'Bases para una Política Revolucionaria Colombiana' Dentro del pensar político en el siglo anterior, que aun goza de
supervivencia en países como el nuestro alimentados de repercusiones y no de
creaciones, todo tiene un poder conceptual, trascendentalita, subjetivo y
metafísico. Es el concepto de la libertad, el concepto de la fraternidad lo que
divide a unos hombres de los otros por razonamientos, en razón de postulados
filosóficos. Los valles económicos y sociales son mantenidos al margen de esa
pugna de especulaciones mentales. Las multitudes son arrastradas en su lucha
hacia el predominio de los amigos de la libertad o de la reacción como valor
abstracto o global. El político no tiene que ofrecer ni está obligado a afar
otra cosa que su adhesión a estos grandes principios. Su obra en el mundo, en
el poder, tiene un sentido personal, depende únicamente de su iniciativa. Dirán
que es un gran mandatario o un mediocre gestor, no por la forma como cumplió un
plan para un fin, sino como actuó por sí mismo. La historia de la
administración pública es la historia de sus hombres. Es el individualismo en
la administración, reflejo del individualismo en la economía general, en la
sociología.
Pero por qué sucede? Hace irrupción, por el aumento de cantidades que
determinan nuevas calidades, una economía distinta y por tanto una sociología
diferente. Lo que ayer podía producirse relativamente, en una forma aislada, es
obra de conjunto. No es ya una complejidad subjetiva como la primera, actuando
en el piano de la especulación filosófica, al arbitrio de la potencia mental
razonante. Es la complejidad de los fenómenos externos, de los hechos reales de
la economía, en su producción, en el reparto, en el consumo. La posición del
hombre invadido por la realidad no puede sustraerse a sus embates. Necesita
cambiar de piano y cambia. Encarado a la vida tiene que afrontarla. Pero no le
basta el método antiguo. Su plan, su programa no puede ya buscarlo dentro de sí
mismo, como señor de la naturaleza, sino como parase integrante de ella. No es
ya el hombre de frente a la vida, sino de brazo con la vida. En lo primero
tiene la índole individual de los programas, en lo segundo encuentra la
concepción social de los métodos. Todo aquel conjunta, la civilización
presente, orgánica y funcional, necesita una interpretación funcional, un plan
global que luego permita actuar acertadamente en cada uno de los momentos.
De la diferencia en esta nueva y obligada interpretación que ha impuesto
una nueva economía, nacen las dos únicas fuerzas de realidad política evidente:
derechas e izquierdas, o lo que es lo mismo individualismo o socialismo.
Cualquier denominación política estará nutrida por uno de estos dos criterios.
He dicho criterios, pues en verdad el socialismo más que un partido es un
criterio científico para interceptar la sociedad. Como el individualismo es su
contrario. La humanidad no conoce sino estos dos puntos antagónicos. El
individualismo, en su expresión más evidente, o sea el capitalismo, formula su
plan. Pero al fin y al cabo, un plan individualista, es decir, dio una grande
estructura a la economía, pero contando nada más que con su personal interés En
la banca, en la industria, en la sierra, hubo plan. Pero un plan basado en un
tipo social anterior al cambio determinado por la nueva economía y una distinta
sociología. De ahí su estruendoso fracaso. A una vida social nueva le estaba
aplicando el criterio de un organismo social desaparecido. Organizó la producción
que es colectiva, fraccionalmente para beneficio individual. Esta organización
o planificación fraccionaria descuidaba la realidad y era incapaz del
equilibrio de conjunto indispensable, ya que el fenómeno es de conjunto.
Tan cierto es, que se puede comprobar de la gran guerra para acá un
cambio profundo en la técnica capitalista. Su progresivo avance hacia la
planificación, hacia la organización no ya fraccionaria o de trust, sino de
conjunto, por medio de la intervención del Estado. Este le ha dado cierta
apariencia, que no es sino apariencia socialista. Porque es indispensable no
olvidarlo, ya que en Colombia el fenómeno aun cuando incipiente se ha
presentado, la intervención del Estado en la antes sagrada e intocable economía
individual, no dice nada como método. Ella está caracterizada por el criterio,
por el programa, por la finalidad que la ilumine y la dirija. La intervención
puede ser una plataforma política, pero esa plataforma cambia sustancialmente
según el programa que la guíe: o defender la vida amenazada del capitalismo, o
afar un paso de avance hacia el socialismo.
La estrategia capitalista. El fascismo, el
nazismo, significan un indispensable paso estratégico del capitalismo en razón
y por las causas que he expuesto. Someter a un plan de conjunto la economía,
"planificar", como ahora se dice Reconocer el fracaso de la forma
primitiva del capitalismo, no en cuanto a los alusivos beneficios, sino en
cuanto a los métodos que lo llevaban a la ruina Era necesario salvar el goce
del abuso individualista; por métodos de organización colectiva. Para eso se ha
utilizado el Estado. Integrado este por quienes representan solamente las
fuerzas económica predominantes, y por tanto, en el medio actual, culturales
ningún peligro existía ni existe en entregarle a él el control administrador.
Cosa distinta sucedería si en el Estado estuvieran verídicamente representadas
las grandes mesas. Porque se estará conmigo en que eso del "Gobierno del
pueblo" no pasa de ser una supervivencia del viejo transcendentalismo
político vacío de verdad. El gobierno del pueblo en la actualidad es un valor
fonético y nada más Y quizá en países como el nuestro, cuya gran mayoría de
habitantes da un índice bajo cero en el termómetro de la conciencia y de la
culture, no solo no hay sino que tal vez no puede haber gobierno del pueblo.
Puede haber un gobierno "para" el pueblo, que es distinto.
Incorporación del pueblo a la política.
Quien desee en este país realizar la inmensa, trascendental y al parecer
casi imposible obra de incorporar a nuestro pueblo, a nuestras mesas, las
cuales viven hoy en el más absoluto primitivismo en lo material, cultural y
moral, no puede ni debe engañarse en cuanto al apoyo que ellas le presten. No
tienen conciencia de sus destinos, ni hay razones para que la tengan. Decir lo
contrario es formular hipócritas elogios. Por eso la obra en Colombia es más
difícil que en pueblos más avanzados. Allí al menos se puede encontrar el
respaldo de la gente por quien se lucha. Aquí no. Quizá más bien sea pagado con
la incomprensión. Nuestras mesas en lo político no tienen un sentido distinto
del fonético. El viva al partido conservador o al partido liberal. Pero llame
usted a gentes de medianas nociones y bate de indagar la diferencia de ideas
que para ellas signifique la diversidad del grito. No será mucho lo que haya de
lograr. Y sin embargo, la obra tendrá que realizarse. Inútil pensar en la
grandeza del país sin esa condición previa. Gentes que no se nutren, que no se
visten, que no tienen la necesidad creada de ninguna comodidad, sin cultura,
sin higiene, que pueden consumir?, que riqueza pueden fomentar? Ninguna. Solemos
consolarnos concentrando nuestra mirada en los núcleos de población ciudadana-y
allí solo pueden hacerse en parte-para demostrar nuestros progresos, pero esta
es la excepción, este no es el país. Por fuera quedan seis o siete millones de
habitantes que son la mayoría Por eso habla de un gobierno para el pueblo, es
decir de una minoría que no necesitándolo estrictamente, dedique su actividad,
que debe tener mucho de sacrificio, a liberar a la gran mayoría, en la cual por
el principio puede que no encuentre la colaboración, si no antes la
resistencia.
El estado y el nuevo concepto de democracia.
