero esta es la excepción, este no es el país. Por fuera quedan seis o siete millones de habitantes que son la mayoría Por eso habla de un gobierno para el pueblo, es decir de una minoría que no necesitándolo estrictamente, dedique su actividad, que debe tener mucho de sacrificio, a liberar a la gran mayoría, en la cual por el principio puede que no encuentre la colaboración, si no antes la resistencia.
   El estado y el nuevo concepto de democracia. Las nociones ya expuestas permiten formular una síntesis. El programa es la línea general de orientación, es el criterio fundamental sobre puntos fundamentales. Decía Marx: "Nuestro programa no es un dogma, es una pauta". Nunca se dijo en forma más sencilla una verdad más dense. Solo una pauta y nada más que eso. Una pauta para qué? Para la actuación. Dar un programa no es haber resuelto el problema. Queda por fuera de él la realización. Dotar de brújula un navío no es haber hecho la travesía. Esa travesía la resume y compendia la plataforma política que es una fórmula de actuación. El programa engloba todo un sistema. La plataforma política es una etapa, un momento, un eslabón que ha de ser sucedido por otros hasta coronar la obra total. Pero tampoco puede existir una plataforma, o sea la realización para una etapa, sin un programa, pues entonces la obra carece de finalidad, de armonía, de visión de conjunto. En Colombia de vez en cuando se nos den puntos de plataforma, que la mayoría de las veces no se cumplen, pero en el fondo la plataforma de un grupo político o del otro están unificados por el programa, por su concepción central de la economía del Estado, de la sociedad.
   Los hechos analizados nos permiten encontrar los elementos con los cuales se podría formular un programa político. Primero: partimos de la base de que no son los conceptos los que den las realidades, sino estas las que determinan aquellos. Segundo: esta realidad básica es la economía. Tercero: reconocida esta realidad central las deducciones cambian por completo en el panorama político. Quiere decir que para nosotros la libertad, la justicia, la democracia, la igualdad, serán palabras vacías de verdad si no se las regula con el criterio de la economía respecto de los ciudadanos. Cuarto: esa regulación, ese criterio nos llevan forzosamente al reconocimiento de que hay dos fuerzas en la lucha: de un lado están los poseedores de los medios de producción y de otro los que no tienen sino su trabajo. Los primeros en defensa de sus preeminencias, trataran de negar esta contraposición, esta lucha honda, tenaz, brutal pero ello existe. No he hablado exactamente de lucha de clases, sino de una lucha de intereses porque estoy hablando para Colombia. Y en verdad la propia lucha de clases en nuestro país aún no existe. Y no existe porque para: ello es indispensable un factor: la conciencia. Los poseedores tienen conciencia entre nosotros, pero los desposeídos no la tienen. No baste la conciencia personal de ser explotado para que se pueda hablar de conciencia de clase. Este es un fenómeno de solidaridad colectiva, es un factor sicólogo, nacido de una realidad objetiva, que entre nosotros tardara todavía en presentarse. Quinto: reconocida esta pugna, esta contraposición, llegamos en lógica conclusión a otro punto substancial: cómo se resuelve esta pugna? La sociedad necesita una organización para poder funcionar. Esa organización se expresa por medio del Estado. El regula y concentra las actividades colectivas. Si atendemos el criterio verbalista, de la política filosófica que aún nos nutre, de la Democracia con mayúscula que domina, mentirosa, porque olvida el hecho económico como criterio regulador, tenemos que el Estado dizque es elegido por el pueblo, representa al pueblo y vive para defensa del pueblo. Esto no es cierto. El Estado representa la fuerza poseedora, es una expresión económica de la minoría y no de la mayoría, no es síntesis de democracia, sino negación de ella. Para el comunismo el Estado debe ser la dictadura del proletariado contra la minoría poseedora. Para nosotros no. El Estado debe ser síntesis de democracia, es decir, de igualdad pero, repito, esta democracia, no existe, cuando se olvida el factor económico. El Estado no puede ser expresión de la minoría privilegiada que regula en alternación a sus solos intereses la vida de los intereses de la gran mayoría. Al hablar de la plataforma diré como entendemos nosotros que se puede realizar este concepto. Sexto: esta concepción de origen Estado nos lleva a las concesiones de la actuación del Estado. Hoy por hoy, lo puede comprobar todo el mundo, en Colombia los órganos del Estado legislativo, ejecutivo, judicial, actúan únicamente de acuerdo con las necesidades, el querer y los designios de la minoría privilegiada.
   En el problema de la sierra, la banca, la industria, todo está polarizado. Pues bien: el criterio de actuación del Estado debe ser contrario si quiere cumplirse a cabalidad el principio democrático, que es función de mayorías. Y como la mayoría económica es la de los desposeídos en su beneficio, en su defensa y en su cuidado debe también actuar el poder. O en otros términos, debe actuar igualitariamente. Una igualdad no ante la ley que otros dictan, sino dentro de la ley función de todos. Séptimo: pero para realizar el principio de la igualdad que solo con criterio económico tiene algún significado, no podrá emplear el criterio individualista, será indispensable someter la vida social a un plan de defensa del conjunto. Esto rompe, naturalmente, el viejo principio de la libertad individual, económica, de la libre concurrencia, del derecho de propiedad absoluta. Y es lógico que así sea. Porque si el Estado se pone al margen, según la concepción liberal para presenciar la pugna, dejando a todos en libertad, aquellos que por una larga escuela de prejuicios y de injustas preeminencias han alcanzado, explotando a lo menos la fuerza, vencerán. No puede haber lucha entre el que todo lo tiene y aquel a quien todo le falta. Esto significa la economía regulada, planificada. El intervencionismo del Estado. Octavo: el anterior punto nos lleva al último. No baste un Estado que intervenga porque ya me permití advertir que esto puede hacerse con dos criterios. Será indispensable el criterio social, que suelen denominar socialismo de Estado, que un día presentara la posibilidad de un Estado socialista ideal que la humanidad coronará. Esto con sus naturales repercusiones en lo moral, en la educación, en el arte, en las ciencias, en la asistencia pública, en la vida civil, penal, etc. Una sociedad más sincera, más justa, con menos dolor y más alegría y que solo dentro de la igualdad económica, que no es la desaparición de las categorías sociales, como puerilmente la gente lo imagine, y que no podrá conquistarse en un solo impulso en una sola etapa, sino en aura transformación, cuya lentitud depende, a más de los factores históricos, de nuestro coraje para darle rendimiento a la obra.
