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Río Bogotá: Los Caminos del Agua


LOS CAMINOS DEL AGUA. Tradición oral de los Raizales de la Sabana de Bogotá
LOS CAMINOS DEL AGUA


Los Caminos del Agua
Caminos permanentes: Columnas, cadenas y túneles de oro
Caminos estacionales
De viejos matrimonios y amantes: primer invierno marzo-mayo
De esposos celosos: primer verano junio-agosto
Segundo invierno y segundo verano: septiembre-noviembre y diciembre-enero
Los caminos de la Conquista: templos, campanas y cruces
Los Diablos y las piedras encantadas

   Cada cerro es un punto denso dentro de un tejido mayor. Narrar es equilibrar entre la autonomía de cada cerro, y su dependencia de la red general de toda la Sabana, pues están enlazados por la base (subterráneo y fluvial), como por la cima (meteorológica), conectando las Casas de Agua interna, y externamente. La Red permanece gracias al nombre del cerro que condensa toda su vida, nos eleva a la cima o desciende a los túneles subterráneos para percibir crecientemente todos sus fenómenos, como los acontecimientos antiguos y modernos, que se le suman y mixturan. Por ejemplo Majuy refiere un punto autónomo y dependiente de Juaica, Fusca, Chía, Suba y Siberia: las aguas que se mueven en los valles del Río Bogotá, Chicú y Siberia, donde todos los nombres retoman su sentido perdido durante el largo proceso de colonización. 1 Pero la suma de todos ellos movilizan la totalidad de las aguas en la Meseta Cundiboyacense, sus piedemontes de los Llanos y el Magdalena, y su descenso a Santander.

   Los Raizales usualmente solo nombran la Sabana de Bogotá, y para referirse a la Meseta le incluyen Boyacá, por lo que la llamé Tierra fría en contraste a las Tierras calientes que la rodean. No hay una tierra caliente genérica (como Los Llanos, o el Magdalena), sino que nombran los antiguos caminos de descenso prehispánico y colonial (caminos Reales) que subían a la Meseta productos de pueblos en particular (Pacho2 o Anolaima y Sasaima3), o por su destino (a salir a Villavicencio). Los Mojanes viajan a los pueblos en los extremos que reciben este comercio (Facatativá, Zipaquirá, o Fúquene) a mercar, bañarse, trocar alimentos o sal, pero aparentemente no descienden. Entre una y otra tierra caliente (Anolaima y Sasaima, diferente de Pacho) está el Páramo de Guerrero que las diferencia y divide desde las alturas de la Sabana en descenso, diferenciando las cabeceras.

   La Tierra fría es una gran olla de ríos, con puntos reconocidos de descenso rápido o intempestivo, que marcarían sus límites o puertas. La cuenca cerrada del río Bogotá, con su caída única y abrupta en el Salto del Tequendama, mientras los otros ríos aceleran su caída en ciertos puntos a tierra caliente (como el Chicamocha, Suárez, o el Río Negro de Sumapaz y la Calera); o nacen en los filos exteriores del piedemonte de la Meseta, sin abrevan las aguas del interior de la Meseta, como las cabeceras del páramo Sicunsi para el río Cravo Norte, o el páramo Chingaza para el Garagoa. 4    Particularmente el salto de Tequendama es un punto de cierre para toda la Sabana, pues entre la Laguna de la Herrera y el Salto no hay ya afluentes de retorno para los Mojanes y encantos que salen en ciclos a recorrer el río Bogotá. El Moján Juan Díaz es el dueño y señor del Salto, se sienta en sus riscos y defiende su laguna que es la hoya o pozo de la cascada, y por sus profundidades sale al mar. 5 Además de éste, no hubo otros testimonios explícitos de conexión con el mar por las profundidades de las lagunas, pero si que algunas tenían agua salada en sus fondos. El Salto es la última estación antes de descender al mar fluvial o subterráneamente, del que no retornan jamás porque hay que comer y por donde nadar. No hay narraciones que cuenten de nubes del mar en retorno hacia la Meseta, así que el Ciclo del Agua de los Raizales empieza por las nubes que dentro de la Meseta, enlazan las cordilleras de cerro en cerro.

   En la Sabana, a cada cordillera (de norte a sur) se la divide generalmente entre dos municipios, y se destacan siempre dos Mojanes mayores en cada una, Mojanes esposos conectados por cadenas de oro. Pero también conectan a cada uno con los vecinos de las cordilleras que les van paralelas, Mojanes amantes conectados por nube, o por túneles bajo los valles. Los Mojanes alimentan sus lagunas ocultas, y resumen a lo llano, convertidos en Mojanes de lagunas visibles, ríos y humedales. En invierno aumentaban sus cauces (en Suba aumentaba quinientos metros), y las rondas del Bogotá, Teusacá, Tibitó, Fucha y otros ríos (Chicamocha, Suárez, Moniquirá, Arcabuco, etc) formaban redes de lagunas interconectadas (hoy humedales), creando una red lacustre navegable desde Tibitó hasta la laguna de la Herrera. Para los Raizales el río Bogotá nace en la suma del Teusacá y el Tibitó (Neusa, Nemocón y Tausa) y desde allí ya era navegable para los pescadores hasta la Laguna de la Herrera, por medio de humedales y chucuas, y pescaban guapuchas, capitanes, cangrejos y recogían chusque para casas, camas y canastos.

   Esta red del ciclo del Agua tiene Caminos permanentes que están durante todo el año, ocultos bajo tierra (Columnas, cadenas y túneles de oro), o como ríos en la superficie, y unos Caminos estacionales de nubes que se expanden en invierno, o se contraen en verano hacia las profundidades de la Meseta.

   Por último, están los caminos que unen en sus extremos las piedras y riquezas de las centralidades católicas y civiles con las de las cuevas de Mojanes en los cerros, haciendo una sustitución de doble vía, pues las Iglesias, altares, plazas, puentes, esculturas y cruces de piedra en los pueblos, se truecan con las Iglesias y piedras de los Diablos-mojanes, incluso las primeras eran originalmente las segundas antes de ser removidas, trasladadas y cinceladas.

   Las Tierras calientes y la Tierra fría, las cordilleras y cerros, las nubes y ríos, lagunas visibles y ocultas, y el salto del Tequendama, forman una red de autonomía y dependencia mutua, que es la base de la epistemología, el patrón del Ciclo del Agua y la Contextualización narrativa donde los investigadores nativos agregan nuevas conexiones, particularmente donde se ha roto el tejido y deben agregarse textos nuevos.

Caminos permanentes: Columnas, cadenas y túneles de oro

   Las grandes lagunas madre están sostenidas en sus profundidades por columnas o vigas de oro, de un grosor como para sostener el mundo, o más pequeñas como las de catedrales y casas. Estas columnas rodeadas por agua salada, se derrumbarían si se les desecara, cayendo la tierra como un casarón roto, y sumidas por la Creciente de la laguna profunda. Pero particularmente Suesca, Guatavita e Iguaque son tres columnas que soportan el mundo,
“En una vivienda muy cerca del páramo vivía Doña Tulia; en su casa me quedé varias veces. Ella me refería sus historias llamándome su hijo, decía que sabía que Guatavita, Iguaque y Siecha estaban unidas, que eran como tres columnas que soportaban el mundo, que cuando las desocuparan se caería el mundo. Decía que los “duendes” del páramo lo podían a uno llamar y uno se tiraba a la laguna.” Doña Tulia, Iguaque (Forero, 1992: 107).
“Los mayores decían que en esa laguna hay columnas grandotas de oro. Eso decían...” ...
“/¿Y alrededor de las columnas había algo más?

Quién sabe. Había agua, agua salada. Si vacían se pueden caer todo, como ahora que está todo huequeado. Se va a inundar todo.” Doña Vicenta Román, Cota.

“(..) Sí he oído también de un túnel larguísimo... Un túnel que va a salir a Peldar, entra... la entrada es en la cueva de la mata de palma... También a otra persona le escuché este relato, Feliciano, y que a ésta cueva que es encantada que hay columnas de oro, que hay una cantidad de cosas, que es un palacio subterráneo.” Jesús Contreras, Nemocón (Vengoechea, 1992: 80).

(Un guaquero) “Según su decir, ya ha descubierto las columnas que sustentan el templo indígena y pronto acaecerá el hallazgo de los dos guardianes de oro que lo custodian.” Chingaza (León Rey, 1942:163).
Coyaimas y Natagaimas también hablan de columnas de oro, que se encuentran bajo las lagunas, o bajo un nevado (donde está el señor del trueno), o bajo Iglesias, que de caerse, se inundaría el mundo con la gran laguna de agua salada que está bajo la tierra seca. El agua que es fría, nace de los volcanes y de las lagunas que generan la lluvia de páramo que alimenta los cerros, e identifican las nubes que de tierra caliente son atraídas por los cerros altos de la cordillera (Franz Faust, 1989). Esta circularidad también es planteada por los Guambianos, pero con distintos seres en nube, tormenta, y aguas que viajan en ascenso y descenso por superficie hasta el mar, reencontrándose de nuevo en las lagunas de los páramos. Es una circularidad extraordinaria pero no plantean una conexión subterránea directa con el mar (Dagua; Aranda; Vasco, 1998). La circularidad también es planteada por Osborn, en el viaje del sol por los mundos desde el llano hasta las cumbres y de retorno, cumpliendo un ciclo anual, que también incluiría viajes subterráneos los dueños de las plantas y animales (Bukowa, Ruruna, Baukara y otros) que al entrar y salir por los distintos mundos, transforman las especies en otras, por ejemplo el alucinógeno Auka se transforma en distintas versiones de maíz (Osborn, 1995). Cada Ciclo del Agua se refiere a fenómenos de movimiento, pero en algunas investigaciones también de mutación, lo que depende de diferentes puntos de vista culturales, o de la reflexión de los investigadores nativos.