Las nociones ya expuestas permiten formular una síntesis. El programa es
la línea general de orientación, es el criterio fundamental sobre puntos
fundamentales. Decía Marx: "Nuestro programa no es un dogma, es una
pauta". Nunca se dijo en forma más sencilla una verdad más dense. Solo una
pauta y nada más que eso. Una pauta para qué? Para la actuación. Dar un
programa no es haber resuelto el problema. Queda por fuera de él la
realización. Dotar de brújula un navío no es haber hecho la travesía. Esa
travesía la resume y compendia la plataforma política que es una fórmula de
actuación. El programa engloba todo un sistema. La plataforma política es una
etapa, un momento, un eslabón que ha de ser sucedido por otros hasta coronar la
obra total. Pero tampoco puede existir una plataforma, o sea la realización
para una etapa, sin un programa, pues entonces la obra carece de finalidad, de
armonía, de visión de conjunto. En Colombia de vez en cuando se nos den puntos
de plataforma, que la mayoría de las veces no se cumplen, pero en el fondo la
plataforma de un grupo político o del otro están unificados por el programa,
por su concepción central de la economía del Estado, de la sociedad.
Los hechos analizados nos permiten encontrar los elementos con los
cuales se podría formular un programa político. Primero: partimos de la base de
que no son los conceptos los que den las realidades, sino estas las que
determinan aquellos. Segundo: esta realidad básica es la economía. Tercero:
reconocida esta realidad central las deducciones cambian por completo en el
panorama político. Quiere decir que para nosotros la libertad, la justicia, la
democracia, la igualdad, serán palabras vacías de verdad si no se las regula
con el criterio de la economía respecto de los ciudadanos. Cuarto: esa
regulación, ese criterio nos llevan forzosamente al reconocimiento de que hay
dos fuerzas en la lucha: de un lado están los poseedores de los medios de producción
y de otro los que no tienen sino su trabajo. Los primeros en defensa de sus
preeminencias, trataran de negar esta contraposición, esta lucha honda, tenaz,
brutal pero ello existe. No he hablado exactamente de lucha de clases, sino de
una lucha de intereses porque estoy hablando para Colombia. Y en verdad la
propia lucha de clases en nuestro país aún no existe. Y no existe porque para:
ello es indispensable un factor: la conciencia. Los poseedores tienen
conciencia entre nosotros, pero los desposeídos no la tienen. No baste la
conciencia personal de ser explotado para que se pueda hablar de conciencia de
clase. Este es un fenómeno de solidaridad colectiva, es un factor sicólogo,
nacido de una realidad objetiva, que entre nosotros tardara todavía en presentarse.
Quinto: reconocida esta pugna, esta contraposición, llegamos en lógica
conclusión a otro punto substancial: cómo se resuelve esta pugna? La sociedad
necesita una organización para poder funcionar. Esa organización se expresa por
medio del Estado. El regula y concentra las actividades colectivas. Si
atendemos el criterio verbalista, de la política filosófica que aún nos nutre,
de la Democracia con mayúscula que domina, mentirosa, porque olvida el hecho
económico como criterio regulador, tenemos que el Estado dizque es elegido por
el pueblo, representa al pueblo y vive para defensa del pueblo. Esto no es
cierto. El Estado representa la fuerza poseedora, es una expresión económica de
la minoría y no de la mayoría, no es síntesis de democracia, sino negación de
ella. Para el comunismo el Estado debe ser la dictadura del proletariado contra
la minoría poseedora. Para nosotros no. El Estado debe ser síntesis de
democracia, es decir, de igualdad pero, repito, esta democracia, no existe,
cuando se olvida el factor económico. El Estado no puede ser expresión de la
minoría privilegiada que regula en alternación a sus solos intereses la vida de
los intereses de la gran mayoría. Al hablar de la plataforma diré como
entendemos nosotros que se puede realizar este concepto. Sexto: esta concepción
de origen Estado nos lleva a las concesiones de la actuación del Estado. Hoy
por hoy, lo puede comprobar todo el mundo, en Colombia los órganos del Estado
legislativo, ejecutivo, judicial, actúan únicamente de acuerdo con las necesidades,
el querer y los designios de la minoría privilegiada.
En el problema de la sierra, la banca, la industria, todo está
polarizado. Pues bien: el criterio de actuación del Estado debe ser contrario
si quiere cumplirse a cabalidad el principio democrático, que es función de
mayorías. Y como la mayoría económica es la de los desposeídos en su beneficio,
en su defensa y en su cuidado debe también actuar el poder. O en otros
términos, debe actuar igualitariamente. Una igualdad no ante la ley que otros
dictan, sino dentro de la ley función de todos. Séptimo: pero para realizar el
principio de la igualdad que solo con criterio económico tiene algún
significado, no podrá emplear el criterio individualista, será indispensable
someter la vida social a un plan de defensa del conjunto. Esto rompe,
naturalmente, el viejo principio de la libertad individual, económica, de la
libre concurrencia, del derecho de propiedad absoluta. Y es lógico que así sea.
Porque si el Estado se pone al margen, según la concepción liberal para
presenciar la pugna, dejando a todos en libertad, aquellos que por una larga
escuela de prejuicios y de injustas preeminencias han alcanzado, explotando a
lo menos la fuerza, vencerán. No puede haber lucha entre el que todo lo tiene y
aquel a quien todo le falta. Esto significa la economía regulada, planificada.
El intervencionismo del Estado. Octavo: el anterior punto nos lleva al último.
No baste un Estado que intervenga porque ya me permití advertir que esto puede
hacerse con dos criterios. Será indispensable el criterio social, que suelen
denominar socialismo de Estado, que un día presentara la posibilidad de un
Estado socialista ideal que la humanidad coronará. Esto con sus naturales
repercusiones en lo moral, en la educación, en el arte, en las ciencias, en la
asistencia pública, en la vida civil, penal, etc. Una sociedad más sincera, más
justa, con menos dolor y más alegría y que solo dentro de la igualdad
económica, que no es la desaparición de las categorías sociales, como
puerilmente la gente lo imagine, y que no podrá conquistarse en un solo impulso
en una sola etapa, sino en aura transformación, cuya lentitud depende, a más de
los factores históricos, de nuestro coraje para darle rendimiento a la obra.
He dado ya las ideas que para nosotros servirían de bases esenciales
para la formación de un programa. Es decir, he dicho como pensamos, pero eso no
basta. Falta precisar los medios para los cuales se debe actuar, cómo se debe
actuar y quienes son los que deben actuar. Es decir, idea política, la
plataforma política, la técnica que debe emplearse y las cualidades que son
indispensables en los hombres que quieren luchar. O lo que es lo mismo: idea,
acción método y hombre. Me parece que son los componentes de toda fuerza, grupo
o partido político.
La realización de todo un plan político no puede ser obra de la
improvisación ni puede ejecutarse sino gradualmente. Gentes que improvisan sus
deseos imaginan que todo va a surgir de un momento para otro y que los signos
de nuestra vida retrasada pueden cancelarse súbitamente para reemplazarlos con
la concepción que se juzga más justiciera. Solo por etapas esto es posible.
Pero, y aquí reside la diferenciación esencial con lo existente, las reformas,
el deseo de ellas y los ensayos que se hagan, ningún resultado eficaz han de
tener, mientras no correspondan a un sistema, a un plan global. Hoy por hoy, al
menos literariamente, se aspire a ciertas modificaciones. Pero en dónde está el
plan que las determina, hacia dónde se encaminan? No lo sabemos. Son deseos o
actuaciones improvisadas que no corresponden a una finalidad sustantiva.