   He dado ya las ideas que para nosotros servirían de bases esenciales para la formación de un programa. Es decir, he dicho como pensamos, pero eso no basta. Falta precisar los medios para los cuales se debe actuar, cómo se debe actuar y quienes son los que deben actuar. Es decir, idea política, la plataforma política, la técnica que debe emplearse y las cualidades que son indispensables en los hombres que quieren luchar. O lo que es lo mismo: idea, acción método y hombre. Me parece que son los componentes de toda fuerza, grupo o partido político.
   La realización de todo un plan político no puede ser obra de la improvisación ni puede ejecutarse sino gradualmente. Gentes que improvisan sus deseos imaginan que todo va a surgir de un momento para otro y que los signos de nuestra vida retrasada pueden cancelarse súbitamente para reemplazarlos con la concepción que se juzga más justiciera. Solo por etapas esto es posible. Pero, y aquí reside la diferenciación esencial con lo existente, las reformas, el deseo de ellas y los ensayos que se hagan, ningún resultado eficaz han de tener, mientras no correspondan a un sistema, a un plan global. Hoy por hoy, al menos literariamente, se aspire a ciertas modificaciones. Pero en dónde está el plan que las determina, hacia dónde se encaminan? No lo sabemos. Son deseos o actuaciones improvisadas que no corresponden a una finalidad sustantiva. Reformas que más que realizarse se anuncian, pero partiendo de la base de lo intocable o de los sistemas actuales. El partido conservador, obedeciendo a su tendencia histórica, pugnó contra el partido liberal en el empaño de negar las libertades en el concepto simplemente filosófico o político de que ya he hablado. Aquella batalla, correspondiente a una natural etapa, fue ganada, esplendorosamente por el brío, el fervor revolucionario y el heroísmo del partido liberal. El conservatismo se vio precisado a la aceptación, capituló y acogió los principios liberales. De modo que desde el punto de vista doctrinario, el programa económico y social propiamente dicho de los dos partidos, quedó unificado, su igualdad doctrinaria nadie la niega, al menos en privado, y aun cuando otra cosa se afirme en público. Solo que el progreso perenne de la vida económica fuera de la voluntad del hombre, creó un antagonismo entre el pensar de los dirigentes liberales y el sentir borroso de las mesas que ha tratado de expresarse en las denominaciones de liberalismo manchesteriano, y liberalismo izquierdista. Esta ha sido una diferenciación donde preludia la indispensable necesidad de un tercer partido en Colombia, una de las mayores necesidades para el avance del país, evitando su estancamiento. Las ideas que hoy proclamamos son las mismas que sosteníamos ayer como intérpretes de la mesa, ambas fuerzas se cobijen con el nombre de 1iberales. Bastara que las mesas lleguen a un plano de relativa conciencia para que el rompimiento se presente y comprendan la trivial verdad de que sus intereses no pueden ser resueltos por quienes tienen intereses contrapuestos.
   Por una política práctica. Hoy la actividad política no se asienta, repito sobre los postulados filosóficos, en donde sí se diferenciaban las dos grandes fuerzas históricas conservatismo y liberalismo, sino en problemas diversos. El económico y el social. Y en estos, liberales y conservadores dirigentes se hallan de acuerdo. De ahí el enorme desconcierto y la confusión de ideas. Con diversos rótulos, que antes correspondían a diversos contenidos pugnan dos fuerzas en el fondo absolutamente iguales; de ahí que la política y el cambio de los partidos se reduzcan a simple posesión del gobierno, a simple cambio burocrático.
   Se quejaba hace algunos días un distinguido oficial del ejército de que otros oficiales se llamaran hoy liberales, cuando en el régimen conservador se apellidaban conservadores y les llamaba traidores. Pero, es que en verdad eran traidores o lo es hoy la innúmera gente que ha optado por el mismo camino? Absolutamente no. Nada han traicionado. Cambiaron de nombre pero no tuvieron que hacer abdicación de creencias. De ahí también el 1ógico fracaso de la organización sindical y campesina de la Casa Liberal. Cada vez que una lucha en demanda de elementales deseos de justicia se presentaba, en la mayoría de los casos iba contra un liberal. Como resolver este caso? Dos fuerzas contradictorias combatiendo bajo la misma denominación. De común no existía sino el nombre y como por razón hasta física el más fuerte da la norma, el sindicalismo de la Casa Liberal encontró su muerte en el hecho mismo de existir Se hablará de la defensa del campesino, del obrero, del empleado, de la clase media, de los pequeños industriales, etc. Mientras en la práctica todo va contra ellos. Se embadurnara de literatura periodística la realidad, silenciando el eco de la protesta, pero en el fondo nada se hace, porque no se puede.
   Evolución y revolución. Ya sé que la forma extremista, casi siempre retórica y nada más, no advierte para este complejo social, para esta pugna, sino el encuentro catastrófico y violento que se decide en vencedores y vencidos, en una batalla inmediata y total. Nosotros pensamos de muy diverso modo. La clarificación no puede lograrse intempestivamente y no puede lograrse, entre otras razones, porque la confusión, desorientación e indeterminación de las fuerzas políticas colombianas obedece a una ley natural, que no está en los designios de los hombres evitar. Pueblo alejado de las grandes corrientes intelectuales, por naturaleza perezoso, con una economía rudimentaria y casi feudal, se vio invadido por la inmigración de los capitales extranjeros, por un tipo de economía combinada que se revela en formas confusas y mezcladas, originando confusión en el pensar y en los programas de los partidos. Sabemos que en los países desarrollados, el capitalismo financiero tiende a desalojar y reducir la forma feudal que se asienta sobre la explotación de la sierra. En Colombia, por las razones dichas, esas fuerzas se combinan presentando una economía combinada de composición feudal y semi-capitalista. Del mismo modo no puede afirmarse la existencia de lo que estrictamente se entiende por proletariado. Lo único claro en esta diferenciación, es lo que ya atrás le anotaba, es decir, dos fuerzas que se contradicen, poseedores y productores, pero sin las características de conciencia y diferenciación peculiares a los países de una evolucionada y perfecta economía.
   Esta ausencia natural de cristalización de las diversas fuerzas económico-sociales trae la necesidad de métodos, táctica y adaptación correspondiente al cuadro objetivo sobre el cual va a actuarse aun cuando otra cosa afirmen los que tienen del marxismo sino un concepto estático y aun cuando pueriles extremistas miren todo este pensar con jactanciosa incredulidad.