Muchos relatos en Chile, Perú, Bolivia y Ecuador, sí establecen la conexión profunda de las lagunas con el mar, y específicamente el Titicaca que está unido por superficie (ríos y nubes) como subterráneamente por debajo del continente, con el Pacífico y el Atlántico, haciendo un círculo continuo de agua. De todas maneras, pareciera un mito amerindio compartido, de inundación a través de las lagunas, algunos con su fuente en el mar profundo, y que sería parte esencial de la epistemología del Ciclo del Agua.

Recordemos el mito Muisca de los cuatro Guayacanes que sostenían el mundo, hasta que Bochica los sustituyó con Chibchacum, quien lo carga en sus hombros en castigo por haber inundado la Sabana. Es posible que las columnas de oro de la Meseta Cundiboyacense sean una variedad de estos árboles ancestrales, que Chibchacum debilitó al hacer salir el agua de las profundidades para inundar la Sabana, y la posibilidad de su derrumbe total. Hay también la semejanza con los cuatro árboles que surgieron de la explosión del cerro de los abastecimientos de Quetzalcóatl, pues además de que los Mayas actuales conectan sus cuevas y lagos con el mar profundo (y con el Tamoachan o inframundo), para López Austin la gran explosión de este cerro mítico hizo surgir los árboles que en los cuatro puntos cardinales, sostienen los nueve cielos y los nueve inframundos. De nuevo queda pendiente entender la relación entre las columnas de oro, el mar, las inundaciones y su comparación con los antiguos mitos Muiscas.

De las columnas pasamos a los túneles, que enlazan lagunas ocultas de dos maneras: Uno, las cadenas de oro que son túneles que a lo largo de las cordilleras y a distintas alturas (por sus filos o por la veta central de las serranías), unen las cuevas de Mojanes esposos de norte a sur, y que son cadenas enterradas por indígenas, de las que puede encontrarse sus extremos. 6 Esposos y cadenas refieren a ecozonas de cada cordillera: escurrentería superficial o subterránea; meteorología del fenómeno Fohn o lluvias de barlovento y sequía de sotavento; movilidad del cinturón ecuatorial de nubes al norte o al sur; movilidad entre Oriente y Occidente; la fauna, flora y los suelos. Los túneles y las cadenas de oro pueden ser carreteras, o túneles húmedos que disminuyen o aumentan a cámaras gigantes, o andadores paralelos a un río subterráneo que discurre junto a ellos.
“(...) porque oro sí había aquí en Suba, en toda esta cordillera, pero vinieron unos alemanes hace como 20 o 25 años y sacaron toda la cadena de oro que iba por esa cordillera. Eso todo está cueviado, se llega a desembocar por debajo y se hunden todas esas casas. Es que todo está lleno de cuevas y estas casas se han de hundir.” Doña Florina Triviño, Suba.

“Dicen que arriba de la Peña hay una cueva (...) que dizque esa cueva sale lejos a Tabio y por dentro va como una cadena de oro.” Don Pedro Nemocón, Tenjo.

“De la cadena de oro con que midieron la plaza de Nemocón, pues esto me lo contó la señora Primitiva, la mamá de Chucho Contreras y la mamá de la señorita Ana Rosa... era gente antigua, era muy ... tenía muchos años, ya bien antigua ella nos contaba que sabía como los españoles vinieron a perseguirlos... Entonces los Nemequenes enterraron una cadena que con esa cadena midieron la plaza de Nemocón... se cree que un costado del cerro sea el eslabón de la cadena... Y ellos la escondieron en ese cerro.” Ramón García, Nemocón (Vengoechea, 1992: 77).
El segundo tipo de túneles de oro7, son los que siguiendo la escurrentería de las aguas, descienden a los valles, y bajo el lecho de los ríos se unen con Mojanes de cordilleras vecinas, padres con hijos, o amantes entre sí. A diferencia de los esposos, los amantes son muy sexuales, sus encuentros son espectaculares pues traen el invierno y la fertilidad a la tierra. En Tenjo relatan que originalmente eran esposos que vivían en un mismo cerro, pero por una pelea se dividieron y la Mojana Juaica echó al macho Majuy al cerro oriental de Cota, y éste se marchó en Creciente, tormenta y aro iris, y desde entonces cada uno tomó su propia cordillera. 8 Conectados por túneles bajo los valles, o por nubes sobre ellos, sus movimientos anuncian el invierno, que trae nubes de los llanos y del Magdalena. Esta Creciente de divorcio está fundando un nuevo orden: la geografía como cuadrícula de matrimonios viejos y nuevos, llena de caminos en cadenas de oro, túneles y nubes, para encuentros de fertilidad, de padres y madres con hijos e hijas, de luchas por celos, de encuentros festivos de grupos de Mojanes, y de viajes a los extremos del territorio para mercar con productos de tierra caliente.

Los túneles y cadenas son caminos de resistencia y ocultamiento ante la conquista, por la movilidad que permitían de un cerro o valle, a otro. Siempre se dice que aunque en su inicio son muy estrechos, lentamente o después de una gran roca, se va ampliando hasta convertirse en grandes cámaras. Este sistema macroterritorial vigente en la tradición oral, hasta el momento no ha sido recopilado ni comprendido en su magnitud biológica. Las cadenas que localizamos están en el occidente de la Sabana, y son prolongaciones del páramo Guargúa y Laguna Verde, y del Páramo de Guerrero, que producen la gran división occidental de cuencas entre las aguas del Chicamocha y las del Río Bogotá. 9
“El túnel de Buenavista pasa por aquí (señala el paso entre Majuya y Majuy). Es como una carretera. Adentro hace más calor que en los llanos. De aquí al Majuy y va a salir a la Balvanera (Chía).

/Y por dentro de la carretera es agua o cómo es que andan los Mojanes?

Pues así como va una carretera para el río, al lado va carretera para gente” Don Sixto, Cota.

“La cueva que están buscando no se deja encontrar tan fácil, tiene muchos secretos. Dicen que la hicieron los indios y que va de aquí (la Calera) hasta Monserrate. Sale allá a una cueva grande que también hay. Cuando llegaron los españoles, los indios se metieron en esa cueva y salieron por allá.” Don Bautista Neque, La Calera.

“(...) hasta...hasta Cucunubá, Lenguazaque... es un solo cerro... y tiene mucha historia de tesoros, por ejemplo, vivieron los indios... a la´o´e Boyacá que´s el mismo cerro... del la´o de Boyacá que´s el mismo cerro sigue... del la´o de Boyacá todo eso era de Sutatausa.... y viene aquí a Tausa y el cerro éste el cerro de los Tunjos aquí a dar con el indio Zipa y el cerro alto éste de Nemocón.” ... “como dicen, es verídico, es la razón de que, de que dicen que por entre este cerro de aquí del Tunjo a Tausa, o a Cucunubá hay un... un... un hueco, un túnel por entre el cerro. ... Y en el boquerón de Tausa, ahí en la carretera por este la´o, ahí, ahí está la boca...” ... “es un solo cerro y tiene mucha historia de tesoros, por ejemplo vivieron los indios al la´o de Boyacá, eso es Sutatausa.... y viene aquí a Tausa, y el cerro este de los Tunjos... y el cerro aquél de Nemocón... y el cerro de aquí, al de Tibitó.” Campo Elías Ospina, Nemocón (Vengoechea, 1992: 76-85).