Reformas que más que realizarse se anuncian, pero partiendo de la base de lo
intocable o de los sistemas actuales. El partido conservador, obedeciendo a su
tendencia histórica, pugnó contra el partido liberal en el empaño de negar las
libertades en el concepto simplemente filosófico o político de que ya he
hablado. Aquella batalla, correspondiente a una natural etapa, fue ganada,
esplendorosamente por el brío, el fervor revolucionario y el heroísmo del
partido liberal. El conservatismo se vio precisado a la aceptación, capituló y
acogió los principios liberales. De modo que desde el punto de vista
doctrinario, el programa económico y social propiamente dicho de los dos partidos,
quedó unificado, su igualdad doctrinaria nadie la niega, al menos en privado, y
aun cuando otra cosa se afirme en público. Solo que el progreso perenne de la
vida económica fuera de la voluntad del hombre, creó un antagonismo entre el
pensar de los dirigentes liberales y el sentir borroso de las mesas que ha
tratado de expresarse en las denominaciones de liberalismo manchesteriano, y
liberalismo izquierdista. Esta ha sido una diferenciación donde preludia la
indispensable necesidad de un tercer partido en Colombia, una de las mayores
necesidades para el avance del país, evitando su estancamiento. Las ideas que
hoy proclamamos son las mismas que sosteníamos ayer como intérpretes de la
mesa, ambas fuerzas se cobijen con el nombre de 1iberales. Bastara que las
mesas lleguen a un plano de relativa conciencia para que el rompimiento se
presente y comprendan la trivial verdad de que sus intereses no pueden ser
resueltos por quienes tienen intereses contrapuestos.
Por una política práctica. Hoy la actividad política
no se asienta, repito sobre los postulados filosóficos, en donde sí se
diferenciaban las dos grandes fuerzas históricas conservatismo y liberalismo,
sino en problemas diversos. El económico y el social. Y en estos, liberales y
conservadores dirigentes se hallan de acuerdo. De ahí el enorme desconcierto y
la confusión de ideas. Con diversos rótulos, que antes correspondían a diversos
contenidos pugnan dos fuerzas en el fondo absolutamente iguales; de ahí que la
política y el cambio de los partidos se reduzcan a simple posesión del
gobierno, a simple cambio burocrático.
Se quejaba hace algunos días un distinguido oficial del ejército de que
otros oficiales se llamaran hoy liberales, cuando en el régimen conservador se
apellidaban conservadores y les llamaba traidores. Pero, es que en verdad eran
traidores o lo es hoy la innúmera gente que ha optado por el mismo camino?
Absolutamente no. Nada han traicionado. Cambiaron de nombre pero no tuvieron
que hacer abdicación de creencias. De ahí también el 1ógico fracaso de la
organización sindical y campesina de la Casa Liberal. Cada vez que una lucha en
demanda de elementales deseos de justicia se presentaba, en la mayoría de los
casos iba contra un liberal. Como resolver este caso? Dos fuerzas contradictorias
combatiendo bajo la misma denominación. De común no existía sino el nombre y
como por razón hasta física el más fuerte da la norma, el sindicalismo de la
Casa Liberal encontró su muerte en el hecho mismo de existir Se hablará de la
defensa del campesino, del obrero, del empleado, de la clase media, de los
pequeños industriales, etc. Mientras en la práctica todo va contra ellos. Se
embadurnara de literatura periodística la realidad, silenciando el eco de la
protesta, pero en el fondo nada se hace, porque no se puede.
Evolución y revolución. Ya sé que la forma
extremista, casi siempre retórica y nada más, no advierte para este complejo
social, para esta pugna, sino el encuentro catastrófico y violento que se
decide en vencedores y vencidos, en una batalla inmediata y total. Nosotros
pensamos de muy diverso modo. La clarificación no puede lograrse
intempestivamente y no puede lograrse, entre otras razones, porque la
confusión, desorientación e indeterminación de las fuerzas políticas
colombianas obedece a una ley natural, que no está en los designios de los
hombres evitar. Pueblo alejado de las grandes corrientes intelectuales, por
naturaleza perezoso, con una economía rudimentaria y casi feudal, se vio
invadido por la inmigración de los capitales extranjeros, por un tipo de
economía combinada que se revela en formas confusas y mezcladas, originando
confusión en el pensar y en los programas de los partidos. Sabemos que en los
países desarrollados, el capitalismo financiero tiende a desalojar y reducir la
forma feudal que se asienta sobre la explotación de la sierra. En Colombia, por
las razones dichas, esas fuerzas se combinan presentando una economía combinada
de composición feudal y semi-capitalista. Del mismo modo no puede afirmarse la
existencia de lo que estrictamente se entiende por proletariado. Lo único claro
en esta diferenciación, es lo que ya atrás le anotaba, es decir, dos fuerzas
que se contradicen, poseedores y productores, pero sin las características de
conciencia y diferenciación peculiares a los países de una evolucionada y
perfecta economía.
Esta ausencia natural de cristalización de las diversas fuerzas
económico-sociales trae la necesidad de métodos, táctica y adaptación
correspondiente al cuadro objetivo sobre el cual va a actuarse aun cuando otra
cosa afirmen los que tienen del marxismo sino un concepto estático y aun cuando
pueriles extremistas miren todo este pensar con jactanciosa incredulidad.
Estamos muy lejos del sarampión extremista sin reflexión y sin métodos
de quienes piensan de la noche a la mañana convertirse al socialismo o al
comunismo integral, expropiar toda la riqueza y decretar la abolición de las
clases con la divertida facilidad con que se inflan bombas de jabón.
Todo eso no tiene ninguna importancia, ni esa gente servirá jamás para
una obra efectiva. Calumniaran, insultaran, le darán fuerzas a las armas
conservadoras para que estas desacrediten cualquier movimiento transformador catalogándolo
entre la epilepsia de los extremistas, pero no pasara de simple verbalismo
inofensivo, cuando no degradante.
Necesidades de nuevas fuerzas políticas.
Ya sé que de nuestra lucha se
dice lo mismo y que creen que nuestros esfuerzos son una cruzada hacia la
degradación colectiva. Que pretendemos acabar con las comodidades, con los
sentimientos que dan la alegría de vivir, y que todos debemos hundirnos, bajo
la ola de lo que llaman "la canalla". Esto es fruto de una propaganda
de ignorantes pueriles y de la gente que defiende su abuso y su injusticia
contra el débil, apelando a la falta de conocimientos del ambiente atrasado
donde se desarrollan. Nosotros queremos todo lo contrario.
No nos resignamos a mirar como justo el que la gran mayoría del pueblo
colombiano viva en la abyección, en la miseria, en la pobreza, en la suciedad,
en la ignorancia. en la ausencia de los sentimientos de elevación, que solo
unos pocos gozan a costa del sentimiento de los más Esa abyección, ese estado
repugnante a que se ha condenado a los más, la desean, la mantienen y la
quieren precisamente los que nos calumnian, pretendiendo que la queremos
extender por todas partes. No permiten que el pueblo tenga comodidad, elevación
efectiva y mental, medios cómodos de vida, porque saben que eso les obligaría
al esfuerzo, y no serían los privilegiados a cuyo egoísmo sacrifican la
grandeza de la nación y el enriquecimiento de su pueblo. Son ellos los amigos
de la miseria y no nosotros; son ellos los amigos de "la canalla" que
no aciertan a comprender que las comodidad es de la vida no deben ser
patrimonio exclusivo de su brutal egoísmo. Nosotros no queremos que los hombres
desciendan sino que se eleven: no queremos la pobreza ni la anulación, sino por
el contrario, la superación del individuo. Y la queremos no solo para los
obreros, pues nuestra lucha no es solamente obrera, engloba a todas las fuerzas
productoras. Igual preocupación debemos tener por el obrero que por el
campesino, que por la clase media, profesionales, pequeños industriales,
comerciantes. Es decir, por los que trabajan en genera!.: Pero esta superación
no puede hacerse por la vía individualista, que solo consulta el interés de
grupo, sino por la vía social que se preocupa de todos por igual. Combatimos
con un estado de alma sideralmente alejado del que distingue, o mejor, degrade,
a la mayoría de nuestros políticos, que hacen frases democráticas, y sueltan
nombres libertarios, pero que en realidad no tienen otro panorama que el de su
propio bienestar, el de su grosera oquedad ideológica. Nada hay allí de
conmovido, de hondo, de profundo. No somos enemigos de la riqueza sino de la
pobreza.