   Estamos muy lejos del sarampión extremista sin reflexión y sin métodos de quienes piensan de la noche a la mañana convertirse al socialismo o al comunismo integral, expropiar toda la riqueza y decretar la abolición de las clases con la divertida facilidad con que se inflan bombas de jabón.
   Todo eso no tiene ninguna importancia, ni esa gente servirá jamás para una obra efectiva. Calumniaran, insultaran, le darán fuerzas a las armas conservadoras para que estas desacrediten cualquier movimiento transformador catalogándolo entre la epilepsia de los extremistas, pero no pasara de simple verbalismo inofensivo, cuando no degradante.
   Necesidades de nuevas fuerzas políticas.  Ya sé que de nuestra lucha se dice lo mismo y que creen que nuestros esfuerzos son una cruzada hacia la degradación colectiva. Que pretendemos acabar con las comodidades, con los sentimientos que dan la alegría de vivir, y que todos debemos hundirnos, bajo la ola de lo que llaman "la canalla". Esto es fruto de una propaganda de ignorantes pueriles y de la gente que defiende su abuso y su injusticia contra el débil, apelando a la falta de conocimientos del ambiente atrasado donde se desarrollan. Nosotros queremos todo lo contrario.
   No nos resignamos a mirar como justo el que la gran mayoría del pueblo colombiano viva en la abyección, en la miseria, en la pobreza, en la suciedad, en la ignorancia. en la ausencia de los sentimientos de elevación, que solo unos pocos gozan a costa del sentimiento de los más Esa abyección, ese estado repugnante a que se ha condenado a los más, la desean, la mantienen y la quieren precisamente los que nos calumnian, pretendiendo que la queremos extender por todas partes. No permiten que el pueblo tenga comodidad, elevación efectiva y mental, medios cómodos de vida, porque saben que eso les obligaría al esfuerzo, y no serían los privilegiados a cuyo egoísmo sacrifican la grandeza de la nación y el enriquecimiento de su pueblo. Son ellos los amigos de la miseria y no nosotros; son ellos los amigos de "la canalla" que no aciertan a comprender que las comodidad es de la vida no deben ser patrimonio exclusivo de su brutal egoísmo. Nosotros no queremos que los hombres desciendan sino que se eleven: no queremos la pobreza ni la anulación, sino por el contrario, la superación del individuo. Y la queremos no solo para los obreros, pues nuestra lucha no es solamente obrera, engloba a todas las fuerzas productoras. Igual preocupación debemos tener por el obrero que por el campesino, que por la clase media, profesionales, pequeños industriales, comerciantes. Es decir, por los que trabajan en genera!.: Pero esta superación no puede hacerse por la vía individualista, que solo consulta el interés de grupo, sino por la vía social que se preocupa de todos por igual. Combatimos con un estado de alma sideralmente alejado del que distingue, o mejor, degrade, a la mayoría de nuestros políticos, que hacen frases democráticas, y sueltan nombres libertarios, pero que en realidad no tienen otro panorama que el de su propio bienestar, el de su grosera oquedad ideológica. Nada hay allí de conmovido, de hondo, de profundo. No somos enemigos de la riqueza sino de la pobreza.
   No aspiramos a la destrucción, sino a la construcción de un robusto incremento del poder económico de la nación. Pero sabemos muy bien, y lo saben todos, que todo incremento, por los medios individualistas actuales, no es el progreso de la nación, que solo con criterio colectivo podrá lograrse, sino de unos pocos, mientras los demás lo sufren.
   Mientras existan únicamente dos fuerzas políticas tradicionales en pugna no pueden luchar en el piano de las ideas, pues los distintos intereses de los individuos que las componen las destruirían. Ninguna claridad o beneficio puede reportar de ello el pueblo colombiano. Esas dos fuerzas, unificadas en el piano de las ideas, en cuanto a los hombres que las dirigen y tienen iguales intereses, necesitan un medio para mover las mesas. Eso no será el medio ideológico, por lo ya visto; será el único que en Colombia se emplea, el de los odios herenciales, el factor temperamentalmente contrario que se creó a virtud de diversidad de principios. El proceso de la idea es proceso transitorio en tanto que el del sentimiento tiende a ser permanente. Por qué será que los conservadores y los liberales no discuten sus ideas sino que se odian, y por qué será que no teniendo en el fondo diferencia profunda, tan profundamente se combaten? Porque están actuando -digo en las mesas-con el remanente afectivo, que les dejó la vida pasada. Su odio tiene que ser cruel, feroz, empapado en sangre, porque el sentimiento cuando carece de la idea que le orienta, tiene fuerza y desbordamiento abismal. Por eso el amor es el más impetuoso y peligroso de los sentimientos; porque no se basa en el razonamiento, sino que es sentimiento puro y no combinado, como los demás, el de la amistad, por ejemplo.
   Es necesario, pues, el nacimiento de nuevos grupos o partidos políticos que lleguen a su formación por discordancia ideológica con los sistemas, o mejor, con el sistema reinante, ya que es uno mismo ayer como hoy. Esos grupos tendrán un programa, es decir, líneas fundamentales diversas, pero actuaran por medio de plataformas o puntos concretos para su realización. Esto formara la coalición o unión de grupos o partidos que, aun teniendo ideología fundamental diferente, se hallaren de acuerdo en ciertas bases concretas. El fin con que se llegue a esas coaliciones, que se dividirán en dos grandes ramas-de izquierda y de derecha-puede ser distinto. Para ciertos liberales tímidos, esas reformas pueden ser una finalidad; para otros, uniristas, por ejemplo, serán un simple medio que sirve para la obra total. El beneficio de este sistema es, sin duda ninguna, profundo. En primer lugar, las luchas políticas no tendrán un criterio personal o caciquil, como actualmente sucede. No esperaran las gentes a cuál de los dos candidatos escogen los miembros de los directorios para lanzar una nueva lista que tampoco tiene ninguna significación distinta de la personal. Ni más ni menos que se daría un golpe a nuestra política caciquil, personalista y banal. Habría una saludable competencia por ofrecer una plataforma de realizaciones que cuente con el mayor fervor popular, y las diversas corrientes o matices que pudieran coligarse en un momento dado, contra la coalición de los adversarios, unificaría, sin traicionar su programa, la fuerza material de los hombres. El país ganaría, comenzaría a salir del confusionismo que ahora lo detiene y estabiliza, pudiéndose agregar que la capacidad crítica y por tanto consciente, de las masas, se iría aguzando y perfeccionando. Y, por último, evitaría el choque violento y catastrófico que anhelan los extremistas y que sometería la suerte del país al azar: o bien al triunfo de la reacción o el retardo de su transformación, o bien el triunfo momentáneo de gentes impreparadas que devolvería al país también a la reacción.