“Si el cerro tiene sus historias porque antiguamente decían me acuerdo que mi abuelo me contaba, que ese cerro (..Gachaneca..) tenía conexión con el cerro de Leiva. Dizque había quién sabe si será cierto, que había un túnel conectado a los dos cerros y que se conectaba y que habían unas vigas de oro, que no sé, que dice la gente y que había unos muñecos parados en la loma” ... “Y entonces dicen que hay conexión de estos dos cerros porque en este cerro hay una laguna y en el cerro aquél hay una laguna. Llaman la laguna de San Pedro de Iguaque, y entonces entre estas dos lagunas hay conexión y que de pronto con el tiempo que no se sabe que entonces ese cerro puede explotar y que puede inundar estos cañones decían los antiguos, eso decía mi abuelo que él hablaba mucho sobre esas cosas.” Pedro Valero, La Candelaria (Moreno, 1994: 162).
Otros son los que unen cordilleras vecinas en los lechos de los ríos en los valles, y aunque solo en dos casos narraron de visitas entre Mojanes por estos túneles (Suba, Cota), es muy posible que sea general. Si las cadenas en las cordilleras comunican únicamente a esposos, los túneles, pueden comunicar amantes, padres e hijos, y lagos de los que no sabemos sus parentescos, como Iguaque y Pozo Donato en Tunja, o entre Nemocón y las salinas de Zipaquirá.
“En Río Abajo también hay dos rocas en la montaña que llaman el Santuario. Una vez un señor se metió y había una ciudad de oro por dentro y habían hartos indios y los indios le dieron un bordón de oro pa’que se pudiera salir y que le advirtieron -los indios- que si se contaba que los indios le habían dado ese bordón, se moría y que el señor salió y que se murió. Ese hueco va a dar a Villa de Leyva, que era un viejo camino de los indios, es un túnel. Que también dicen que una vez se metió un señor y que las dos piedras se cerraron y que lo mataron, se unieron las dos piedras y lo dejaron espichar”. Nairo E. Ruano, Iguaque (Mena et. al. 2009: 72)

“En los talleres los viejitos contaban que en la entrada de la cueva hay un gigante de barro vigilando. Pero no se quedaba ahí, también decían que ese Moján se comunicaba con el de Usaquén, que había un túnel entre esta cueva y el pueblo atravesando el valle.” Elizabeth Rodríguez, Suba.

“Hay una cueva en la entrada del pueblo en el sitio de la Virgen, que comunica este lugar con el parque y el río Botello. Por una parte de esta inclusive se podía entrar y se veían murciélagos y aves nocturnas. Esta va sobre el lecho del río formando un puente natural con la misma roca.” Túnel bajo Facatativá (Merchán; Ramos; Cabezas, 1995).

“(...) que había cuevas profundas donde los enterraban, había una cueva que pasaba por debajo de Facatativá a Manjui. Estas cuevas presentaban repisas y por debajo pasaba el río Botello.” Martín Gomez Moreno, Facatativá (Merchán; Ramos; Cabezas, 1995)

“Hay otra que comunica del sitio de las piedras a Manjuí que fue el sitio de adoratorio y otra, Según Fabio Peñarete, escritor boyacence, va desde el adoratorio de Chía al parque arqueológico.” Juan Ramón Ramos Ruiz, Facatativá (Merchán; Ramos; Cabezas, 1995).

“La leyenda del Sairias relata que de esta cueva salía un hombre que asustaba a los pobladores del sector, pobladores que al no respetar la naturaleza eran sorprendidos por Sairias quien luego de asustarlos les enseñaba respeto por la naturaleza. Esta cueva sirvió también como medio de comunicación con el hoy Municipio de Turmequé que era en ese entonces establecimiento del cacique Turmequé y ya que este asentamiento era un magnifico mercado. Los indígenas que habitaron Ventaquemada vía subterránea a través de la cueva se comunicaban con ellos pero además servia como protección para despistar a los españoles de la conquista. Un paseo de aventura, otra maravilla de Dios dispuesta para el hombre, para el turista que visite el Municipio y quiera conocer más de la ya magnifica vida y tradición de los indígenas.” Web Boyacá Sumercé!, Ventaquemada.

“Los chibchas tenían en Guachetá un templo dedicado al sol, de lo cual se conserva la tradición entre los actuales pobladores; quienes además de identificar el cerro donde existió informaron que la base está atravezada por largos y profundos túneles, en los cuales se dice están escondidos los tesoros de Guachetá. Por el costado oriental del pueblo pasaba el camino real de Santafé a Vélez.” Guachetá, Provincia de Ubaté (Leyendas de Guachetá, Alcaldía municipal, 2011).
Don Puno Cojo de Chía nos hablan de posibles túneles como la cordillera occidental (de las cabeceras del lago de Tota, hasta Chingaza) que llevaría a Bochica desde un punto (que viene de Ubaté), hasta Monserrate. 10 Esta cordillera bien puede ser la que está desde Iza en Tota, hasta Chingaza, que se comunica con el páramo de Cruz Verde.

Caminos estacionales

De viejos matrimonios y amantes: primer invierno marzo-mayo

En Tenjo cuentan que los Mojanes eran un matrimonio que vivían juntos en el cerro de Juaica, con un único tesoro, compartiendo una misma laguna y cueva, pero un día discutieron. La serpiente Madre del agua salió primero en Creciente y algunos de sus encantos fueron a dar al Rio Bogotá; luego la Mojana Juaica echó al Moján al Majuy, la cordillera vecina. El salió en lucero (bola de oro, candileja, luz) que es la unión de todos sus tesoros en una sola energía, haciendo un camino de tormenta, pero otros dicen que sobre el arco iris, y atravesó el valle del rio Chicú de Occidente a Oriente, hasta el Majuy. Desde entonces la fertilidad de la tierra toda que era un mismo tesoro, se dividió en dos, santuarios hembra y armería de Caciques en el macho. Esta división se replica en la Conquista, cuando brujos y caciques se dividen para ocultarse de los españoles, como refundando un orden donde los vencidos pasan a formar parte del mundo del agua y sus especies. Es un Hito fundacional de un nuevo orden, que se produce por Crecientes e inundaciones, y que parece ser el origen de las lagunas y de todo nuevo régimen político y económico.
“Cuentan que el Moján y la Mojana vivían juntos en a Peña de Juaica y que un día se pelearon. La pelea fue tan fuerte, que cayeron piedras y por eso la Peña es así ahora, un barranco. Después se vino una tormenta que inundó el valle y se fue al río Chicú una serpiente grande amarilla. La Mojana era más fuerte y lo echó a él al Majuy.” Andrés Platarrueda, Tenjo.
La otra separación es el rapto de las tres esposas del Cacique (en Sesquilé), que ya habían sido enterradas vivas en su tumba. El brujo las tornan tres cerros, mientras el cacique permanece acostado en el cerro de Covadonga.
“Por estos lados se enterró a un poderoso Zipa en una cueva, que luego fue tapiada junto con sus joyas, alimentos, armas y esposas. Tres de estas fueron secuestradas por una tribu enemiga, pero escaparon. Fueron vistas entonces por el brujo de la tribu quien, por medio de tambores y hechizos, las hizo estremecer de pánico; de pronto, se sintieron ligadas a la tierra, el frío las petrificó y el viento trajo partículas de tierra y hierbas que las convirtieron en lo que hoy se conoce como el Cerro de las Tres Viejas.” (Leyendas, Gobernación de Cundinamarca).

“Junto al cerro de Covadonga se recuesta Sesquilé y las Tres Viejas lo miran y entre copas y neblina lo amenazan con llover...” (Himno del mpio. de Sequilé).
Los matrimonios no son amigables, siempre conflictivos y distantes, obligados a permanecer en los extremos de las cordilleras, y aparentemente con encuentros amorosos solo en verano, cuando al viajar juntos al norte, los esposos pasan por sus esposas. Todos los casos en la Sabana es la Hembra en el extremo norte, y el macho en el extremo sur, pero en el caso de Sesquilé es Oriente-Occidente, por lo que no hay un patrón único, menos en los nudos de páramos que alinderan Cundinamarca y Boyacá. De esta separación nacen las visitas que estos Mojanes, para amarse y fertilizar la tierra, encuentro que ocurre de tres maneras: en Semana Santa viajando en forma de lucero, o en los días de mayor lluvia es porque se encuentran sobre los valles y se aman, o visitándose discretamente con el único signo de los sombreros, nubes cilíndricas sobre las cimas.
“Decían que cuando se veía encopetado el Majuy, y en la Mojana en Torca había niebla, que estaban bravos el uno con el otro, y era fijo aguacero.” Don Leovigildo Romero, Cota.
Como ya vimos, en los extremos de cada cordillera están los esposos actuales, mientras los amantes (ex –esposos) de una cordillera vecina a otra, permanecen fertilizando con lluvias cada invierno. Los Raizales están describiendo líneas de nubes: las varias líneas de esposos en cada cordillera que van paralelas de Norte a Sur en el verano, y las varias líneas de encuentros de amantes que van paralelas de Oriente a Occidente. Además en invierno los respectivos esposos engañados se enojan por estas infidelidades, pero seguramente en el valle respectivo los Raizales del lugar le estén aduciendo su propio encuentro infiel. Este paralelismo de líneas es el enmallado que explica las estaciones: en verano son líneas que van al norte paralelas unas de otras, visitando las lagunas del norte de Cundinamarca; en invierno líneas paralelas que van de Oriente a Occidente y que creemos que vinculan las tierras calientes de los Llanos y el Magdalena, pero no pudimos verificarlo. Este paralelismo ocurre porque así es la geografía de la Sabana, pero creemos que esto no se repite ni en Sumapaz, ni en Boyacá, donde las cordilleras no son paralelas.

