Enrique Dussel es profesor en el Departamento de Filosofía
en la Universidad Autónoma Metropolitana (UAM) de Iztapalapa (ciudad de México)
y licenciado en filosofía de la Universidad Nacional de Cuyo, Mendoza
(Argentina), país del cual tuvo que salir exiliado en 1975. También cuenta
con un doctorado en filosofía de la Universidad Complutense de Madrid, un
doctorado en historia en La Sorbonne de Paris y una licencia en teología en
Paris y Münster. En entrevista con, desde Ciudad de México, habló
de cómo la tecnología no ha podido encontrar una salida concreta a la crisis
ambiental.
El filósofo Enrique Dussel explica la apuesta a la descolonización del conocimiento en América Latina como una salida a la crisis medioambiental actual.
El filósofo Enrique Dussel explica la apuesta a la descolonización del conocimiento en América Latina como una salida a la crisis medioambiental actual.
Hablemos de lo que
significa descolonizar el pensamiento, una idea que usted y el Grupo de
investigación modernidad/colonialidad han venido impulsando en las academias de
América Latina y el mundo. Ahora tiene más
actualidad que nunca lo que comencé a escribir hace 40 años. Pero al mismo
tiempo, gracias a Aníbal Quijano y a otro grupo de profesores en Estados Unidos
y en otros países, este tema de la descolonización epistemológica ha tomado
mucha fuerza. Creo que nuestra problemática empieza a tocar eso que se llama
‘pensamiento universal’, que es el eurocentrismo pero ahora globalizado. Hemos
empezado a poner nuestras preguntas a un nivel mundial, lo que nunca había
acontecido, éramos una periferia intelectual de segunda. Nuestros filósofos de
la U. Nacional y sobre todo de la universidad de los Andes siguen repitiendo a
los europeos como Heidegger y Habermas. Yo conozco y conocí personalmente a
muchos de estos filósofos europeos que hemos endiosado en las academias, pero
en la actualidad pensamos más allá que ellos y planteamos problemas que no
pueden dimensionar porque no tienen la experiencia y porque se han encapsulado
en un provincialismo que ya debe quedar en el pasado.
¿Por
qué cree que la apuesta por la descolonización del conocimiento está tomando fuerza
en las academias de filosofía del mundo y está quitándole terreno a la
filosofía analítica y otras tendencias? La filosofía analítica es una
filosofía del lenguaje, formalista. La misma escuela de Frankfurt ya habían
realizado una fuerte crítica a su repetición de lo real pero fetichizado,
moviéndose hacia un pensamiento abstracto que puede ser dicho en cualquier
lugar y no vale para ninguno en concreto, lo que resulta en una generalización.
Leer el trabajo de Karl-Otto Apel me permitió hacer una crítica a la filosofía
analítica. Ha sido un diálogo largo con él, maestro de Habermas. Allí
capté muchas cosas que me faltaban y ese diálogo me resultó muy provechoso. De
igual forma ellos ya habían caído en un cierto formalismo eurocéntrico
del cual no han salido, mientras que nosotros hemos avanzado mucho más en en
diversos temas.
Entonces, ¿la
apuesta de la descolonización epistemológica está tomando fuerza debido a que
se da cuenta de la realidad práctica ? Hacia 1969 e inicios de 1970 Salazar
Bondy hizo una pregunta crucial ¿es posible una filosofía en América Latina? y
respondía ‘no, porque somos colonia’. A ello se le sumó la respuesta del
mexicano Leopoldo Zea quien dijo; ‘no, porque la filosofía es universal y
siempre se practicó’. En este debate terció la Filosofía de la Liberación que
afirma que desde luego siempre existió una filosofía latinoamericana,
pero nunca fue reconocida mundialmente y los filósofos latinoamericanos en
muchos casos no aparecen en la historia de la filosofía universal. La filosofía
Europea no es universal. Empezar a pensar en estas condiciones y cómo librarnos
de esa situación de periferia, -para usar los términos de aquellos años de
centro periferia de la teoría de la Dependencia- es empezar a pensar de otra
manera.