   Esencia de la política. Dejo enunciado lo que sería la táctica. No pudiéndose realizar un programa en corto periodo de tiempo, porque, como ya lo dijo alguno, este paso de un estado social a otro, no es obra de anos sino de generaciones, no queda otro camino eficaz y real entre nosotros, y dada la índole de nuestra política, ya analizada, que las plataformas de realización que coliguen aquellas fuerzas de programas diferentes pero afines. Al decirle afines enuncio otra afirmación. No puede haber sino dos clases de coaliciones, de izquierda y de derecha. Es necesaria cierta afinidad en las doctrinas centrales, o programas, para una posibilidad de coalición transitoria en la actuación hacia fines concretamente conocidos
   Nunca la política ha sido ni puede ser una recta absoluta en la actuación o realización, aun cuando si lo debe ser en la norma. Oigamos lo que decía uno de los más grandes políticos de la humanidad, Lenin: "Renunciar de antemano a todo acuerdo, a toda utilización (aunque no sea más que temporal) del antagonismo de intereses existente entre los posibles aliados y los enemigos; renunciar a todo acuerdo o compromiso (aunque sean provisionales, inconscientes, vacilantes, condicionales) no es algo de una ridiculez ilimitada? No es exactamente lo mismo que si en el momento de emprender la ascensión dificultosa de una montaña hasta hoy inexplorada renunciamos de antemano a hacer zig-zag; a volver a veces sobre nuestros pasos, a prescindir de la dirección elegida al principio para probar direcciones diferentes ?". Voy a dar un ejemplo, más que edificante, de la certeza de esta diferenciación que me he permitido insinuar entre el fin de un programa y los medios de ejecutarlo. Alguna vez en una asamblea, le citaba yo a un diputado, para desviarlo del criterio rudimentario de que la revolución solo puede existir con un sentido global y absoluto, ya que él pensaba que no podría ser revolucionario quien no desconociera a primera vista todo el actual orden existente y coincidiera, por tanto, en varios aspectos con la realidad presente, el caso de la nueva política económica que reconoció la propiedad privada en Rusia. Dicho diputado respondía que aquello significaba el fracaso de las ideas comunistas. No tal: lo que demostraba era el fracaso de nuestra cultura, de la cultura de nuestros hombres políticos que, alejados de la concepción metodizada y compleja de las ideas, les aplican un criterio simplista. Aquel diputado era conservador, y sin embargo, su criterio sobre la revolución tenía las mismas características de la risueña concepción extremista que imaginaba que cambiarle a un país sus métodos y sistemas no demanda complejidad mayor de la de reemplazarle la camisa a quien la tiene sucia. Un partido corriente es revolucionario no de acuerdo con las normas especulativas abstractas, aun cuando desconozcan la realidad, sino cuando logra dentro de la realidad marcar una etapa de aminoración o debilitamiento de las fuerzas que detienen el progreso ideológico total. Puede que no sea revolucionario dentro de una concepción integral, pero lo es fecundamente en el momento y circunstancias en que actúa como útil y necesaria etapa.
   Bases para una plataforma política. A mi modo de ver, las bases de una plataforma política podrían resumirse así. Primero vida económica: segundo vida social. Tercero estructura estatal.
   Vida económica. Regularización social de la economía por la intervención del Estado, atendiendo a su producción técnica, a su ensanchamiento y a la justicia de su reparto tomando en cuenta la mayor capacidad de trabajo y la mayor necesidad, y obrando con el criterio de la progresiva abolición de la explotación del hombre por el hombre. Esto por sí mismo implica lo siguiente: estadística nacional, hoy no existe, de la producción global con sus especificaciones. Estadística global del consumo con sus particularizaciones. Equilibrio entre producción y consumo, teniendo en cuenta las regiones, y por tanto, las vías de comunicación. Este es un problema central absolutamente descuidado. Las gentes producen con un método empírico y de momento, sin atender a un plan de riqueza que, naturalmente trae en la mayoría de los casos una ruina a los individuos. Si una sección es capaz de producir, pongo por caso, una cantidad X de trigo sin atender al consumo, que implica el conocimiento y estudio completo de la situación global, tendrá-como diariamente sucede-una superproducción que colocara el precio por debajo del costo. Solo el Estado de criterio económico y no político podrá actuar con elementos técnicos para clasificar e imponer la cantidad, calidad y naturaleza del producto de cada sección y de cada propietario, regulándolo en forma que tenga siempre un consumo, a fin de evitar la superproducción en ciertas regiones con la falta del mismo artículo en otras. El mundo moderno no puede marchar, le repito, con el criterio del querer individual. Necesita un plan, aun cuando el muchas veces, casi siempre, limite la actividad personal. Pero esa limitación, mirada colectivamente, redundara en beneficio también de los individuos. Aquí queda comprendida la posibilidad de nuevos cultivos y la indispensable industrialización agrícola, junto con su exportación. No terminaría si me pusiese a detallarle cada uno de estos Puntos, que todos dan base para un estudio aparte. Por eso lo resumo diciendo: estudio por el Estado de la economía general para su ritmo y ensanchamiento e intervención enérgica y capaz para su regulación y reparto con fin colectivo. Esto podrá herir al especulador, y al inepto, pero dará un índice medio de riqueza general.