Hay encuentros de amantes todo el invierno, y caminos muy suaves de sombreros al principio y al final y caminos de montera muy intensos a mediados, cuando a mitad de los valles, sobre los cauces de ríos, de día o de noche, y particularmente en luna Menguante, se echan la montera, abrigarse amorosamente con la ruana. Pero es en Semana Santa que los Mojanes vuelven a reunir sus tesoros, Juaica abre sus puertas y sale en forma de Lucero o candileja azul-amarillo (llamada también Quicuyo o Bola de oro), del tamaño de una estrella fugaz que sintetiza todos sus encantos, para caer en las puertas abiertas del Majuy, dejando a su paso un aguacero feroz. Cuando llega, ambas cuevas se cierran y se oye un gran campanazo del santuario interior, y las riquezas se vuelven a encontrar para hacer fértil la tierra. Pero así como Majuy es visitado por Juaica, al mismo tiempo él visita a Fusca. Ambos encuentros, tanto de monteras a diario, como de luceros en Semana Santa, son caminos de nubes grises muy potentes que producen lluvias fértiles para las sementeras. 11
“Mojanes hay en la Peña de Juaica y en el cerro de Majuy. Mi abuelo contaba que el Jueves Santo se abría un Santuario en la Peña. Que luego pasaba al otro cerro, al de Juaica. Es que uno se llama El cerro y la otra La Peña. Pero no era el mero cerro de Majuy, más allá estaba el Encanto. Se veía pasar el Lucero y decían “¡Salió el Encanto!”. En 1905 después que pasó el lucero, se desprendió un aguacero como una tormenta, se vino un derrumbre y como un río desde donde está el Encanto.” ... “Decían que salían patos de oro de cuarenta centímetros, gallinas y otros animales nadando y una serpiente amarilla”. Viaje Majuy-Juaica. Uriel Nemocón, Tenjo.

“En Juaica es una Iglesia que hay dentro del cerro. El de Majuy es armamento. El Juaica es femenino, vive la Mojana. Se mueve en Marzo-Abril. El Majuy es masculino, y se mueve en Diciembre. Pero como es con las aguas, quizás es en mitad de Octubre, quizás viene siendo el segundo movimiento con el segundo invierno.” ... “Cuando el lucero llega al otro cerro, llega a la cueva y se cierra, entonces suena ¡Clóng! ... de una campana. Es probable que sean campanas de la Iglesia, la de oro del pueblo que dicen que hay en Majuy”. Viaje Juaica-Majuy. Teodomiro Rivas, Tenjo.

“EL Moján visita la Mojana en invierno y va hasta el cero de La Vieja (...) la historia que me sé es que el Moján vive en la Laguna de Fúquene, y cuando es verano viaja al cero de la Vieja. Por eso dicen que se pone el sombrero.” Sobre Fúquene y su Vieja. Don Tulio Castro, Sutamarchán.

“No entiendo por qué, pero con la luz eléctrica no se puede ver bien el Moján.
/¿Pero es que Moján y encanto (luz) son lo mismo?

No, no es lo mismo. El Encanto son los tesoros. Se ve una luz, una bola más grande que este cenicero. Se ve el anillo azulito y el centro amarillo. El Moján es el chiquito de barba (...) Pero de pronto es que se convierte en ésa fuerza. Cuida sus tesoros. No pertenecen a la vida terrenal y entonces se pueden transformar en esa energía.” Teodomiro Rivas, Tenjo.

“/¿Ha visto luces en el cielo?

Sí, son tesoros, tesoros de la naturaleza.” Cecilia Murillo, Tenjo.

“Mi papá me contó que él estaba en la cocina cuando se iluminó la ventana y se asomó y vio un reflejo de luz. Que dizque cayó ese lucero donde La Vieja. Era como un aerolito con la cola muy larga. Después dice que llovió y llovió.” Viaje Majuy- Fusca, Doña Maria Triviño, Cota.

“Dicen que es oro, es una bola de oro. Yo lo vi en el Estanco (vereda oriental de Tenjo) cuando viajaba al Majuy. Detrás de que pasaba caía un inviernonón!! Dicen que era el Moján. Yo de todas las historias que cuentan solo ví esa y otra, pero nunca ví nada de otras, ni nunca me asustaron. En cambio a otra gente que es de buenas si se les aparecen luces, le llaman Quicuyo, y es como una estrella. Viaja de un cerro a otro. Viaja es de noche, por Abril.

/¿Por qué en Abril?

Tal vez es cuando llueve tanto. Es como una bola de fuego. En Octubre-Noviembre también sale cuando llueve. En cambio Agosto y Septiembre son los mese de hielos. El Moján vive es en cuevas por allá en el cerro. Es una bola de oro y pasa de un cerro al otro. Yo lo vi cuando iba para Funza con un viaje de mulas y saliendo por Carrasquilla lo vi. Se ve rapidísimo y después póngase a llover. Así pasa cuando un Moján pasa.” Viaje Juaica-Majuy. Don Alejo Pulido, Tenjo.

“Yo vi al Moján un Jueves Santo a las tres de la tarde. Yo estaba pelao y mi mamá me había mandado a traer agua, cuando es que oigo un estruendo Chiuuuu! Y cuando volteo pasa como un lucero grande y cayó en el Majuy.” Viaje Juaica-Majuy. Rafael Forero, Tenjo.

“De allí surge la leyenda de los Viernes Santo, en las horas de la tarde, se abre ésta (La Peña) y se ven salir un personaje llamado por nuestro abuelos Moján, quien sale a ventilar sus tesoros almacenados y a reunirse con los demás Mojanes de las montañas de la Sabana dando un espectáculo de luces y colorido por todo el cielo que nos rodea. “ Viaje Juaica-Majuy. Estudiante de Juaica, Tenjo (Casa de la Cultura).

La laguna encantada

En Semana Santa a media noche del viernes se abre la Peña (Juaica) por la mitad y aparece una inmensa laguna que da luces y destellos, saliendo dos patitos de oro y animales del agua. Los patitos llevan en sus alas cofres de oro, buscan y buscan a su Mojan para entregarle sus tesoros, y éste por medio de una luz, se traslada al cerro de Majuy que queda ubicado al Oriente de Tenjo. Se reúnen con los demás Mojanes organizando una grandiosa celebración de fiesta y colorido. Al amanecer se vuelve a trasladar por la misma luz a su hogar, y la vuelve a cerrar, y la laguna con los patitos y animales desaparecen y así termina este cuento.” Viaje Juaica-Majuy. Estudiante Escuela de Juaica, Casa de la Cultura, Tenjo.
En otras narraciones que se hacen paralelas a las de los Mojanes, las campanas las hace sonar el Diablo por ser el momento de la muerte de Cristo, y el mundo se invierte tomándose burlonamente la superficie. Las hacen sonar para distraer a los feligreses de su recogimiento (Sora, Fals Borda), como por anarquía y desorden del tiempo (Candelaria, Cesar Moreno).
“En la sierra de los Órganos de Fómeque vive el Diablo y tiene allá una campana de plata que se robó de la población.”... “En la Sierra de Fonté vive el Diablo, que tiene una campana que se robó en Choachí” ... “El Diablo se robó la campana de plata de Fómeque, y la hace sonar el Viernes Santo a las tres de la tarde, para que la gente se distraiga en semejante ocasión por aquellos yermos, en vez de asistir a los oficios recordatorios de la pasión. Desde entonces cuando los cazadores de venados recorren esos lugares, siempre han buscado la campana del Diablo, encontrándola de seguro, si se les ocurriese acercarse a los Órganos en un Viernes Santo, y a las tres de la tarde” ... “El joven Rafael A. Delgado oriundo de Jesús María en Santander, me relató que en su tierra se creía que el diablo se había robado una campana, se la había llevado para el Furatena, majestuoso cerro que divide el torrentoso río Minero. Si uno se acercaba al cerro, el diablo trata de alejarlo arrojándole agua caliente Si truena recio, es que el diablo está tocando su campana desde el Furatena.” Viaje Fómeque- Organos; Choachí-Fonté; Furatena (León Rey, 1985: 28, 88, 89).
Los celos y conflictos entre competidores por un Mojan o Mojana, se expresan porque se enojan con tormentas y no tienden caminos de nubes entre ellos. Cuando le están siendo infieles, el ofendido (generalmente es el macho) hace tormentas de rayos, lo que le pasa a Monserrate (esposo actual de Fusca), a Majuy (su amante que se encela con Pionono y los Mojanes de Faca), y a Chía (esposa de Majuy que se encela con Fusca y Juaica). Entre Chía, y sus vecinas Juaica y Fusca nunca hay puentes de nubes. Ella forma nubes en Poveda (vereda de Sotavento), y anda hacia Juaica, pero se desvían hacia el sur del valle sin tocarla, para finalmente hacer invierno en Carrasquilla (vereda sur de Juaica y su supuesto esposo). Tampoco las nubes de Fusca jamás llegan a Chía porque son detenidas por el Río Bogotá y enviadas hacia Cota. Suba suele acusar a su madre ante Monserrate (que se encela con tormentas), por lo que debe evitar tocar al hijo cuando visita a su amante Majuy. Particularmente por su ubicación en el corazón del río Bogotá, Chía y Fusca son dos competidoras que con sus conflictos podrían explicar varios mitos Muiscas de la inundación de Chibchacum.