No aspiramos a la destrucción, sino a la construcción de un robusto
incremento del poder económico de la nación. Pero sabemos muy bien, y lo saben
todos, que todo incremento, por los medios individualistas actuales, no es el
progreso de la nación, que solo con criterio colectivo podrá lograrse, sino de
unos pocos, mientras los demás lo sufren.
Mientras existan únicamente dos fuerzas políticas tradicionales en pugna
no pueden luchar en el piano de las ideas, pues los distintos intereses de los
individuos que las componen las destruirían. Ninguna claridad o beneficio puede
reportar de ello el pueblo colombiano. Esas dos fuerzas, unificadas en el piano
de las ideas, en cuanto a los hombres que las dirigen y tienen iguales
intereses, necesitan un medio para mover las mesas. Eso no será el medio
ideológico, por lo ya visto; será el único que en Colombia se emplea, el de los
odios herenciales, el factor temperamentalmente contrario que se creó a virtud
de diversidad de principios. El proceso de la idea es proceso transitorio en
tanto que el del sentimiento tiende a ser permanente. Por qué será que los
conservadores y los liberales no discuten sus ideas sino que se odian, y por
qué será que no teniendo en el fondo diferencia profunda, tan profundamente se
combaten? Porque están actuando -digo en las mesas-con el remanente afectivo,
que les dejó la vida pasada. Su odio tiene que ser cruel, feroz, empapado en
sangre, porque el sentimiento cuando carece de la idea que le orienta, tiene
fuerza y desbordamiento abismal. Por eso el amor es el más impetuoso y
peligroso de los sentimientos; porque no se basa en el razonamiento, sino que
es sentimiento puro y no combinado, como los demás, el de la amistad, por
ejemplo.
Es necesario, pues, el nacimiento de nuevos grupos o partidos políticos
que lleguen a su formación por discordancia ideológica con los sistemas, o
mejor, con el sistema reinante, ya que es uno mismo ayer como hoy. Esos grupos
tendrán un programa, es decir, líneas fundamentales diversas, pero actuaran por
medio de plataformas o puntos concretos para su realización. Esto formara la
coalición o unión de grupos o partidos que, aun teniendo ideología fundamental
diferente, se hallaren de acuerdo en ciertas bases concretas. El fin con que se
llegue a esas coaliciones, que se dividirán en dos grandes ramas-de izquierda y
de derecha-puede ser distinto. Para ciertos liberales tímidos, esas reformas pueden
ser una finalidad; para otros, uniristas, por ejemplo, serán un simple medio
que sirve para la obra total. El beneficio de este sistema es, sin duda
ninguna, profundo. En primer lugar, las luchas políticas no tendrán un criterio
personal o caciquil, como actualmente sucede. No esperaran las gentes a cuál de
los dos candidatos escogen los miembros de los directorios para lanzar una
nueva lista que tampoco tiene ninguna significación distinta de la personal. Ni
más ni menos que se daría un golpe a nuestra política caciquil, personalista y
banal. Habría una saludable competencia por ofrecer una plataforma de
realizaciones que cuente con el mayor fervor popular, y las diversas corrientes
o matices que pudieran coligarse en un momento dado, contra la coalición de los
adversarios, unificaría, sin traicionar su programa, la fuerza material de los
hombres. El país ganaría, comenzaría a salir del confusionismo que ahora lo
detiene y estabiliza, pudiéndose agregar que la capacidad crítica y por tanto
consciente, de las masas, se iría aguzando y perfeccionando. Y, por último,
evitaría el choque violento y catastrófico que anhelan los extremistas y que
sometería la suerte del país al azar: o bien al triunfo de la reacción o el
retardo de su transformación, o bien el triunfo momentáneo de gentes
impreparadas que devolvería al país también a la reacción.
Esencia de la política. Dejo enunciado lo
que sería la táctica. No pudiéndose realizar un programa en corto periodo de
tiempo, porque, como ya lo dijo alguno, este paso de un estado social a otro,
no es obra de anos sino de generaciones, no queda otro camino eficaz y real
entre nosotros, y dada la índole de nuestra política, ya analizada, que las
plataformas de realización que coliguen aquellas fuerzas de programas diferentes
pero afines. Al decirle afines enuncio otra afirmación. No puede haber sino dos
clases de coaliciones, de izquierda y de derecha. Es necesaria cierta afinidad
en las doctrinas centrales, o programas, para una posibilidad de coalición
transitoria en la actuación hacia fines concretamente conocidos
Nunca la política ha sido ni puede ser una recta absoluta en la
actuación o realización, aun cuando si lo debe ser en la norma. Oigamos lo que
decía uno de los más grandes políticos de la humanidad, Lenin: "Renunciar
de antemano a todo acuerdo, a toda utilización (aunque no sea más que temporal)
del antagonismo de intereses existente entre los posibles aliados y los
enemigos; renunciar a todo acuerdo o compromiso (aunque sean provisionales,
inconscientes, vacilantes, condicionales) no es algo de una ridiculez
ilimitada? No es exactamente lo mismo que si en el momento de emprender la
ascensión dificultosa de una montaña hasta hoy inexplorada renunciamos de
antemano a hacer zig-zag; a volver a veces sobre nuestros pasos, a prescindir
de la dirección elegida al principio para probar direcciones diferentes
?". Voy a dar un ejemplo, más que edificante, de la certeza de esta
diferenciación que me he permitido insinuar entre el fin de un programa y los
medios de ejecutarlo. Alguna vez en una asamblea, le citaba yo a un diputado,
para desviarlo del criterio rudimentario de que la revolución solo puede
existir con un sentido global y absoluto, ya que él pensaba que no podría ser
revolucionario quien no desconociera a primera vista todo el actual orden
existente y coincidiera, por tanto, en varios aspectos con la realidad
presente, el caso de la nueva política económica que reconoció la propiedad
privada en Rusia. Dicho diputado respondía que aquello significaba el fracaso
de las ideas comunistas. No tal: lo que demostraba era el fracaso de nuestra
cultura, de la cultura de nuestros hombres políticos que, alejados de la
concepción metodizada y compleja de las ideas, les aplican un criterio
simplista. Aquel diputado era conservador, y sin embargo, su criterio sobre la
revolución tenía las mismas características de la risueña concepción extremista
que imaginaba que cambiarle a un país sus métodos y sistemas no demanda
complejidad mayor de la de reemplazarle la camisa a quien la tiene sucia. Un
partido corriente es revolucionario no de acuerdo con las normas especulativas
abstractas, aun cuando desconozcan la realidad, sino cuando logra dentro de la
realidad marcar una etapa de aminoración o debilitamiento de las fuerzas que detienen
el progreso ideológico total. Puede que no sea revolucionario dentro de una
concepción integral, pero lo es fecundamente en el momento y circunstancias en
que actúa como útil y necesaria etapa.