   El criterio debe ser el siguiente: división entre tierras no cultivadas y tierras cultivadas. Las primeras deben pasar, caso de no ser cultivadas en un tiempo no mayor de cinco años, a propiedad del Estado sin indemnización. En la segunda se debe distinguir entre aquellas que ya lo estaban, y a las cuales los trabajadores han llegado como arrendatarios. Si el trabajador las ha trabajado al menos cinco años, sin que el poseedor del título se opusiera, estas deben pasar a manos de los respectivos trabajadores gratuitamente. Eran tierras no cultivadas; el poseedor del título ningún beneficio le había prestado a la economía y a la riqueza de esas tierras, comenzó con el trabajo y nada más que con él, luego sería inicuo, como hoy sucede, privarlo de una riqueza que solo él ha formado para entregársela al que recibió un título en herencia y a quien al cabo de los anos quiere aprovecharse ;del trabajo de los demás. Este es el llamado problema de los colonos. Para el de los arrendatarios o trabajadores en tierras cultivadas, que es un problema distinto, se debe aplicar una legislación completa, que por cierto es muy difícil que resguarde todos los derechos, hoy absolutamente nulos, del trabajador. Sobre este punto presente un proyecto que estudia todos los aspectos y que seria, con las variaciones que su natural imperfección imponga el que yo daría como programa de las relaciones entre propietarios de las sierras y cultivadores. Revisión general de los títulos de la propiedad rural para ponerles fin a los diarios conflictos sobre la materia. Reglamentación forestal y de aguas, con un criterio de beneficio público. Proclamación del statu quo entre trabajadores de la sierra y propietarios hasta tanto el poder judicial decide las actuales controversias de acuerdo con las nuevas reformas. Limitación de la propiedad de la sierra a una extensión de mil hectáreas, consultando las regiones y la índole de las labores agrícolas o pecuarias. Centralización de los baldíos de la nación. Organización del reparto de sierras del Estado únicamente a quienes las trabajan. Pero aquí viene lo más difícil y complejo del problema. La gente cree que baste dar sierras al campesino. Ni mucho menos. Es necesario organizarle su producción e intervenirlo para la elevación de su condición social, intelectual y moral. Hay muchas regiones donde los campesinos tienen parcelas y sin embargo, siguen viviendo, y hace lustros viven, en la más abyecta condición. Por eso la sierra debe entregársele pero organizándose por el Estado en forma cooperativa su producción. Creando cajas agrícolas de reserve, interviniendo técnicamente en los cultivos, inspeccionando el índice de vida del campesino, creando las normas en cuanto a la higiene, la familia, la educación física y mental, por medio de un verdadero plan. Cada vez que yo medito en estas cosas comprendo menos, mucho menos, el sentido individualista que para mí es criminal, de la actual vida colombiana. Se le den tierras al campesino, se dice, pero al Estado no le importa que continúe con la misma producción rudimentaria, en el mismo estado salvaje en que permanece. Toda la concepción de nuestros estadistas se traduce a transplantar al Estado el sistema de las urbanizaciones de los comerciantes en privado. Esto es necio. Es algo distinto, diferente. No puede ser la obra estúpida del gobierno de Cundinamarca, de simple negocio para dos o cuatro hacendados y de ruin politiquería de funcionarios, la que predomine. La sierra por si misma nada significa. Lo más difícil comienza en su elaboración, y en los bienes que para nuestro campesino representa el enaltecimiento. Sacarlo del embrutecimiento actual y hacerlo ciudadano consciente, libre, y fuente de la riqueza nacional. Mientras eso no se haga con el enorme esfuerzo que requiere y chocando valerosamente con los intereses creados que quieren mantenerlo en la actual esclavitud, todo es inútil, no habrá verdadero país.
   He hablado de cooperativas agrícolas, y eso me sirve para hacer una demostración. Entre nosotros se expidió una ley sobre cooperativas que contiene los principios fundamentales y universales sobre ellas. Aquí se ha aplicado. Y que ha sucedido? Que no hay tales cooperativas, sino truts integrados por los más pudientes, pero en los cuales los trabajadores han seguido siendo simples asalariados, como antes, cuando las cooperativas tienden precisamente a terminar con el tipo de asalariado actual. Ha faltado el criterio. Se ha desvirtuado el sistema.
   Incremento de la agricultura, minería, ganadería e industria, también sometida a un plan, pero en una forma efectiva y no retórica, con un criterio no de grupo o personal, sino social. El Estado, a cambio, debe lograr las condiciones benéficas para el trabajador. No en ese simple renglón precario, transitorio y casi nunca cumplido, de los accidentes del trabajo, del descanso dominical, etc. Es indispensable que el trabajo pierda la característica presente de que apenas pueda servir para malamente comer y nunca vivir. Es necesario estabilizar el trabajo y saber que él es el único recurso de la familia; pensar no solo en el presente del trabajo, sino en su futuro. El capitalista trabaja no solo para los gastos del día sino para formarse una renta para su familia y su vejez, el trabajador debe tener la misma norma. Entonces será necesario la creación del seguro social socialmente regulado, y que tenga fondos distintos de los del mismo salario, y que deje un remanente, una renta. Esto implica la creación del Banco de Previsión Social, que deberá funcionar con el 50 por ciento de las ganancias liquidas de las empresas, fabricas, haciendas, comercio, etc., y otras entidades similares. Pero no se trata, ni mucho menos, de entregar al trabajador individualmente este mayor fruto, que mañana lo malgastaría sin beneficio para él ni para la familia ni para la sociedad. Se trata de organizar todo aquello con sentido colectivo de evidente beneficio, haciéndolo retributivo, sometiéndolo por medio del banco de que le hablo y la posibilidad de una verdadera empresa donde la explotación del hombre por el hombre desaparezca y donde solo actúa la producción colectiva, en la cual todos son propietarios y todos recogen en razón de sus capacidades, de su aporte y de sus necesidades no como asalariados. Por algo esta formidable institución que tendría varias secciones y fines distintos de los simples bancarios del tipo privado, debe llamarse de previsión social. Permítaseme que a cada momento insista en los casos particular es sobre el distinto criterio que nos guía y los diversos resultados, pues en este país se cree que bastan los hechos sin someterlos a sistema. Vemos, por ejemplo, que algunos predican esta participación en los beneficios que, naturalmente se queda escrita, pues muchas veces eso no es sincero. Pero, con igual criterio?, Bastaría entregarle una mayor suma al trabajador sin más ni más? No, eso no representa nada. Ya lo malgastaría, ya se vio en tiempo de la inflación. Se trata de un sentido social nuevo que tienda a organizar colectivamente, violando, si es necesario, el pretendido derecho individual, en aras de beneficios permanentes y eficaces, limitando la natural falta de previsión y buen juicio de nuestro pueblo. Regulación de derechos, garantías y mutuos deberes entre empresarios y trabajadores de cualquier naturaleza, por medio de un código de trabajo, que francamente no sería el actual ni el que en las cameras se ha discutido, sino que este influido por