Las Mojanas tienen sus oficios correspondientes a lo que sus vecinos Raizales hacen, o el tipo de recursos que hay en su entorno: por ejemplo la tierra de Chía es gredosa, y ella es alfarera como sus coterráneos. Además de tostadora de maíz, que parece le sirve para hacer chicha suave, no enfuertada como sería con maíz crudo. Su personalidad corresponde con la meteorología del sitio pues es a medio lloviznar, por lo que se la considera tranquila, asentada, veranera, sin amantes y nada fiestera. En su valle (incluyendo Cajicá y Cota) convergen tres ríos considerados el inicio del río Bogotá: Teusacá (del páramo Cruz Verde), Neusa-Zipaquirá (páramo Laguna Verde), Río Frío (páramo Guerrero). Ya formado el río se le suman el humedal de Torca en Yerbabuena (en la margen derecha del río), y el río Chicú en Cota, que viene de Tenjo. Un punto tan fundamental para la hidrología y la meteorología, se entiende que haya tenido y tenga tanta importancia mitológica, y que dependa de las luchas y amores entre los Mojanes involucrados.
“La diosa Chía también es Mojana. Ella se dedica como las otras Mojanas a hacer chorotes. Como su lugar de habitación es gredosa y a medio lloviznar... por eso es que todavía hay los que trabajan en artesanías ahí cerca, en el río Frío en Fonquetá.” Don José Segura, Cota.

“La historia que yo he escuchado es que en Fusca está un Moján y que aquí en Chía hay otro. El de por aquí pues hace como los antiguos, tosta maíz en un tiesto y lo revuelve con una cuchara de palo. La de Fusca hace es chicha, pero no como la hacemos ahora, sino como la hacían los indios, que muelen el maíz con los dientes y después lo escupen en una artesa de palo.” Doña Teodora, Chía.
Fusca, (llamada La Caro, Torca, Cielo Roto, y Pan de Azúcar) tiene un intenso movimiento meteorológico, lo que la torna fiestera, con dos amantes (Pionono12 y Majuy), un esposo (Monserrate) y dos hijos (Suba con Monserrate, y la Majuya con Majuy). Los Raizales dicen que hace reuniones de fiestas con sus compadres, juegan tejo y toman chicha hecha por ella. Es viajadora a Facatativá en parranda con sus amigos de Sopó, y según la oralidad de Fómeque, a sus lagunas viajaba la serpiente-nube de la laguna de Ebaque, como de su laguna de Yerbabuena salía una serpiente-nube a la laguna de Fúquene. Suponemos que serpiente y Mojana son la misma, o que viajan juntas. Toda esta actividad meteorológica demuestra, según Don Macedonio Romero (Cota), que jamás se ha ido al mar. El clima de Fusca en su costado Occidental (Sotavento) es muy suave, porque la sierra está protegiendo la zona de los fuertes vientos y humedades que azotan desde el cañón del Río Bogotá y Sopó (Pionono y río Teusacá) al Oriente. Ancízar relata este fenómeno al avanzar hacia el puente del común en su Peregrinación del Alpha. 13Dos Mojanas hacedoras de agua, una más fluvial y la otra más tormentosa, y posiblemente con dos formas de elaborar la chicha, una suave por el tostado, la otra enfuertada por mascar el grano crudo, tal y como lo contaban los cronistas (Fray Pedro Simón), y como se sigue haciendo hoy día en Ecuador y Perú. Todas las Mojanas tienen sus esposos y sus amantes: el esposo en la misma cordillera y los amantes en las cordilleras a lado y lado, con los que salen a amarse y de feria.

Estos parentescos, conflictos y amores se registran en la meteorología e hidrología, sexuando y emparentando a toda la Sabana, lo que es común a otras sociedades amerindias, como ocurre en el valle de México, donde los volcanes son pares casados y con hijos, lo que se fractaliza en los cerros más pequeños, como ocurre en la Sabana de Bogotá. Las siguientes son las descripciones de los encuentros entre Majuy y Fusca, y de Fusca a Facatativá.
“Cuando se nublaba el cerro, decían que era que el Moján se había puesto bravo, llovía seguido, seguido. Y como en EL Abra, el uno es el Majuy, y el otro es La Majuya (hija). Entonces cuando se ve que la Majuya está despejado y el Majuy nublado, decían que el Moján se estaba encontrando con el Moján de Cielo Roto, el de enfrente (Fusca, La Caro). A veces se decía que uno iba para allá y el otro venía para acá. Cuando se encontraban en el medio, en el Aeroclub (aeropuerto Guaymaral), se formaba una capa de nubes, y los antiguos decían que se echaron la montera (ruana) y que ... bueno! Ya se imaginará!... hacían el amor.” Viaje Majuy-Fusca. Martín Castañeda, Cota.

“Con La Vieja se comunicaban ese par de Mojanes, y entonces éche a llover de un lado y del otro (...) cuando se comunicaban éche agua. Se estaban juntos. Todavía La Vieja existe, cuando dice que echar agua... echa! Antes llovía mucho, cuando existían era zanjas a lado y lado, y se llenaba tanto que se derramaban en el camino. Llovía más en algunas épocas. En Marzo llovía más todo el mes. Había granizadas, creciente. Todo se daba y era buena sementera. En Marzo era el Moján.” Viaje Majuy-Fusca. Don Macedonio Romero, Cota.

“También contaban mi papá que los Mojanes se visitaban. Ellos se hacen visitas. Mi papá los vio varias veces. Decía que el Moján (Majuy) visitaba a al Mojana (La Vieja en La Caro) en menguante, el Jueves Santo a media noche. Eso no se ha vuelto a ver, pero tenía que cumplir esa condición, que fuera menguante.

/¿Y la Mojana en qué fechas visitaba al Moján?

La Mojana no sé en qué fecha visitaría al Moján, pero sí que lo visitaba de noche. Ambos se visitaban de noche.” Viaje Majuy- Fusca. Doña Vicenta Ramón, Cota.

“En Fusca (cerro de La Caro) vive una Mojana que llama La Vieja. Ella no tiene nombre como Iginio. Cuando se encuentran ella se viene desde allá adelantito del cerro de Suba por donde tuvieron detenido a Caicedo Ferrer. Ahí se encuentra con Iginio, y ni ella avanza para acá, ni él va más allá. Eso si he visto que nunca viene lluvia de por allí de Suba, nunca pasa para acá. Yo no sé que será, pero así es. Se queda ahí trancada. Se cubre de nubes y los viejos dicen que se hecha la montera. Ellos no se reúnen en el cerro de Suba porque ahí está el Moján de Suba, y el es el que le cuenta todo al Moján de Monserrate! Y ése de Monserrate se pone bravísimo! “Que mire que la vieron con Iginio!” ¡Uy que celos!!!!... En esta misma cordillera en Chía vive la Diosa Chía, esa que está en el centro del parque. La diosa Chía y La Vieja nunca se hablan, ni se visitan porque son celosas. Se encuentran y se gritan “Ah! Ud. andaba con tal! ... ¡Pues siga con él! ... ¡A mí no me salude!” Se dicen indirectas, como dos rivales, todo con sátiras. La Diosa Chía también es Mojana, ella se dedica a hacer chorotes, como su tierra es fría y a medio lloviznar. Todavía están ahí los que hacen artesanías en Río Frío en Fonquetá.”... “Cuentan que Iginio tuvo un hijo con la Mojana, pero él no quería saber, ni que supiera su esposa Chía. Se hacía el bobo. Entonces La Vieja se lo echó para que lo criara. Pero otros dicen que Iginio no tuvo hijo, sino hija, y que esa es La Majuya (cerrito menor al lado del Majuy). Hay un periodo al año que la Mojana viene de Fusca y pasa por el lado de la cordillera como por Siberia. Y luego da la vuelta, y sube por Tenjo, y que visita a su hija así, y va a ver a Iginio.” Encuentro Majuy-Fusca. José Segura, Cota.

“A veces La Vieja (Fusca) se encuentra con los Mojanes de Sopó y se va derecho a Facatativa a hacer mercado. Ya viene La Vieja con los Mojanes del otro lado, y ya Iginio se pone bravo, y se echa a tronar durísimo y a llover. A él no lo llevan y se pone bravo que la Mojana salga con los otros. Así mismo como un par de esposos que le da celos, así mismo. Y en Faca los Mojanes van a las Piedras de Tunja y cuentan que allá se pone a jugar tejo y hacen fiesta, que hay feria. Pero Iginio no va allá. Es que a Iginio no le gusta la fruta de Anolaima ni de Sasaima. Es como cuando dicen, ese tipo es ermitaño.” Encuentro Fusca-Sopó-Facatativá. Posiblemente Diciembre. José Segura, Cota.