Bases para una plataforma política. A mi modo de ver,
las bases de una plataforma política podrían resumirse así. Primero vida
económica: segundo vida social. Tercero estructura estatal.
Vida económica. Regularización social de la economía por la intervención
del Estado, atendiendo a su producción técnica, a su ensanchamiento y a la
justicia de su reparto tomando en cuenta la mayor capacidad de trabajo y la
mayor necesidad, y obrando con el criterio de la progresiva abolición de la
explotación del hombre por el hombre. Esto por sí mismo implica lo siguiente:
estadística nacional, hoy no existe, de la producción global con sus
especificaciones. Estadística global del consumo con sus particularizaciones. Equilibrio
entre producción y consumo, teniendo en cuenta las regiones, y por tanto, las
vías de comunicación. Este es un problema central absolutamente descuidado. Las
gentes producen con un método empírico y de momento, sin atender a un plan de
riqueza que, naturalmente trae en la mayoría de los casos una ruina a los
individuos. Si una sección es capaz de producir, pongo por caso, una cantidad X
de trigo sin atender al consumo, que implica el conocimiento y estudio completo
de la situación global, tendrá-como diariamente sucede-una superproducción que
colocara el precio por debajo del costo. Solo el Estado de criterio económico y
no político podrá actuar con elementos técnicos para clasificar e imponer la
cantidad, calidad y naturaleza del producto de cada sección y de cada
propietario, regulándolo en forma que tenga siempre un consumo, a fin de evitar
la superproducción en ciertas regiones con la falta del mismo artículo en
otras. El mundo moderno no puede marchar, le repito, con el criterio del querer
individual. Necesita un plan, aun cuando el muchas veces, casi siempre, limite
la actividad personal. Pero esa limitación, mirada colectivamente, redundara en
beneficio también de los individuos. Aquí queda comprendida la posibilidad de
nuevos cultivos y la indispensable industrialización agrícola, junto con su
exportación. No terminaría si me pusiese a detallarle cada uno de estos Puntos,
que todos dan base para un estudio aparte. Por eso lo resumo diciendo: estudio
por el Estado de la economía general para su ritmo y ensanchamiento e
intervención enérgica y capaz para su regulación y reparto con fin colectivo. Esto
podrá herir al especulador, y al inepto, pero dará un índice medio de riqueza
general.
El criterio debe ser el siguiente: división entre tierras no cultivadas
y tierras cultivadas. Las primeras deben pasar, caso de no ser cultivadas en un
tiempo no mayor de cinco años, a propiedad del Estado sin indemnización. En la
segunda se debe distinguir entre aquellas que ya lo estaban, y a las cuales los
trabajadores han llegado como arrendatarios. Si el trabajador las ha trabajado
al menos cinco años, sin que el poseedor del título se opusiera, estas deben
pasar a manos de los respectivos trabajadores gratuitamente. Eran tierras no
cultivadas; el poseedor del título ningún beneficio le había prestado a la
economía y a la riqueza de esas tierras, comenzó con el trabajo y nada más que
con él, luego sería inicuo, como hoy sucede, privarlo de una riqueza que solo él
ha formado para entregársela al que recibió un título en herencia y a quien al
cabo de los anos quiere aprovecharse ;del trabajo de los demás. Este es el llamado
problema de los colonos. Para el de los arrendatarios o trabajadores en tierras
cultivadas, que es un problema distinto, se debe aplicar una legislación
completa, que por cierto es muy difícil que resguarde todos los derechos, hoy
absolutamente nulos, del trabajador. Sobre este punto presente un proyecto que
estudia todos los aspectos y que seria, con las variaciones que su natural
imperfección imponga el que yo daría como programa de las relaciones entre
propietarios de las sierras y cultivadores. Revisión general de los títulos de
la propiedad rural para ponerles fin a los diarios conflictos sobre la materia.
Reglamentación forestal y de aguas, con un criterio de beneficio público.
Proclamación del statu quo entre trabajadores de la sierra y propietarios hasta
tanto el poder judicial decide las actuales controversias de acuerdo con las
nuevas reformas. Limitación de la propiedad de la sierra a una extensión de mil
hectáreas, consultando las regiones y la índole de las labores agrícolas o
pecuarias. Centralización de los baldíos de la nación. Organización del reparto
de sierras del Estado únicamente a quienes las trabajan. Pero aquí viene lo más
difícil y complejo del problema. La gente cree que baste dar sierras al
campesino. Ni mucho menos. Es necesario organizarle su producción e
intervenirlo para la elevación de su condición social, intelectual y moral. Hay
muchas regiones donde los campesinos tienen parcelas y sin embargo, siguen
viviendo, y hace lustros viven, en la más abyecta condición. Por eso la sierra
debe entregársele pero organizándose por el Estado en forma cooperativa su
producción. Creando cajas agrícolas de reserve, interviniendo técnicamente en
los cultivos, inspeccionando el índice de vida del campesino, creando las
normas en cuanto a la higiene, la familia, la educación física y mental, por
medio de un verdadero plan. Cada vez que yo medito en estas cosas comprendo
menos, mucho menos, el sentido individualista que para mí es criminal, de la
actual vida colombiana. Se le den tierras al campesino, se dice, pero al Estado
no le importa que continúe con la misma producción rudimentaria, en el mismo
estado salvaje en que permanece. Toda la concepción de nuestros estadistas se
traduce a transplantar al Estado el sistema de las urbanizaciones de los
comerciantes en privado. Esto es necio. Es algo distinto, diferente. No puede
ser la obra estúpida del gobierno de Cundinamarca, de simple negocio para dos o
cuatro hacendados y de ruin politiquería de funcionarios, la que predomine. La
sierra por si misma nada significa. Lo más difícil comienza en su elaboración,
y en los bienes que para nuestro campesino representa el enaltecimiento.
Sacarlo del embrutecimiento actual y hacerlo ciudadano consciente, libre, y
fuente de la riqueza nacional. Mientras eso no se haga con el enorme esfuerzo
que requiere y chocando valerosamente con los intereses creados que quieren
mantenerlo en la actual esclavitud, todo es inútil, no habrá verdadero país.
He hablado de cooperativas agrícolas, y eso me sirve para hacer una
demostración. Entre nosotros se expidió una ley sobre cooperativas que contiene
los principios fundamentales y universales sobre ellas. Aquí se ha aplicado. Y
que ha sucedido? Que no hay tales cooperativas, sino truts integrados por los
más pudientes, pero en los cuales los trabajadores han seguido siendo simples
asalariados, como antes, cuando las cooperativas tienden precisamente a
terminar con el tipo de asalariado actual. Ha faltado el criterio. Se ha
desvirtuado el sistema.