el criterio nuevo. Regulación de los impuestos, procurando la supresión de los indirectos, que solo las clases consumidoras pagan, con incremento de aquellos que graven la renta (con excepción de los empleados y obreros, que hoy son casi los únicos que pagan la renta), de aquellos sobre herencias y donaciones, sobre el mayor valor de la sierra, de las riquezas inertes y de las especulaciones. Progresiva nacionalización del crédito, comenzando en aquel que, técnicamente regulado, vaya a utilizarse bajo un plan d la pequeña industria y cultivos agrícolas. Acondicionamiento paulatino del crédito a la condición de servicio público que debe tener, y no del simple negocio particular, sin el necesario sometimiento a la economía, como hoy acaece. El crédito no puede ser un fin con especulación autónoma, sino un medio regulado por el ritmo de las necesidades del productor. Implantación del sistema progresivo de los impuestos, según el origen de los bienes gravados y de los fines de los mismos. El Estado debe nacionalizar los transportes y servicios públicos. Intervenir fuertemente en la especulación para prohibirla confiscando sus ganancias in debidas que deben entrar al Banco de la Previsión. Creación del Consejo Económico Nacional, como suprema entidad reguladora y técnica de la economía formada como cuerpo representativo de las fuerzas productoras. Regulación de los beneficios de todas aquellas industrias y negocios que utilizan de los derechos de aduana, para impedir que dicho beneficio, como en la actualidad sucede, vaya únicamente en favor del empresario con perjuicio de la clase consumidora, que sigue pagando los mismos precios en alquileres y en alimentación, a fin de evitar con severas medidas la especulación e injustas ganancias que salen de la clase media y obrera, pero con verdadero plan y como un sistema permanente. Unificación de normas en los servicios públicos y sometimiento de estos a una regla técnicamente consultada en cuanto a tarifas y condiciones, sacadas del capricho individual, anárquico y arbitrario. Es verdaderamente desconcertante y claramente sintomático de lo que en este país pasa, a virtud de su falta de organización. Tomemos el caso de la gasolina. La producimos nosotros, se envía a New York, y aun vale mucho menos de lo que aquí pagamos. Y así en muchos artículos. Es la anarquía. Cada uno libra su batalla como mejor puede, pero eso representa el bien de unos y la ruina general. Hoy la vida no puede vivir sin plan, al capricho de la libertad del comercio y de la llamada libre concurrencia, que es libre explotación del más fuerte contra el más débil. Y sabemos muy bien que cuantas veces el Estado interviene, o más bien finge intervenir, es siempre consultando el interés, no de la gran mesa del pueblo, sino de los afortunados que dé el viven. Intervención fiscalizadora estatal en las sociedades anónimas, y federación de estas en forma que evite la diaria explotación de capitales ficticios y que impida la ilimitación de ganancias especulativas. Organización en los municipios del trabajo ciudadano en beneficio del progreso de nuestras poblaciones. Redención e incorporación de las regiones indígenas a la economía general con la abolición de la disimulada esclavitud en que se mantiene a su s habitante.
   Vida social. En este punto, ante todo la educación e instrucción. Creación de la universidad, que no existe, como entidad unitaria con un funcionamiento armónico y con sus secciones, consultando los distintos departamentos. Autonomía universitaria en cuanto a su funcionamiento, pero estatalmente intervenida en cuanto a su técnica y orientación. Limitación rigurosa en la posibilidad de coronar las carreras llamadas liberales, a fin de impedir la abundancia y mediocridad de los profesionales que vienen creando el grave problema de un proletariado intelectual incapaz de triunfar en el ejercicio de su profesión y entregado hoy a menesteres burocráticos distintos de aquellos para los cuales estudió. Especial incremento de las carreras técnica s industriales para conseguir la formación de los dirigentes de un grande incremento agrícola, comercial, etc. Obligación por parte del Estado de la educación gratuita de todos los ciudadanos hasta el límite de sus capacidades, previa la orientación profesional debidamente estudiada. Libertad absoluta para las creencias religiosas en la educación y división proporcional de los haberes de la instrucción entre los planteles educativos de cualquier credo político, filosófico o religioso. Sometimiento obligatorio de la instrucción particular al plan técnico educativo nacional. Plan de educación de las regiones de indígenas únicamente por nacionales. Educación secundaria en las escuelas oficiales con mires a la capacitación profesional por los métodos que enseña la sicología experimental. Escuela primaria obligatoria para todos los ciudadanos, si n distinción de clases. Organización nacional incorporada a la educación pública, de la instrucción artística del pueblo. Organización de la educación física nacional. En esto puede ser factor decisivo el ejército. Unificación funcional de la escuela primaria hasta la universidad. Creación del mutualismo escolar. Creación de las universidades populares, organización de las bibliotecas populares ambulantes. Función de la escuela en forma especial hacia la capacitación agrícola o manual según el caso. Combinación de la escuela con la organización de la pequeña industria, creando las cajas económicas escolares. No es mucho dar conocimiento a los muchachos si al mismo tiempo no se les va preparando la independencia económica. Las cajas económicas escolares de sentido colectivo, aprovecharan los productos de la pequeña industria escolar, que organizada nacionalmente podría dar enormes rendimientos, en los cuales seria accionista el escolar. Este sistema de nada serviría si individualmente se organizara y del trabajo se entregara a cada alumno el valor de lo que ha producido. Pero esos pequeños trabajos reunidos en una organización constituirían una grande empresa que permitiría derivar beneficios permanentes para el estudiante que al terminar tendría ya una base económica para la lucha por la existencia. Creación de la educación complementaria para toda clase de trabajadores. Metodización de la higiene social por medio de un plan nacional al cual deban someterse todas las secciones del país. Creación del cuerpo técnico de defensa la especie. Con un tipo humano como el actual nuestro, roído por el paludismo, la uncinariasis, etc., nunca habrá nación fuerte. Los hombres de ciudad no han querido acordarse del estado de tragedia dantesca en que nacen y se desarrollan las gentes del campo. Y no menos agudo es el problema de la ciudad. Mientras haya estadísticas de mortalidad infantil que superan la mitad de los nacimientos, según en Bogotá se ha registrado, es inútil pensar en otros problemas secundarios. Esta campaña, que va no solo contra el estado patológico sino en pos de la vigorización del tipo semi-normal, requiere que abarque el estado prenatal, el natal, como aquel de desarrollo. Cuando esto se ha emprendido rotundamente organizado? Jamás, porque es obra de futuro que poco rendimiento da a la política de los "compadritos" de que hablaba Keyserling, refiriéndose a nuestra América. Centralización de la asistencia pública en cuanto a sus normas de actuación y supresión de sistema de las instituciones autónomas provenientes de dineros públicos de cualquier naturaleza, de las instituciones