Debido a que los viajes de luceros recopilados para el primer invierno fueron todos de Occidente a Oriente (Juaica visita a Majuy, y éste a Fusca), con Teodomiro planteamos la hipótesis de que esta debía ser la orientación general de todos los viajes de luceros, paralelos desde Boyacá hasta el Sumapaz. Mientras que el viaje de Oriente a Occcidente ocurría en la segunda mitad del año, como le ocurría al viaje de Majuy a Fusca, o de Monserrate al Salto del Tequendama. Los luceros siempre fueron un signo exclusivo de invierno, pero los entrevistados no sabían con exactitud cuándo ocurría este segundo encuentro de Oriente a Occidente, solo suponían que en Octubre. Pero a Teodomiro sus mayores le habían dicho que este segundo viaje de retorno ocurría en Diciembre, así que esta fecha es aún una pregunta de trabajo.

Planteamos la hipótesis de que así como había ocurrido con Tenjo, Cota y La Caro (juaica, Majuy, Fusca), cada pueblo solo comentara las cadenas de luceros que les competen. Por lo que es posible que en Subachoque, Sopó y Guatavita, esta misma cadena se replicara con sus propios Mojanes, extendiéndola completa desde el borde de los Llanos (Páramo del Huila y las lagunas de Siecha), hasta el borde de San Francisco (Páramo de Guerrero). Así Juaica recibiría a El Tablazo de Subachoque, y Fusca visitaría a Pionono en Sopó, y éste a las Tres Viejas de Sesquilé.

La cadena de Monserrate al Sato del Tequendama (sin poder enlazar la información de luceros que hay en Chipaque, Fómeque y el cerro de Guadalupe) va paralela a la anterior, lo mismo que la de Fusca a Facatativá, por lo que planteamos la hipótesis de que hubiesen otras cadenas paralelas que vincularan or ejemplo a Chocontá, con Suesca, Nemocón, Tausa, Neusa, y el páramo de Guargúa y Laguna Verde (norte del páramo de Guerrero). Pero continúa siendo una hipótesis a trabajar la continuidad de cadenas de amantes entre las dos tierras calientes, como la presencia de otras cadenas meteorológicas, y la fecha de la inversión de direcciones.

Hay otras luces como el Quicuyo gusano, La Candileja, las tres luces, las luces de Guacas y otras a ras de tierra, pero no ahondé en sus significados. El Quicuyo es el mismo lucero de Mojanes, pero también se le llama así a un gusano negro con anillos que brillan en la oscuridad. La es una mujer luminosa, que se acerca a los pescadores del Río Bogotá, flotando hasta la cintura y acercándose a gran velocidad para volcar sus balsas. También están los grupos de tres luces, o de dos, que durante días aparecen transitando por el filo de la cordillera de Juaica, de sur a norte. Como también en Sogamoso hay otras luces a ras de tierra, que no están suficientemente descritas. Por último la luz de guacas, que corresponde a los huesos de la mano del difunto, que brillan anunciando dónde dejará descubrir el tesoro a la persona que el ánima a elegido. Estas luces de guacas son la versión micro de los luceros de Mojanes.


“La Candileja es una mujer. Se aparece en el río Bogotá y se lleva a los pescadores, los empuja al agua. Uno puede estar tranquilo en la orilla, cuando sale esa mujer gritando, toda brillante. Una vez se le apareció a un amigo. Se le apareció en la mitad del río esa luz, pero andando hacia la orilla. Como caminando en el agua. Y luego se volvió esa mujer y él empezó a rezarle y a echarle bendiciones y más se acercaba. Porque a la bicha hay que insultarla. Y del susto pues comenzó a decir insultos, todos los que se le ocurrió. Y salió echando chispas del agua... así, pssschch! aullando. Fue a dar al cerro (de Suba). Aparece cuando se acostumbra pescar, en Octubre.” Carlos Balsero, Cota.

“En Sogamoso creían que los Jueves Santo, por la noche, durante unos pocos minutos aparecen en las sabanas de la Tigrera una llama misteriosa que se mueve, aviva, crece y desaparece.” Sogamoso (Plazas, 1971. cit. en Ocampo, 1977: 90).

Los signos de invierno de Marzo-Abril, sintetizados por Teodomiro fueron::

El paisaje y el horizonte son nítidos y definidos, a diferencia del verano que se cubre de una capa que impide la vista. Las monteras pueden cubrir completamente los valles, tienen coloración oscura porque están cargadas. También se forman por humedad específica de cada valle, uniéndose varias pequeñas que condensa el viento, aumentando en humedad y tamaño; o se forman por el efecto Fohn, que las condensa en el costado Barlovento y pasan ligeras a Sotavento. Los vientos llevan y traen nubes densas, a diferencia del verano en que las disgregan y desgajan; son nubes y vientos orográficos, que varían a cada valle local. Por ejemplo en Chía el viento invernal viene de nororiente, y el veraniego es sureño; en cambio en Tenjo el viento sur es invernal, pues viene de Fusca y Monserrate, y gira por Sibaté al interior del valle de Tejo.

Los colores del invierno son el azul-amarillo brillante, reflejados en los bordes de las nubes, y en los luceros de Mojanes. El sol está en el cenit del cielo, por el solsticio, cosa que se repetirá en el invierno de Septiembre. Lo rodea un arco iris, o unos anillos amarillo-azul-blanco, o amarillo- rosado. La neblina, el rocío en las mañanas, el sol picante hasta medio día que augura lluvias por la tarde. La luna no tiene anillos, y muestra las aguas cuando las nubes la opacan; o en su lado oscuro hay un filo claro que define su silueta. Las estrellas avisan las horas, como las épocas. En Abril aparece el Lucero Bueyero (aparece al nororiente a la una de la mañana, y en Diciembre a las tres), La Cruz del Sur (en el cenit sur del cielo al anochecer), y Venus el lucero (en el suroccidente), las 7 Marías o las 3 Marías y los 3 reyes magos (Suroccidente).

El arco es un signo de transición, avisa el cambio de estación, y es un puente entre cerros por el que viajan los Mojanes con todas sus especies, o San Isidro Labrador para regar su riego santo, empezando o despidiendo el invierno. Por eso Don Macedonio le llama el Arco de Noé, y dice que lo creó San Isidro que es Moján (santo de todo el periodo de siembra y cosecha del maíz, 9 a 10 meses, y de las lluvias). El arco tiene orientaciones (que en occidente está asociado a la posición del sol en ese momento) sus extremos pueden estar Norte-Sur, o Oriente-Occidente. No aparecieron relatos donde se le dé vida propia como ocurre en los Nasa y en los Guambianos, 14 pero conservan el papel de “puente entre los mundos, y de regeneración” que tenía en el imperio Inca (Zuidema, 1989). Otros signos cotidianos es la alegría de los animales, el canto de los sapos pequeños, las telarañas, el canto de la mirla, la aparición de las hormigas tambochas o arrieras (León Rey, 1942: ), o el marrano rompe el lazo, etc.. Esta alegría en Abril está asociada al celo de la fuerte luna menguante de Semana Santa.

Las siembras en la época antigua cubrían desde la segunda semana de Marzo hasta Abril, preferible en Menguante, cuando los Mojanes están en celo fertilizando, y el poder del agua se concentra a ras de tierra, en la semilla y los genitales masculinos que engendran machos, y las sementeras están más fuertes contra las plagas. Se sembraba el maíz de año para cosechar en Diciembre, y otros maíces de más corta duración, hasta el actual que se da en cuatro meses. La semana anterior a Jueves y Viernes santo es siempre luna Creciente, y por eso no se puede sembrar cultivos porque se iría en vicio, es decir, crecería con más rama que fruto; y Menguante coincide con Jueves, Viernes y Domingo santo, pero los Mojanes se están encontrando con tormentas y lluvias, y además era prohibitivo sembrar en días santos, tanto porque se le hace daño a Cristo crucificado, como por ocasionales tormentas de granizo. Quemar ramo santo o hacer una cruz con su ceniza en el centro del patio de la casa, neutraliza las tormentas. Ambas quemas parecen buscar el efecto de la Calima, que describen como humedad de verano, o los humos de roza y quema (que se acostumbraba en los veranos y dicen se hacen en Boyacá) que se esparcen por lo valles con el viento, alejando las lluvias.


De esposos celosos: primer verano junio-agosto

En esta época toda bravura desaparece, los vientos y nubes viajan sin agua, o con lluvias de páramo que corren como delgadas cortinas por los mismos caminos por donde antes corrían las de invierno. La neblina se extiende por la noche y al amanecer el calor la asciende a las cimas en nubosidades muy livianas. Los vientos las empujan con fuerza a lo costados de las cordilleras, donde aguantan antes de ceder. Se deshilachan sin más cadena y camino que el mismo viento que las empuja veloces, las desaparece, y las hace reaparecer en el siguiente cerro. La Calima se apropia de las montañas y las hace azules o grises, que ya no permite definir formas ni figuras, y que aleja cada vez más las lluvias. Para José Segura es como una cortina de ventana que los Mojanes cierran para guardarse al interior de las montañas, y al mismo tiempo para irse de viaje al norte, una niebla muy tenue y dispersa que impide la observación a distancia, pero que también son las humaredas de rozas que vienen desde Boyacá.