Incremento de la agricultura,
minería, ganadería e industria, también sometida a un plan, pero en
una forma efectiva y no retórica, con un criterio no de grupo o personal, sino
social. El Estado, a cambio, debe lograr las condiciones benéficas para el
trabajador. No en ese simple renglón precario, transitorio y casi nunca
cumplido, de los accidentes del trabajo, del descanso dominical, etc. Es
indispensable que el trabajo pierda la característica presente de que apenas
pueda servir para malamente comer y nunca vivir. Es necesario estabilizar el
trabajo y saber que él es el único recurso de la familia; pensar no solo en el
presente del trabajo, sino en su futuro. El capitalista trabaja no solo para
los gastos del día sino para formarse una renta para su familia y su vejez, el
trabajador debe tener la misma norma. Entonces será necesario la creación del
seguro social socialmente regulado, y que tenga fondos distintos de los del
mismo salario, y que deje un remanente, una renta. Esto implica la creación del
Banco de Previsión Social, que deberá funcionar con el 50 por ciento de las
ganancias liquidas de las empresas, fabricas, haciendas, comercio, etc., y
otras entidades similares. Pero no se trata, ni mucho menos, de entregar al
trabajador individualmente este mayor fruto, que mañana lo malgastaría sin
beneficio para él ni para la familia ni para la sociedad. Se trata de organizar
todo aquello con sentido colectivo de evidente beneficio, haciéndolo
retributivo, sometiéndolo por medio del banco de que le hablo y la posibilidad
de una verdadera empresa donde la explotación del hombre por el hombre
desaparezca y donde solo actúa la producción colectiva, en la cual todos son
propietarios y todos recogen en razón de sus capacidades, de su aporte y de sus
necesidades no como asalariados. Por algo esta formidable institución que
tendría varias secciones y fines distintos de los simples bancarios del tipo
privado, debe llamarse de previsión social. Permítaseme que a cada momento
insista en los casos particular es sobre el distinto criterio que nos guía y
los diversos resultados, pues en este país se cree que bastan los hechos sin
someterlos a sistema. Vemos, por ejemplo, que algunos predican esta
participación en los beneficios que, naturalmente se queda escrita, pues muchas
veces eso no es sincero. Pero, con igual criterio?, Bastaría entregarle una
mayor suma al trabajador sin más ni más? No, eso no representa nada. Ya lo
malgastaría, ya se vio en tiempo de la inflación. Se trata de un sentido social
nuevo que tienda a organizar colectivamente, violando, si es necesario, el
pretendido derecho individual, en aras de beneficios permanentes y eficaces,
limitando la natural falta de previsión y buen juicio de nuestro pueblo.
Regulación de derechos, garantías y mutuos deberes entre empresarios y trabajadores
de cualquier naturaleza, por medio de un código de trabajo, que francamente no sería
el actual ni el que en las cameras se ha discutido, sino que este influido por
el criterio nuevo. Regulación de los impuestos, procurando la supresión de los
indirectos, que solo las clases consumidoras pagan, con incremento de aquellos
que graven la renta (con excepción de los empleados y obreros, que hoy son casi
los únicos que pagan la renta), de aquellos sobre herencias y donaciones, sobre
el mayor valor de la sierra, de las riquezas inertes y de las especulaciones.
Progresiva nacionalización del crédito, comenzando en aquel que, técnicamente
regulado, vaya a utilizarse bajo un plan d la pequeña industria y cultivos
agrícolas. Acondicionamiento paulatino del crédito a la condición de servicio
público que debe tener, y no del simple negocio particular, sin el necesario
sometimiento a la economía, como hoy acaece. El crédito no puede ser un fin con
especulación autónoma, sino un medio regulado por el ritmo de las necesidades
del productor. Implantación del sistema progresivo de los impuestos, según el
origen de los bienes gravados y de los fines de los mismos. El Estado debe
nacionalizar los transportes y servicios públicos. Intervenir fuertemente en la
especulación para prohibirla confiscando sus ganancias in debidas que deben
entrar al Banco de la Previsión. Creación del Consejo Económico Nacional, como
suprema entidad reguladora y técnica de la economía formada como cuerpo
representativo de las fuerzas productoras. Regulación de los beneficios de
todas aquellas industrias y negocios que utilizan de los derechos de aduana,
para impedir que dicho beneficio, como en la actualidad sucede, vaya únicamente
en favor del empresario con perjuicio de la clase consumidora, que sigue
pagando los mismos precios en alquileres y en alimentación, a fin de evitar con
severas medidas la especulación e injustas ganancias que salen de la clase
media y obrera, pero con verdadero plan y como un sistema permanente.
Unificación de normas en los servicios públicos y sometimiento de estos a una
regla técnicamente consultada en cuanto a tarifas y condiciones, sacadas del
capricho individual, anárquico y arbitrario. Es verdaderamente desconcertante y
claramente sintomático de lo que en este país pasa, a virtud de su falta de
organización. Tomemos el caso de la gasolina. La producimos nosotros, se envía
a New York, y aun vale mucho menos de lo que aquí pagamos. Y así en muchos
artículos. Es la anarquía. Cada uno libra su batalla como mejor puede, pero eso
representa el bien de unos y la ruina general. Hoy la vida no puede vivir sin
plan, al capricho de la libertad del comercio y de la llamada libre
concurrencia, que es libre explotación del más fuerte contra el más débil. Y
sabemos muy bien que cuantas veces el Estado interviene, o más bien finge
intervenir, es siempre consultando el interés, no de la gran mesa del pueblo,
sino de los afortunados que dé el viven. Intervención fiscalizadora estatal en
las sociedades anónimas, y federación de estas en forma que evite la diaria
explotación de capitales ficticios y que impida la ilimitación de ganancias
especulativas. Organización en los municipios del trabajo ciudadano en
beneficio del progreso de nuestras poblaciones. Redención e incorporación de
las regiones indígenas a la economía general con la abolición de la disimulada
esclavitud en que se mantiene a su s habitante.
Vida social. En este punto,
ante todo la educación e instrucción. Creación de la universidad, que no
existe, como entidad unitaria con un funcionamiento armónico y con sus
secciones, consultando los distintos departamentos. Autonomía universitaria en
cuanto a su funcionamiento, pero estatalmente intervenida en cuanto a su
técnica y orientación. Limitación rigurosa en la posibilidad de coronar las
carreras llamadas liberales, a fin de impedir la abundancia y mediocridad de
los profesionales que vienen creando el grave problema de un proletariado
intelectual incapaz de triunfar en el ejercicio de su profesión y entregado hoy
a menesteres burocráticos distintos de aquellos para los cuales estudió.
Especial incremento de las carreras técnica s industriales para conseguir la
formación de los dirigentes de un grande incremento agrícola, comercial, etc.
Obligación por parte del Estado de la educación gratuita de todos los
ciudadanos hasta el límite de sus capacidades, previa la orientación
profesional debidamente estudiada. Libertad absoluta para las creencias
religiosas en la educación y división proporcional de los haberes de la
instrucción entre los planteles educativos de cualquier credo político,
filosófico o religioso. Sometimiento obligatorio de la instrucción particular
al plan técnico educativo nacional. Plan de educación de las regiones de
indígenas únicamente por nacionales. Educación secundaria en las escuelas
oficiales con mires a la capacitación profesional por los métodos que enseña la
sicología experimental. Escuela primaria obligatoria para todos los ciudadanos,
si n distinción de clases. Organización nacional incorporada a la educación pública,
de la instrucción artística del pueblo. Organización de la educación física
nacional. En esto puede ser factor decisivo el ejército. Unificación funcional
de la escuela primaria hasta la universidad. Creación del mutualismo escolar.
Creación de las universidades populares, organización de las bibliotecas
populares ambulantes. Función de la escuela en forma especial hacia la
capacitación agrícola o manual según el caso. Combinación de la escuela con la
organización de la pequeña industria, creando las cajas económicas escolares.