llamadas de caridad. Hoy son enormes las sumas que por loterías, donaciones, etc., son recogidas para la asistencia pública. Sin embargo, una absoluta desorganización existe, y carecemos de un método de conjunto que le haga dar los verdaderos resultados apetecibles y permita el control, aboliendo el espíritu de caridad y fervor en lo que debe ser obligación. No es extraño el caso de que en un hospital no reciban enfermos, porque pertenecen a este o al otro departamento. Creación de la judicatura social con representación directa de las clases trabajadoras. Intervención de los trabajadores en las directivas de las empresas por medio de delegados. Relaciones jurídico-sociales entre capital y trabajadores en las directivas de las empresas por medio de delegados. Normalización y fomento en la unidad sindical de trabajadores y de patronos para el efecto anterior. Estas entidades, las de mayor fuerza en un país, tienden a más de las relaciones sociales que les son inherentes, a reflejarse en el Estado funcional, de que hablare adelante. Reconocimiento para la mujer de todas las garantías sociales que hoy pertenecen únicamente al hombre, y capacidad de aquella en igualdad con el hombre para actuar con los mismos derechos. Abolición de las diferencias entre hijos legítimos e ilegítimos, y su igualdad complete en todos los aspectos. Establecimiento del divorcio. Creación de la institución de cooperativa nacional, la cual es imposible sin la existencia de un. sindicalismo nacionalmente organizado y defendido por el Estado. Se trata, en una palabra, de una riqueza permanente para el trabajador, que lo libre de las contingencias de simple asalariado. Los esfuerzos individuales diseminados jamás podrán darle ningún beneficio ni capacitarle para una creación de rendimientos. Pero esos esfuerzos unificados -y solo pueden serlo por la acción del Estado-redundaran en elementos formidables de potencia económica. Estabilizar al trabajador. Esto implica, a su turno, la función fiscalizadora del Estado en la economía o gasto de esos recursos provenientes de una organización en común. Lo mismo que para el Banco de la Previsión Social, que con las demás entidades, la cooperativa y la escolar de pequeña industria, debería constituir una verdadera federación de entidades de producción económica de los empleados, obreros y todos los que hoy dependen de un salario. Lucha contra la criminalidad, con unidad de sistemas y fondos en toda la nación con los métodos de la ciencia actual sin transacciones parciales. Creación del consejo de propaganda social sobre todo en lo referente a higiene, enfermedades, hábitos, vida familiar y social . Incorporación del ejército a la obra de reconstrucción económica y humana de los colombianos por medio de la capacitación de la tropa en la industrial, agrícola y cívico, para dirigir la economía campesina y demás medidas tendientes a su liberación moral y física.
   Deseamos y queremos un fuerte impulso nacionalista. Pero el nacionalismo nuestro tiene un contenido diverso de aquel de las grandes potencies. En estos países fuertes, de saturación económica y demográfica, la fuerza nacionalista necesariamente tiene un sentido centrifugo, conquistador, sobre los pueblos débiles aun no saturados. En nuestros países débiles, por el contrario, el nacionalismo, es necesariamente defensivo. Tiene una orientación centrípeta. Nuestro nacionalismo debe expresarse en dos formas: económica y sicóloga. La primera nos defiende del abuso imperialista, la segunda-como sucede en México y Argentina- nos estimula a la creación de la cultura, el arte, la industria colombiana, por una ley elemental de sicología, de acuerdo con la cual ciertas fuerzas profundas de egoísmo y de pundonor, encausadas diestramente, se expresan en vigorosa creación.
   Cómo opinan aún hombres cuyas ideas van más allá de las nuestras? Habla Stalin: "para ser revolucionario un movimiento nacional no es absolutamente necesario que este compuesto de elementos proletarios, que tengan un programa revolucionario o republicano, una base democrática. La lucha del Emir de Afganistán por la independencia de su país es objetivamente una lucha "revolucionaria" a pesar del monarquismo del Emir y sus ayudantes, pues debilita, descompone y mine el imperialismo, mientras que la lucha de los demócratas, "socialistas", "revolucionarios" y republicanos como Kerensky y Zserelli, Renaudll y Scheldemann, Tschernof y Dan, Handerson y Clynes, durante la guerra imperialista, era una lucha "reaccionaria", pues tenía como resultado disfrazar el imperialismo, consolidarlo".
   Estado. Para un plan de esta índole el Estado debe tener una constitución y organización distinta. Se trata, en primer lugar, de que el Estado pierda la única significación actual de politiquero y burócrata, para adquirir su carácter funcional de Estado económico y de actuación social. El Estado representa actualmente solo los intereses de un grupo minoritario. El Estado, en una primera etapa, debe representar todas las clases y defender especialmente a la que lo necesita, o sea la gran mayoría de los desheredados. Esto implica el cambio en el origen de su formación. Este origen en lo presente se debe a los círculos politiqueros y caciquiles, sin relación con el hecho esencial, de la economía y de la condición social. Para remediarlo debe tender a la formación de sus órganos por la representación de los órganos productores en la economía. Su elección debe hacerse por el voto de las fuerzas económicas proporcionalmente. Los parlamentos deben ser elegidos por el voto sindical de trabajadores de todo orden y de patronos. El Parlamento debe representar las fuerzas económicas y no las combinaciones politiqueras sin ningún respaldo de la verdadera actividad pública. No queremos un Estado para regalo de quienes lo usufructúan, sino un Estado para la vida económica y social de todo el pueblo. Quienes lo sirven no deben hacer de el-como hoy repugnantemente sucede-el premio a sus labores electorales. Lo cual quiere decir que somos partidarios del sistema democrático. Así concebimos lo que hemos venido llamando la democracia económica y no la democracia de asiento político y por círculos territoriales, que no puede ofrecer sino la presente mentira. Si el Estado es un gestor técnico, debe estar desempeñado por hombres que no tengan otra condición que la del conocimiento y la aptitud moral. Esto implica la carrera administrativa rigurosa, con admisión por cualidades demostradas para el trabajo y con ascensos únicamente basados en el mayor rendimiento dado. Se deriva también de allí la necesidad de una legislación penal violenta, si usted lo quiere, para el castigo de los defraudadores. Ningún empleado debe serlo mientras no se someta a concurso, no declare los bienes que tiene y no tenga que demostrar, en el caso que sea necesario, de dónde ha habido los bienes que al retirarse ha logrado. En este sentido, el empleado es un trabajador y debe tener todas las garantías que para el hemos proclamado en el trabajo privado, en forma de estabilizarle la vida económica y darle un rendimiento no de beneficencia, para el tiempo de su jubilación. El parlamento en este caso, como gestor de interés económico y social, tiene que darse la organización de un cuerpo de trabajo y ser responsable, por parte de cada uno de sus miembros, de su actuación. El parlamento, como entidad, debe ser soberano, pero no lo deben ser sus individuos, ya que en este caso se trataría del sistema de la impunidad.