“La Calima sale de la tierra, del cerro mismo. Es una humedad que está ahí pegada. Si usted está cerquita no la ve, pero si se aleja bastante sí. Por ejemplo usted ahorita ve la carretera, apenas si se nota... dentro de 15 días usted ya no la ve, la Calima la tapa. La Calima es como la cortina de una ventana. Los Mojanes cierran la ventana y corren luego una cortina, así es... por eso dicen que La Calima sale del cerro mismo. Es un signo de verano.” José Segura, Cota.

El sol se torna rojo y amanece y anochece al norte de los valles, debido al equinoccio, 15 y aunque es la misma ruta que siguen los Mojanes en Junio-julio, los Raizales insisten que no es por el sol, sino por las nubes mismas que se van al norte a la laguna Fúquene. Es posible que el movimiento del cinturón ecuatorial de nubes al norte sea un fenómeno notado por los indígenas de las Américas, particularmente cuando genera huracanes en el Caribe, pero parecen referirse a un retorno a la laguna Madre original del lago pleistocénico, Fúquene, pues no nombraron otras lagunas madre que recibieran estos viajeros (ni Guatavita, Siecha, Suesca, Gachaneca o Iguaque), e incluso Monserrate y la serpiente de Ubaque también van a Fúquene. También van a las salinas de Zipaquirá, y a comerciar los productos que suben de tierra caliente de Pacho. Probablemente también esté aquí el viaje a Facatativá, pero no supieron las fechas de este viaje a comprar fruta de Anolaima y Sasaima. Por esto consideramos la posibilidad de un vínculo de los Mojanes con otros pisos térmicos, un retorno a Fúquene, como un fenómeno meteorológico en la zona del Magdalena. Los mismos vientos Alisios Surorientales hacen llover en la seca Melgar en la cuenca del Magdalena desde Julio hasta Noviembre; mientras hacen llover en Yopal y en Restrepo, desde Abril hasta Octubre y Noviembre. Pero en la Sabana (como en el caribe colombiano) hay este verano de San Juan, que trae lluvias de páramo. Fúquene es para los raizales una frontera norte, quizás herencia de la frontera del Zipazgo con respecto a los cacicazgos independientes del río Suárez, y al Zacazgo de Tunja como lo expresa Don Puno Cojo de Chía. Pero también es el punto más alto del antiguo lago pleistocénico, y Ubaté es el punto de divisoria de cuencas entre el Río Bogotá y el río Suárez (que vierte al Chicamocha). 16 Todos los Mojanes parten hacia esta frontera norte, incluyendo a Monserrate y Fusca, pero no tenemos información directa de la zona, ni que ocurre en las lagunas de Guatavita, Siecha o Suesca.

En las cordilleras de Suba y Majuy las primeras en partir al norte son las Serpientes de Oro Madre del agua, que lo hacen en muy pocos minutos, formando caminos de agua y tormenta casi a ras de piso, tocando con la cabeza la laguna de destino, cuando aún tienen la cola en la de origen. Las serpientes de oro del Páramo cruz verde-Chingaza, viajan a la laguna de Yerbabuena (Fusca), pero por los Raizales sabemos que ella parte a Fúquene, así que es posible que sean un salto de una laguna a otra.

“La serpiente viajaba de la laguna de Salitre (Suba) a la que hay en el cerro Majuy. Otras épocas era de vuelta y seguía para allá (Fusca La Caro). Se ve como una cortina espesa de lluvia sólo en el pedazo por donde va la serpiente. Puede estar haciendo un sol fuerte y en el pedazo estar lloviendo. En verano se va para la Laguna de Fúquene. Cuando salía la gente decía: “¡Salió el Moján!”... y llovía tormentosamente en el mero pedazo.

/¿Pero no es la serpiente de oro la que se va?

Sí, pero es que el Moján también se va a la Laguna y se lleva todo. Y a lo que llega a Fúquene la cabeza, desaparece la lluvia y se va corriendo, se va. Es rapidísimo, como en dos minutos pasa todo y no queda nada, como si no hubiera pasado. Yo vi una vez pasar la lluvia, y vi pasar gallinas y pollos cantando con pandereta y tambor.” Don Clímaco Cuenca, Suba.

“Viajaba de la laguna de Yerbabuena a la de Chingaza, Churuguaco, Desfondada, Ebaque... la predilecta para sus excursiones era la de Ebaque, distante de la de Yerbabuena como cosa de dos leguas. (...) cuando su cabeza besaba las aguas en el Ebaque tomaba el baño sagrado, todavía la cola del animalejo se agitaba en las linfas de la laguna de Yerbabuena. (...) se desencadenaba una furiosa tempestad, en la que no faltaba ni el fragor del trueno, ni el zumbido de los huracanes; todo lo cual no era en resumen más que el ruido de los silbidos de la culebra y el de los anillos que rozaban contra esta tierra (...).” Fómeque (León Rey, 1942: 35).

Después de las serpientes parten los Mojanes (Nemocón, Subachoque, Tabio, Tenjo, Cota, Chía, Suba, Monserrate y Fusca), y es posible que también lo hicieran los Mojanes del bajo río Bogotá (Soacha, Funza, Fontibón, Bosa, Mosquera, Madrid), pero no conocemos estos Mojanes ni sus orientaciones. Las nubes acaballadas por los filos avanzando al norte, eran las recuas de mulas, que se detienen a pasar por sus esposas, y se limitan solo a ellos dos, una forma cortés de referirse a relaciones íntimas entre esposos. Primero iban hasta Fúquene a darse un baño, y luego retornaban a Zipaquirá, a las minas por la sal bija, y a mercar al pueblo cosas frescas de la tierra caliente de Pacho, habas, frutas, tabaco, lana. La habitación en la Laguna de Fúquene es la isla que llaman Santuario, y que era muy brava. En ella se sintetizan todos los esposos, todos los pares que están unidos por cadenas de oro. Esto no quiere decir que no queden Mojanes en la Sabana, sino que quedan apartadas o profundizadas (como dicen en Iguaque), así Fúquene, tierra caliente y profundidades se vinculan y son la misma cosa en estas fechas.

“También lo vi en Fúquene. Yo estaba yendo para Chiquinquirá cuando llegamos a la aguna Grande por Susa y Simijaca que son lindes con Chiquinquirá. La Laguna Grande es Fúquene que en la mitad tiene una media naranja, que es un cerro lleno de casa con lanchas. Allá vivía el Moján, allá es la casa del Moján en la mitad de la laguna. Al lado de la laguna de Fúquene pasaba la línea del tren. El Moján se paraba en el carretero y echaba el tren pa´bajo con martilletas y máquinas. No le gustaba que le pasaran la laguna.” Don Clímaco Cuenca, Suba.

“... ellos en determinada época del año salen fuera, y llegan no sé a que parte es, si es a ese pueblo o es a Zipaquirá, a comprar sal. Llevan sal y regresan” (...) (Un hombre) “convivió durante un año con ellos. En ciertos días del año salían por un túnel que el hombre no recuerda en qué parte estaba, e iban a Ubaté a comprar habas, y lo llevaban con ellos.” Luis Muñoz, Nemocón (Vengoechea, 1992: 62).

“El intercambia solo cosas frescas. Las frutas son frescas porque tienen mucho agua, o porque tienen relación con el agua. Frutas como la manzana o la uchuva tienen que sembrarse en Luna Creciente que les lleva el agua hasta los cogollos donde están las frutas. Se llaman de travesía porque se recogen por Junio o Julio, cuando está a mitad el maíz antiguo.” Teodomiro Rivas, Tenjo.

“Salía por la cordillera y visitaba a Chía y de ahí seguían juntos. El iba a Zipaquirá porque allá hay fruta de Pacho, que es otra tierra caliente. El salía a las seis de la mañana de Cota, y se iba hasta Zipaquirá. En sus mulas él llevaba maíz, zanahoria.... llegaba a Zipaquirá y se iba a las minas de sal a conseguir sal a la mina directamente. En ese tiempo no había, como ahora, sal en tiendas, sino que tocaba era de intercambio. Como la gente no trabajaba, no tenía plata para comprar. El llevaba de aquí de Cota maíz, zanahoria de la que llaman de Cota, que salió de ahí esa semilla. Se traía de Zipaquirá sal que era de piedra, frutas lo que era de Boyacá, carne de Ubaté, de ovino. Hacían truque con los de Pacho. Y se venía por el filo de esta misma cordillera de Chía, con todas sus mulas atrás. Como a las mulas hay que darles para que anden. Pero nó! El es al revés. Lo siguen para donde vaya”... “Majuy pasaba por Chía, y se limitaba a los dos, entre Iginio y Chía. Y llega a su sede, la piedra de Bochica, donde llegó Bochica a predicar, en la Piedra de las Tapias donde están los jeroglíficos” ... “El salía para Zipaquirá era para demorarse cuatro meses. La gente decía: “¡Uy! Allá va Iginio con las mulas, ya se nos viene el verano!”... “Se va Iginio, ¿Cúando será que vuelve con el agua?”. Y seguro cuando él volvía, llegaba detracito el agua. Cuentan que Iginio no solo iba a Zipaquirá, sino que también iba a Fúquene a bañarse y volvía a Zipaquirá. Esa sí era una laguna inmensísima! Ya no, ya está seca y pequeñita.” José Segura, Cota.

