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El valor de José Laurencio Silva fue decisivo en Junín y Ayacucho

El valor de José Laurencio Silva fue decisivo en Junín y Ayacucho
Esta clase de hombres contribuyó decisivamente con su ejemplo a la causa emancipadora, pues el coraje y empeño a la hora de dar cara al enemigo en los campos de batalla, indujo la emulación y respeto del grueso de los jinetes, quienes temían quedar como menos valerosos en la refriega
El 7 de septiembre de 1791 nace en El Tinaco, Cojedes, el prócer José Laurencio Silva, cuya actuación a lo largo de la gesta emancipadora es ejemplo de arrojo, amor a la patria y lealtad a los proyectos del Libertador Simón Bolívar, a quien acompañó hasta el Perú y Bolivia. Incluso se integró a su círculo familia más íntimo en 1827, al contraer matrimonio con la su sobrina Felicia Bolívar, hija de Juan Vicente Bolívar, el hermano del Libertador fallecido en 1812.

HOMBRE DE FILAS

Al igual que Manuel Cedeño, Juan José Rondón, José de la Trinidad Morán y muchos de quienes se sumaron a las filas independentistas desde 1812 -cuando estuvo a las órdenes de Francisco de Miranda- Silva obtuvo cada grado, desde soldado hasta general, conduciendo personalmente escuadrones y destacamentos de caballería en los combates en los que tomó acción.
Desde 1813, Silva se caracterizó por su lealtad inquebrantable al proyecto continentalista de Simón Bolívar. Sin embargo, como otros valientes, no logró dar el salto de pensamiento que habría posibilitado impulsar en torno a Antonio José de Sucre, la continuidad del legado del Padre de la Patria una vez que este desapareció.

“¿DÓNDE ESTÁN LOS ENEMIGOS?”

En los tiempos en los que se constituían nuestros primeros ejércitos y las tropas perfilaban su conciencia de patria, la disposición de combate de numerosos soldados dependía mucho del arrojo de sus jefes inmediatos. Estos, casi siempre debieron probar su jefatura y don de mando al frente de su escuadrón, en medio de la batalla. Y en este punto, el desempeño y contribución de José Laurencio Silva fueron decisivos en para mantener alta la moral de la tropa.
Esta clase de hombres contribuyó decisivamente con su ejemplo a la causa emancipadora, pues el coraje y empeño a la hora de dar cara al enemigo en los campos de batalla, indujo la emulación y respeto del grueso de los jinetes, quienes temían quedar como menos valerosos en la refriega.
En la batalla de San Mateo de 1814, el Libertador encomendó a Silva que diariamente asaltase un puesto enemigo muy reforzado. En un momento del choque, Silva y los suyos en lucha cuerpo a cuerpo con el enemigo quedaron rodeados, y cortada su retirada ante varios centenares de bovecistas. En tan inminente peligro Silva y el oficial Landaeta “juran sobre la cruz de sus espadas morir antes que rendirse, y a la cabeza de treinta soldados que les quedaban, rompen a bayoneta las filas enemigas y logran incorporarse al grueso del ejército”.
Es elocuente la expresión de Silva en Araure, quien jamás preguntaba cuántos son los enemigos, sino “¿dónde están?”.

ESTIMA DE BOLÍVAR. 

José Laurencio Silva integró el cuerpo de oficiales que habría de llevar las armas libertadoras más allá de la Gran Colombia. Interviniendo en batallas y participando en entradas triunfales hasta Potosí.
Como reivindicación de Silva por sus méritos indiscutibles, y para reiterar la vocación de cambios que animaba al Libertador en el marco de una sociedad de castas y rígidos prejuicios, como era la América que surgió del régimen colonial, éste dispuso que Silva contrajese matrimonio con su sobrina Felicia. En Caracas hubo cierta muestra de inicial disconformidad, tanto en el ala conservadora de la familia Bolívar y otras del mantuanaje caraqueño, pues Silva no era blanco.
Estando al frente de la provincia de Guayana en 1828, y debido a un serio altercado con el también prócer Cruz Paredes, Silva escribe al Libertador “suplico a V.E que no me de más mando, lo que quiero es irme al lado de mi familia y trabajar para mantener a mis hijos”.

EN JUNÍN Y AYACUCHO

Fue decisiva la actuación de Silva en Bomboná. En Junín, el prócer de El Tinaco encabezó, junto al inglés Felipe Braun, el primer grupo de lanceros patriotas que rompió la muralla de lanzas y sables opuesta por la caballería realista. Su coraje en la jornada le hizo acreedor al título de “Héroe de Junín”. En Ayacucho, a la cabeza de los Húsares de Colombia, Silva se empeñó en los episodios más reñidos de la acción, resultando seriamente herido desde el comienzo. Pese a ello se mantuvo al frente de sus hombres “flaquearon los realistas -apunta Manuel Ancízar-, Silva con su caballería los desordenó y el destrozo fue general”.
En Ayacucho, mientras José María de Córdova encabezada con la infantería el choque de las bayonetas, Silva acometía con sus jinetes un ala realista al pie del barranco por donde descendían los realistas en busca de los patriotas, y donde se decidió la acción a favor de éstos. Concluida la acción, y en el mismo campo, Antonio José de Sucre otorgó a Silva el grado de General de Brigada

¿TRASPIÉS FINAL?

A comienzos de la Guerra Federal, José Laurencio Silva jefaturó tropas del bando conservador gobernante. Se cuenta que en un encuentro, Ezequiel Zamora desde una de trinchera le increpa “General, Ud es heredero de la historia de Bolívar, no defienda Ud los intereses de la oligarquía”. Lo cierto es que Silva intervino por poco tiempo en la Guerra Federal, pues renuncia a su cargo en el ejército para atender los asuntos familiares.

“PERSEGUIDO A MUERTE”

“(…)perseguido de muerte, cercado de inminentes peligros, viose [José Laurencio Silva en 1814] en tan desesperada situación, que el día era enemigo implacable, la vista humana amenaza. Desencadenadas todas las malas pasiones, estimuladas con la propina vil de la ganancia y acariciadas por todo linaje de halagos y promesas, la delación era granjería, la persecución merecimiento y la crueldad título, el crimen autoridad. Solicitaban los rencores de la época, los negociantes de sangre humana, con más empeño y diligencia la captura de un patriota [Silva]. ¡Entristece el ánimo y pone luto en el corazón la consideración filosófica de los abismos a que desciende el espíritu humano!

¿Qué hacer? ¿Qué camino seguir? Evitar la luz, la sociedad, envolverse en las sombras de la noche, sepultarse en el silencio del olvido, desaparecer en la soledad…huir de los hombres, entregarse a las fieras. Tomada tal resolución internóse nuestro héroe en lo más recio de una montaña…y creyóse seguro y libre de persecuciones(…)Y allí permaneció Silva por más de tres meses, disputando a las fieras de día. Luego al fin desesperado…salióse de la montaña a media noche y siguió al Tinaco a la casa materna(…)Por desgracia, una criada desleal…puso en cuenta de ello a un furioso realista(…)cuando súbitamente cayeron sobre aquel grupo que simbolizaba los afectos más santos del corazón, veintiseis furias..y Silva maniatado, sereno, impávido ante la muerte, fulminante de ira ante los enemigos de la patria. Por toda gracia…[los realistas] resolvieron llevarle al Pao, laboratorio de cadalsos…” [Ramón Azupurúa]

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