   Los órganos del Estado y sus departamentos, serán autónomos en su actuación, pero debe existir una rígida norma central en cuanto a los rumbos, y normas generales del actual. Hoy se discute mucho la fórmula de Núñez entre independencia económica de las secciones con unidad política. Pero es que entre la economía y la política en el sentido nuevo, puede existir esa separación fundamental? No, la política del Estado es la forma de administrar la economía del Estado. De modo que en la actuación debe existir la economía del Estado. De modo que en la actuación debe existir la economía, pero en el plan para esa acción, en las normas que lo inspiran, un gobierno revolucionario tiene que ser centralista, o lo que es igual, organizado y metódico antes que anárquico, ya que en su punto de vista es el colectivo o general. Dentro de nuestra politiquería, los roces y fricciones tienen que venir, pues solo el criterio electoral domina. Ejemplo, el caso de Antioquia con su ferrocarril. Pero en un Estado económico, todo aquello tiene que desaparecer El órgano judicial no debe seguir dependiendo de la política. Su constitución debe darle la competencia por medio de recursos o de ascensos. Debe ser una carrera que comience en el concurso para el juzgado municipal y llegue hasta la magistratura de la Corte sin intervención colectiva de los órganos legislativo y ejecutivo. Competencia y honorabilidad, que no se consiguen por más reformas que se hagan, mientras la revolución en esta materia no sea de fondo.
    Y como un Estado actúa por medio de normas, de leyes, ha de venir la transformación de nuestra legislación en armonía con el nuevo criterio. Necesitamos una legislación civil, pues que la nuestra representa el sistema romano absoluto. Ahí tenemos códigos modernos en esta materia, como el de México, que sería una norma. Una legislación comercial, lejos del criterio actual, que permita la eficaz y rápida protección del comercio y que mantenga la vigilancia del Estado hasta la posibilidad de impedir la especulación. Una legislación penal, que no puede ser otra, si es que algo distinto del paliativo cobarde quiere hacerse, que la proclamada por la escuela positivista con las adaptaciones que el medio social nuestro impone. Una legislación procedimental que de rapidez a los juicios y rompa todo un sistema de retardos inútiles y perjudiciales. Una legislación obrera y campesina que este dotada ante todo de eficacia, impuesta por una judicatura que no sea la representación exclusiva, como hoy, de los intereses de la clase poderosa. Y así sucesivamente.
   Una legislación constitucional, que nos aparte de la autocracia consagrada por la constitución del 86, sorda a todos los complejos económicos y sociales de la hora, y que hace reposar la vida total del gobierno en la sola voluntad del presidente de la república. Basta haber hecho la exposición anterior para demostrar que tal obra no podría realizarse con la actual Constitución. Esa autoridad ilimitada debe terminar, para dar comienzo al juego político que descanse sobre la conformidad del gobierno con el criterio de las plataformas políticas, conformidad expresada por quienes representan los distintos intereses en un sistema democrático económico. Así, los ministros o supremos gestores en su ramo, no dependerían de la arbitraria simpatía o antipatía personales, sino en la conformidad de estos con las bases o plataformas que los diversos grupos políticos presentaren. Para eso debe existir el veto de censura y el llamamiento condicional y condicionado de los diversos partidos o fuerza de opinión.
   Ese Estado respetaría y debería respetar todas las creencias religiosas y mantendría relaciones con la Iglesia por medio de concordatos, los cuales deberían partir de la norma inmodificable de la absoluta independencia del Estado y de la Iglesia, limitación de esta al simple radio de la actividad espiritual con dominio pleno para evitar el encuentro de legislaciones distintas dentro de un mismo país como actualmente sucede. Rechazamos el jacobinismo anticlerical, que pretende desviar el sentido de la lucha de su verdadero objetivo para colocarla en un plano embustero. Pero proclamamos como inadmisible el que a la sombra de un poder espiritual o religioso, puedan fortalecerse preeminencias económicas abusivas ni ventajas de casta ante la ley. Rechazamos todo fuero menos el diplomático, ante la acción de la ley.
   Una ideología política, cuando quiere ser fecunda. Debe consultar los diversos componentes que la integran, ya que solo así puede alcanzarse el ritmo de armonía que es la suprema concepción del bien social. De nada nos servirían todos los sistemas si pasamos de largo en el examen del momento en que esas concepciones deben ser actualizadas. Es a través del hombre que todo método alcanza realidad vital. El hombre representa dentro de la vida política, el prisma a través del cual se refractan las determinantes del mundo externo. Yo sé muy bien que en Colombia, y sobre todo en los hombres de las nuevas generaciones, este factor por virtud de una fraccionaria comprensión del sistema experimental, quiere ser desdeñado, aplicándole a los sistemas sociales un criterio mecanista que concluiría en la irremediable fatalidad. En todo proceso político puede haber entre los elementos que lo integran gradaciones de posición, de tiempo, pero todos tienen un valor igual de conjunto en el momento en que las ideas entran en contacto con la realidad. Podría agregar que no es permitido olvidar como todos los hechos de la vida de relación tienen su origen en la presencia, o mejor, existencia del hombre. Mientras esta vida de relación, esta convivencia humane, no se presentó, no pudo hablarse de relaciones jurídicas, ni de derechos ni obligaciones, ni de problemas de la producción o del reparto.

   Cien veces se ha repetido que Robinson Crusoe en su isla no puede ser sujeto de derechos, ni en tal concepción puede imaginarse ningún problema de los que preocupan la atención de economistas y sociólogos. La vida de relación no puede ser comparada, con criterio apriorístico, a la vida fatal y autónoma que regular las leyes del cosmos físico. Es verdad que la vida social está regulada en orden a un proceso de transformación determinante, pero no es menos verídico que ese proceso determinante se refleja y resume en lo determinado, que es el hombre. Ese hombre que ha recibido las determinaciones actúa, determinadamente, pero actúa. Que el hombre colombiano, y por tanto los partidos, han sido determinados hacia nuevas concepciones, es evidente. Pero que el retardo, o la victoria más próxima, dependerán de su voluntad batalladora o de su pereza, de su capacidad para la organización, para el pensar y para la lucha, o de su indolencia, es algo que no puede discutirse.

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