¿Cuál
es la finalidad de la apuesta por la descolonización epistemológica? La crítica al eurocentrismo va a ser
que los europeos se descubran a sí mismos. No sólo que descubran el ‘Sur’, sino
que examinen el papel que ha cumplido Europa en la modernidad. También va a
impulsarles a tomar conciencia de que muchos de sus inventos vienen de Asia y
Oriente. Ellos quieren ayudar a los países que fueron sus colonias y que hoy
están en crisis pero invierten el 1% y sacan el 99% en el intercambio desigual
del capitalismo. La tasa de ganancia tiene que dejar de ser el criterio de
racionalidad, tenemos que pasar a criterios cualitativos, a criterios tales
como si las personas viven mejor. Esa ‘no conciencia’ de ser el sujeto de
dominación junto a grandes descubrimientos tecnológicos de la modernidad que
también tocan su límite ecológico, están liquidando a la humanidad. Por eso
Walter Benjamín habla de la necesidad de usar el ‘freno de emergencia’, pero no
hay freno, ni siquiera la tecnología lo ha descubierto porque el capitalismo no
tiene freno, el aumento en la tasa de ganancia es infinito, además los que
acumulan capital nunca estarán saciados.
Háblenos
un poco más de la modernidad… La modernidad está
llegando a su límite de destrucción de la vida en la tierra y generando una
desigualdad gigantesca. Eso es eurocentrismo porque creen que han construido
una gran civilización. En parte sí, pero fue algo que empezó en China y en el
mundo Árabe, como lo evidencian las matemáticas y los vestigios de revolución
industrial en China mucho antes que en Inglaterra. Además, los europeos
dependen de Asia y no lo reconocen. Por supuesto en Asía también hay otras
formas que están aniquilando el mundo, como el estanilismo chino que ha
superado en producción a los Estados Unidos causando igual o más daños
ecológicos con su modelo de producción.
¿Por qué nunca usa el concepto de ‘posmodernidad’? La crítica es a la modernidad. La posmodernidad es una etapa última de la modernidad. Desde que surgió la idea de lo posmoderno, yo realicé una fuerte crítica pues es una apuesta eurocéntrica. El mundo nunca vivirá ‘la condición posmoderna’ porque desapareceríamos antes por situaciones ecológicas, si viviéramos el mismo estilo de vida de Europa necesitaríamos otro planeta para sustentar nuestro estilo de vida. De lo que se trata es de ir más allá de la modernidad, en una nueva edad del mundo, que va a ser poscapitalista y ecológica. El pensamiento decolonial va a redescubrir Europa, por ello hay que pensar en una nueva sociedad, la palabra socialismo le queda muy chica.
¿Por qué nunca usa el concepto de ‘posmodernidad’? La crítica es a la modernidad. La posmodernidad es una etapa última de la modernidad. Desde que surgió la idea de lo posmoderno, yo realicé una fuerte crítica pues es una apuesta eurocéntrica. El mundo nunca vivirá ‘la condición posmoderna’ porque desapareceríamos antes por situaciones ecológicas, si viviéramos el mismo estilo de vida de Europa necesitaríamos otro planeta para sustentar nuestro estilo de vida. De lo que se trata es de ir más allá de la modernidad, en una nueva edad del mundo, que va a ser poscapitalista y ecológica. El pensamiento decolonial va a redescubrir Europa, por ello hay que pensar en una nueva sociedad, la palabra socialismo le queda muy chica.
Entonces, ¿qué
modelo propone? Una nueva edad a la que quizá la
palabra socialismo le queda muy chica, ya que hemos visto que también es
antiecológica y no contempla la liberación de la mujer ni la naturaleza, ni el
respeto a los ancianos. Marx sí, pero no el socialismo. Debemos construir una
nueva visión y a eso le llamo ‘transmodernidad’, no posmodernidad. Se trata de
un debate que dio Bolívar Echeverría quien decía que teníamos que impulsar una
modernidad sin capitalismo. Pienso que tenemos que ir más allá de la modernidad
y del capitalismo que es la economía de la modernidad. No se puede ir más allá
del capitalismo sin ir más allá de la modernidad, el marco categorial moderno
es el problema, ya que sustenta una economía devastadora.