No es mucho dar conocimiento a los muchachos si al mismo tiempo no se les va
preparando la independencia económica. Las cajas económicas escolares de
sentido colectivo, aprovecharan los productos de la pequeña industria escolar,
que organizada nacionalmente podría dar enormes rendimientos, en los cuales
seria accionista el escolar. Este sistema de nada serviría si individualmente
se organizara y del trabajo se entregara a cada alumno el valor de lo que ha
producido. Pero esos pequeños trabajos reunidos en una organización
constituirían una grande empresa que permitiría derivar beneficios permanentes
para el estudiante que al terminar tendría ya una base económica para la lucha
por la existencia. Creación de la educación complementaria para toda clase de
trabajadores. Metodización de la higiene social por medio de un plan nacional
al cual deban someterse todas las secciones del país. Creación del cuerpo
técnico de defensa la especie. Con un tipo humano como el actual nuestro, roído
por el paludismo, la uncinariasis, etc., nunca habrá nación fuerte. Los hombres
de ciudad no han querido acordarse del estado de tragedia dantesca en que nacen
y se desarrollan las gentes del campo. Y no menos agudo es el problema de la
ciudad. Mientras haya estadísticas de mortalidad infantil que superan la mitad
de los nacimientos, según en Bogotá se ha registrado, es inútil pensar en otros
problemas secundarios. Esta campaña, que va no solo contra el estado patológico
sino en pos de la vigorización del tipo semi-normal, requiere que abarque el
estado prenatal, el natal, como aquel de desarrollo. Cuando esto se ha
emprendido rotundamente organizado? Jamás, porque es obra de futuro que poco
rendimiento da a la política de los "compadritos" de que hablaba
Keyserling, refiriéndose a nuestra América. Centralización de la asistencia pública
en cuanto a sus normas de actuación y supresión de sistema de las instituciones
autónomas provenientes de dineros públicos de cualquier naturaleza, de las
instituciones llamadas de caridad. Hoy son enormes las sumas que por loterías,
donaciones, etc., son recogidas para la asistencia pública. Sin embargo, una
absoluta desorganización existe, y carecemos de un método de conjunto que le
haga dar los verdaderos resultados apetecibles y permita el control, aboliendo
el espíritu de caridad y fervor en lo que debe ser obligación. No es extraño el
caso de que en un hospital no reciban enfermos, porque pertenecen a este o al
otro departamento. Creación de la judicatura social con representación directa
de las clases trabajadoras. Intervención de los trabajadores en las directivas
de las empresas por medio de delegados. Relaciones jurídico-sociales entre
capital y trabajadores en las directivas de las empresas por medio de delegados.
Normalización y fomento en la unidad sindical de trabajadores y de patronos
para el efecto anterior. Estas entidades, las de mayor fuerza en un país,
tienden a más de las relaciones sociales que les son inherentes, a reflejarse
en el Estado funcional, de que hablare adelante. Reconocimiento para la mujer
de todas las garantías sociales que hoy pertenecen únicamente al hombre, y
capacidad de aquella en igualdad con el hombre para actuar con los mismos
derechos. Abolición de las diferencias entre hijos legítimos e ilegítimos, y su
igualdad complete en todos los aspectos. Establecimiento del divorcio. Creación
de la institución de cooperativa nacional, la cual es imposible sin la
existencia de un. sindicalismo nacionalmente organizado y defendido por el Estado.
Se trata, en una palabra, de una riqueza permanente para el trabajador, que lo
libre de las contingencias de simple asalariado. Los esfuerzos individuales
diseminados jamás podrán darle ningún beneficio ni capacitarle para una
creación de rendimientos. Pero esos esfuerzos unificados -y solo pueden serlo
por la acción del Estado-redundaran en elementos formidables de potencia
económica. Estabilizar al trabajador. Esto implica, a su turno, la función
fiscalizadora del Estado en la economía o gasto de esos recursos provenientes
de una organización en común. Lo mismo que para el Banco de la Previsión
Social, que con las demás entidades, la cooperativa y la escolar de pequeña
industria, debería constituir una verdadera federación de entidades de
producción económica de los empleados, obreros y todos los que hoy dependen de
un salario. Lucha contra la criminalidad, con unidad de sistemas y fondos en
toda la nación con los métodos de la ciencia actual sin transacciones
parciales. Creación del consejo de propaganda social sobre todo en lo referente
a higiene, enfermedades, hábitos, vida familiar y social . Incorporación del
ejército a la obra de reconstrucción económica y humana de los colombianos por
medio de la capacitación de la tropa en la industrial, agrícola y cívico, para
dirigir la economía campesina y demás medidas tendientes a su liberación moral
y física.
Deseamos y queremos un fuerte impulso nacionalista. Pero el nacionalismo
nuestro tiene un contenido diverso de aquel de las grandes potencies. En estos
países fuertes, de saturación económica y demográfica, la fuerza nacionalista
necesariamente tiene un sentido centrifugo, conquistador, sobre los pueblos
débiles aun no saturados. En nuestros países débiles, por el contrario, el
nacionalismo, es necesariamente defensivo. Tiene una orientación centrípeta.
Nuestro nacionalismo debe expresarse en dos formas: económica y sicóloga. La
primera nos defiende del abuso imperialista, la segunda-como sucede en México y
Argentina- nos estimula a la creación de la cultura, el arte, la industria
colombiana, por una ley elemental de sicología, de acuerdo con la cual ciertas
fuerzas profundas de egoísmo y de pundonor, encausadas diestramente, se
expresan en vigorosa creación.
Cómo opinan aún hombres cuyas ideas van más allá de las nuestras? Habla
Stalin: "para ser revolucionario un movimiento nacional no es
absolutamente necesario que este compuesto de elementos proletarios, que tengan
un programa revolucionario o republicano, una base democrática. La lucha del
Emir de Afganistán por la independencia de su país es objetivamente una lucha
"revolucionaria" a pesar del monarquismo del Emir y sus ayudantes,
pues debilita, descompone y mine el imperialismo, mientras que la lucha de los
demócratas, "socialistas", "revolucionarios" y republicanos
como Kerensky y Zserelli, Renaudll y Scheldemann, Tschernof y Dan, Handerson y
Clynes, durante la guerra imperialista, era una lucha "reaccionaria",
pues tenía como resultado disfrazar el imperialismo, consolidarlo".
Estado. Para un plan de
esta índole el Estado debe tener una constitución y organización distinta. Se
trata, en primer lugar, de que el Estado pierda la única significación actual
de politiquero y burócrata, para adquirir su carácter funcional de Estado
económico y de actuación social. El Estado representa actualmente solo los
intereses de un grupo minoritario. El Estado, en una primera etapa, debe
representar todas las clases y defender especialmente a la que lo necesita, o
sea la gran mayoría de los desheredados. Esto implica el cambio en el origen de
su formación. Este origen en lo presente se debe a los círculos politiqueros y
caciquiles, sin relación con el hecho esencial, de la economía y de la
condición social. Para remediarlo debe tender a la formación de sus órganos por
la representación de los órganos productores en la economía. Su elección debe
hacerse por el voto de las fuerzas económicas proporcionalmente. Los
parlamentos deben ser elegidos por el voto sindical de trabajadores de todo
orden y de patronos. El Parlamento debe representar las fuerzas económicas y no
las combinaciones politiqueras sin ningún respaldo de la verdadera actividad pública.