Algunos
de los gobiernos latinoamericanos se encuentran en un tremendo dilema: ahogarse
en los préstamos internacionales o crecer económicamente usando los recursos
naturales que existen en sus territorios ¿cuál es su opinión? En mi último libro ‘16 Tesis de Economía
Política’,- publicado por la editorial Siglo XXI Editores- lo que muestro es
que no una hay alternativa sino que existen muchas. El capitalismo va a
terminar porque nada es eterno, pero no hay que señalar de inmediato qué
alternativa ya concluida y fija se tiene a la mano. El capitalismo surgió
contra el feudalismo y ni siquiera sabían lo que estaban haciendo. Nunca una
alternativa tiene un sistema explícito, ni siquiera el socialismo, puesto que
como vimos, era mucho más racional que el capitalismo y quería producir mucho
más deformando las ideas de Marx. Por supuesto el mercado tampoco es la
solución.
Algunos
críticos han señalado que buscar en siglos pasados la solución al presente en
otras realidades sería algo contradictorio a la apuesta de la descolonización.
¿Usted qué piensa? La
teoría surge de la praxis, y la praxis va por tanteos. Sí voy por una calle y
si no tiene salida. La vida fue evolucionando sin un proyecto, no era
teleológica sino que construía criterios. No ha habido un proyecto teleológico
implícito en las macromoléculas del universo para producir la vida. Todo ello
fue pasando. Lo que sí puedo hacer es criticar con vehemencia al
sistema actual y sus límites que se han vuelto peligrosos porque van hacia la
extinción de la especie humana. En ese sentido Bolivia es el país más
interesante hoy, porque las comunidades indígenas no han perdido sus
tradiciones, estuvieron antes de la modernidad, durante y estarán después de la
modernidad. Tienen criterios ejemplares como el respeto a la naturaleza, que es
una actitud metafísica y ética que hay que recuperar. Europa tiene en su mismo
corazón grandes pensadores críticos, y la crítica decolonial no se trata de
rechazar lo que hicieron en Europa sino saber quiénes hicieron la crítica
a la modernidad, cómo se transforma en pertinente, y cómo puedo desarrollarla.
No es descartar todo lo logrado por Europa. De cada civilización tomemos lo
fuerte, lo interesante, lo crítico y lo desarrollaremos en la situación actual.
¿Desde
qué época se puede rastrear la crítica a la modernidad y la filosofía
Latinoamericana en nuestro continente? Por ejemplo en el año 1514,
Bartolomé de las Casas realizó una fuerte crítica a la violencia contra
los indígenas, lo que se convierte en una crítica a la modernidad misma, un
siglo antes de la producción filosófica de Hobbes y Humme. De las Casas es tan
sólo uno de los ejemplos de los hombres que ya sentaban su pensamiento en el
siglo XVI y que se anticipaban a la modernidad. Lo que pasa es que este siglo
desapareció de la historia que se ha hecho hegemónica con las obras de
Hobbes, Hume y Kant, y lo que paso en el siglo XVI no se estudia. Entonces,
la primera tarea epistemológica es repensar el largo siglo XVI cuyo centro fue
España y la primera experiencia fue América Latina, esto quiere decir que
nosotros somos la otra cara de la modernidad desde hace cinco siglos.
¿Pero,
incluir y aceptar en pleno esas categorías ‘impuestas’ no sería desconocer la
variedad de modos de producción que conviven en América Latina en una misma
espacialidad y temporalidad? En América Latina hay
una elite criolla y moderna, además racista como dice Aníbal Quijano, pero
colonial de todas formas. Bolívar en la Carta de Jamaica se pregunta ¿quiénes
somos? y no sabe responder porque él es blanco criollo. Sí usted le hace esa
misma pregunta a un indígena, sí sabe que responderle porque ha estado desde
hace miles de años siempre. Bolívar pertenece a una elite, modernizada blanca y
colonial, entonces lucha contra la colonialidad a medias, políticamente crea el
estado y los demás aparatos pero no se da cuenta de todo lo que hay que descolonizar
como la ciencia, la ideología, la economía. El pensamiento latinoamericano ha
puesto grandes preguntas de significación mundial, nuestros libros han sido
traducidos a todas las lenguas, ahora pensamos y ya cuando decimos algo nos
miran con respeto.
http://enriquedussel.com/
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