No queremos un Estado para regalo de quienes lo usufructúan, sino un Estado
para la vida económica y social de todo el pueblo. Quienes lo sirven no deben
hacer de el-como hoy repugnantemente sucede-el premio a sus labores
electorales. Lo cual quiere decir que somos partidarios del sistema
democrático. Así concebimos lo que hemos venido llamando la democracia
económica y no la democracia de asiento político y por círculos territoriales,
que no puede ofrecer sino la presente mentira. Si el Estado es un gestor
técnico, debe estar desempeñado por hombres que no tengan otra condición que la
del conocimiento y la aptitud moral. Esto implica la carrera administrativa
rigurosa, con admisión por cualidades demostradas para el trabajo y con
ascensos únicamente basados en el mayor rendimiento dado. Se deriva también de
allí la necesidad de una legislación penal violenta, si usted lo quiere, para
el castigo de los defraudadores. Ningún empleado debe serlo mientras no se
someta a concurso, no declare los bienes que tiene y no tenga que demostrar, en
el caso que sea necesario, de dónde ha habido los bienes que al retirarse ha
logrado. En este sentido, el empleado es un trabajador y debe tener todas las
garantías que para el hemos proclamado en el trabajo privado, en forma de
estabilizarle la vida económica y darle un rendimiento no de beneficencia, para
el tiempo de su jubilación. El parlamento en este caso, como gestor de interés
económico y social, tiene que darse la organización de un cuerpo de trabajo y
ser responsable, por parte de cada uno de sus miembros, de su actuación. El
parlamento, como entidad, debe ser soberano, pero no lo deben ser sus
individuos, ya que en este caso se trataría del sistema de la impunidad.
Los órganos del Estado y sus departamentos, serán autónomos en su
actuación, pero debe existir una rígida norma central en cuanto a los rumbos, y
normas generales del actual. Hoy se discute mucho la fórmula de Núñez entre
independencia económica de las secciones con unidad política. Pero es que entre
la economía y la política en el sentido nuevo, puede existir esa separación
fundamental? No, la política del Estado es la forma de administrar la economía
del Estado. De modo que en la actuación debe existir la economía del Estado. De
modo que en la actuación debe existir la economía, pero en el plan para esa
acción, en las normas que lo inspiran, un gobierno revolucionario tiene que ser
centralista, o lo que es igual, organizado y metódico antes que anárquico, ya
que en su punto de vista es el colectivo o general. Dentro de nuestra
politiquería, los roces y fricciones tienen que venir, pues solo el criterio
electoral domina. Ejemplo, el caso de Antioquia con su ferrocarril. Pero en un
Estado económico, todo aquello tiene que desaparecer El órgano judicial no debe
seguir dependiendo de la política. Su constitución debe darle la competencia
por medio de recursos o de ascensos. Debe ser una carrera que comience en el
concurso para el juzgado municipal y llegue hasta la magistratura de la Corte
sin intervención colectiva de los órganos legislativo y ejecutivo. Competencia
y honorabilidad, que no se consiguen por más reformas que se hagan, mientras la
revolución en esta materia no sea de fondo.
Y como un Estado actúa por medio de normas, de leyes, ha de venir la
transformación de nuestra legislación en armonía con el nuevo criterio.
Necesitamos una legislación civil, pues que la nuestra representa el sistema
romano absoluto. Ahí tenemos códigos modernos en esta materia, como el de
México, que sería una norma. Una legislación comercial, lejos del criterio
actual, que permita la eficaz y rápida protección del comercio y que mantenga
la vigilancia del Estado hasta la posibilidad de impedir la especulación. Una
legislación penal, que no puede ser otra, si es que algo distinto del paliativo
cobarde quiere hacerse, que la proclamada por la escuela positivista con las
adaptaciones que el medio social nuestro impone. Una legislación procedimental
que de rapidez a los juicios y rompa todo un sistema de retardos inútiles y
perjudiciales. Una legislación obrera y campesina que este dotada ante todo de
eficacia, impuesta por una judicatura que no sea la representación exclusiva,
como hoy, de los intereses de la clase poderosa. Y así sucesivamente.
Una legislación constitucional, que nos aparte de la autocracia
consagrada por la constitución del 86, sorda a todos los complejos económicos y
sociales de la hora, y que hace reposar la vida total del gobierno en la sola
voluntad del presidente de la república. Basta haber hecho la exposición
anterior para demostrar que tal obra no podría realizarse con la actual
Constitución. Esa autoridad ilimitada debe terminar, para dar comienzo al juego
político que descanse sobre la conformidad del gobierno con el criterio de las
plataformas políticas, conformidad expresada por quienes representan los
distintos intereses en un sistema democrático económico. Así, los ministros o
supremos gestores en su ramo, no dependerían de la arbitraria simpatía o antipatía
personales, sino en la conformidad de estos con las bases o plataformas que los
diversos grupos políticos presentaren. Para eso debe existir el veto de censura
y el llamamiento condicional y condicionado de los diversos partidos o fuerza
de opinión.
Ese Estado respetaría y debería respetar todas las creencias religiosas
y mantendría relaciones con la Iglesia por medio de concordatos, los cuales
deberían partir de la norma inmodificable de la absoluta independencia del
Estado y de la Iglesia, limitación de esta al simple radio de la actividad
espiritual con dominio pleno para evitar el encuentro de legislaciones
distintas dentro de un mismo país como actualmente sucede. Rechazamos el
jacobinismo anticlerical, que pretende desviar el sentido de la lucha de su
verdadero objetivo para colocarla en un plano embustero. Pero proclamamos como
inadmisible el que a la sombra de un poder espiritual o religioso, puedan
fortalecerse preeminencias económicas abusivas ni ventajas de casta ante la
ley. Rechazamos todo fuero menos el diplomático, ante la acción de la ley.
Una ideología política, cuando quiere
ser fecunda. Debe consultar los diversos componentes que la integran, ya que solo
así puede alcanzarse el ritmo de armonía que es la suprema concepción del bien
social. De nada nos servirían todos los sistemas si pasamos de largo en el
examen del momento en que esas concepciones deben ser actualizadas. Es a través
del hombre que todo método alcanza realidad vital. El hombre representa dentro
de la vida política, el prisma a través del cual se refractan las determinantes
del mundo externo. Yo sé muy bien que en Colombia, y sobre todo en los hombres
de las nuevas generaciones, este factor por virtud de una fraccionaria
comprensión del sistema experimental, quiere ser desdeñado, aplicándole a los
sistemas sociales un criterio mecanista que concluiría en la irremediable
fatalidad. En todo proceso político puede haber entre los elementos que lo
integran gradaciones de posición, de tiempo, pero todos tienen un valor igual de
conjunto en el momento en que las ideas entran en contacto con la realidad.
Podría agregar que no es permitido olvidar como todos los hechos de la vida de
relación tienen su origen en la presencia, o mejor, existencia del hombre.
Mientras esta vida de relación, esta convivencia humane, no se presentó, no
pudo hablarse de relaciones jurídicas, ni de derechos ni obligaciones, ni de
problemas de la producción o del reparto.
Cien veces se ha repetido que Robinson Crusoe en su isla no puede ser
sujeto de derechos, ni en tal concepción puede imaginarse ningún problema de
los que preocupan la atención de economistas y sociólogos. La vida de relación
no puede ser comparada, con criterio apriorístico, a la vida fatal y autónoma
que regular las leyes del cosmos físico. Es verdad que la vida social está
regulada en orden a un proceso de transformación determinante, pero no es menos
verídico que ese proceso determinante se refleja y resume en lo determinado,
que es el hombre. Ese hombre que ha recibido las determinaciones actúa,
determinadamente, pero actúa. Que el hombre colombiano, y por tanto los
partidos, han sido determinados hacia nuevas concepciones, es evidente. Pero
que el retardo, o la victoria más próxima, dependerán de su voluntad
batalladora o de su pereza, de su capacidad para la organización, para el
pensar y para la lucha, o de su indolencia, es algo que no puede discutirse.
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