Los Mojanes de las cordilleras que le nacen al páramo de Guerrero y Guargua prefieren marchar a Zipaquirá, que conecta con la tierra caliente de Pacho. Es posible que los Mojanes de las cordilleras orientales prefieran viajar al cañón del Garagoa, o incluso a Sogamoso, pero no tenemos datos. La tierra caliente, piedemonte (Magdalena) se divide en dos: La tierra caliente de Anolaima y Sasaima que son las cuencas de los Ríos Sumapaz, Bogotá, y Apulo, que vierten sus aguas antes de Honda. Al norte de ésta, la tierra caliente de Pacho (que limita con Muzo, territorio de los filos de Chiquinquirá), vierten en el Río Negro, afluente del Magdalena. Pareciera que la división de tierras calientes es una división de cuencas, y el trueque de alimentos y sal fuera un reconocimiento a ellas, pero Sasaima vierte sus aguas al Utica, y éste al Guaduas y al Río Negro. En cambio sí es un reconocimiento a los páramos que las dividen, 17 que las dividen y alimentan, pues el Páramo de Guerrero, está en medio de ambas, con su parte sur (cerros de Subachoque y Tablazo) y norte (Guargúa y Laguna Verde).

De retorno a casa se dividen, ella queda en su casa del norte de cada cordillera, y él continúa hasta la suya al sur. Este viaje es de tres meses para los Raizales (julio, agosto, septiembre) pero sólo dura una semana para los Mojanes, pues su año está formado por cuatro semanas, y esta es la semana de verano. Un día a Zipaquirá, dos en Fúquene, dos de nuevo en Zipaquirá, y vuelta a casa en otros dos.

“/(Cuando el Mojan vuelve de Fúquene) ¿Cómo se viene lloviendo?

El agua viene de por allá, de por el Norte (Fúquene). Se viene andando esa agua, así contaba mi papá alma bendita. Por eso en Chía no sé si habrá Moján, pero cuando llueve por allá primero llueve allá, y luego llueve por acá, y sigue por allá (Sabana de Bogotá) ¿Todavía existirá ese Moján?” Don Macedonio Romero, Cota.

Esposos y amantes son modelos opuestos, en orientación (Norte-sur / Oriente-occidente), en el territorio (los esposos son norte y profundidades/ los amantes son expansión en cadenas oriente-occidente), en fertilidad (travesía, femenino, y luna Creciente / maíz, masculino y menguante), en estación (verano / invierno), y en la ocupación católica (Vírgenes en verano / Santos macho y Santa Bárbara en inviernos). Pero estas oposiciones ayudan muy poco a entender los movimientos y ocupaciones, o el calendario anual siendo éste, casi siempre, una síntesis de los mitos de creación y ordenamiento.

Mi visión es que las Mojanas esposas son antiguas señoras cuidadoras del linaje pues en el caso de Chía, era la hermana mayor del cacique cuyo hijo mayor debía heredar el Zipazgo. Estas señoras están en los mitos como ancianas cargadores o ocultadoras de chorotes (como Firavita madre de Huaznhúa), que si se les destapa generan crecientes y lagunas, mitos que se mantienen en la oralidad hasta hoy día. Se refuncionalizaron en Vírgenes cargadoras de niños y ánimas, como le ocurrió a la Pachamama en los Incas. Así Ancianas, Mojanas y Vírgenes, están vinculadas pero no es posible ampliarla sin un estudio de las principales Vírgenes, de otras Mojanas y del origen de las lagunas.

Las romerías en la época antigua eran comunes y muy apreciadas. Se hacían en estos periodos de relativo descanso, cuando las labores agrícolas se limitaban a mantener los maizales y sembrar las plantas de travesía: habas, habichuela, cilantro, y otras. Los Romeros viajaban como los Mojanes pero a Chiquinquirá, pasando por Fúquene y sus innumerables altares y cruces que describe Ancízar. La Virgen de Chiquinquirá celebra sus fiestas el 9 de julio, y cuando los romeros regresan a sus pueblos traen con ellos las lluvias de páramo a los filos de las montañas. También es la época de la Virgen del Carmen, venerada en extremo por transportistas que garantizan el sustento a una gran cantidad de pobladores (labradores, artesanos, ganaderos, comerciantes y al público en general). Por último, ellas dos atraen a las ánimas adultas, pues el año ya está grande (julio), Rondan los canales subterráneos, las hacen discurrir a nacimientos y allí les ofrecen sus escapularios, rosarios y lunas Crecientes, para elevarlas al cielo produciendo lluvia de páramo. De romerías Muiscas en la época colonial y republicana nos cuenta Ocampo. 18

“Los chibchas también hacían peregrinaciones a las casas sagradas dedicadas a la diosa Bachué y su esposo, los padres legendarios del pueblo chibcha y la humanidad, las cuales estaban en el pueblo de Iguaque, cerca a la laguna de Bachué. En la laguna de Fuquene, según el cronista P. Zamora, "había un templo de gran veneración y donde de ordinario había gran romeraje y concurso de peregrinos y donde había siempre cien sacerdotes para el culto de aquel santuario". Asimismo, existieron peregrinaciones en secreto al santuario de la Furatena, en las dos montañas sagradas situadas en el territorio de los indios Muzos, sus encarnizados enemigos. Otra peregrinación chibcha la encontramos en Iza en donde las indias preñadas iban a la piedra cercana al puebla en la cual se veían las huellas de los pies, que se atribuían a Sadigua el dios civilizador de los tunjanos; las indias iban a raspar aquella roca, para diluírla en agua y beberla con el fin de tener un buen parto.” (Ocampo, 1977).

Por último, resumimos los signos del verano de junio a julio: el sol colorea las nubes de rojo, que fuera de esta estación significa malos augurios. Al contrario de invierno, el sol no tiene arcos y la luna sí, amarillo-rosado a causa de la suave neblina nocturna. Las estrellas que marcan este periodo al anochecer son la Cruz del Sur que pasa del cenit sur, al suroccidente, y el lucero Bueyero del norte, al cenit de la bóveda celeste. El arco iris marca el cambio de estación. Las nubes cargadas y grises desaparecen, y las nubes blancas dispersas que desgajadas por el viento, desaparecen y reaparecen de un cerro a otro por condensación, a lo que llaman tiempo asentado. La lluvia de páramo o nieve que viaja en paredes o cortinas de lluvia por los valles, mientras que era época de siembra de las plantas de travesía, la roza antigua necesitaba varios cultivos combinados para protegerse; una mata de papa o una de fríjol por cada tres de maíz; se rodeaba el sembrado de cilantro para alejar plagas, u otras plantas que no fueran enemigas de las principales. Esta es una época marcada fundamentalmente por la Luna Creciente, debido a que la Calima ocupa todo el espacio, a que las plantas de travesía son acuosas y necesitan la potencia en las ramas, a que no hay fertilidad en la base sino en la totalidad del cuerpo, a que se gestas hembras, y a que los Mojanes se marchan al norte y quedan a cargo las Vírgenes y santos.


Segundo invierno y segundo verano: septiembre-noviembre y diciembre-enero

De esta época tenemos muy poca información, solo que para Teodomiro se invertía el viaje de luceros, por lo que manejamos esta hipótesis de la inversión de los viajes (de Oriente a Occidente), pero tuvimos problema con las fechas. Los testimonios de otros Raizales no se la daban fecha, la mayoría suponía que debía coincidir con el segundo invierno pues el lucero es un creador de lluvias. Nos planteamos que estos viajes (del cerro de Monserrate al Salto de Tequendama, de Fusca a Majuy, y de Majuy a Juaica) debían ocurrir en este segundo invierno (Agosto-Noviembre), pero según Teodomiro sus mayores lo ubicaban en Diciembre, lo que contradecía el papel invernal del lucero. Tampoco coincidían con el equinoccio solar, pues aunque en Diciembre el sol está en el extremo sur, en Marzo-Abril no está en el cénit.

La inversión de los luceros logra ubicar el evento mítico de Bochica, quien desde Monserrate rompe el Salto de Tequendama con su bastón de oro (el lucero) después de severas inundaciones, las que ocurrían más fuertemente por Octubre, coincidentes además con las subiendas de pescado. Pero sin una fecha, la ruptura bien podía ser en Diciembre, y eso cambiaba la noción específica del lucero, que no siempre coincidiría con el invierno. Por último, podría haber una coincidencia con la fiesta del Huan en diciembre, como por las fiestas Muiscas que realizó el Cacique de Ubaque el 24 de diciembre de 1563, lo que le costó un juicio, donde defendió su derecho a celebrar sus fiestas, tal y como los españoles celebraban las suyas.

Este segundo invierno se interrumpía en Septiembre por las heladas, por lo que es inestable e inconstante a diferencia del de Abril. Según Ocampo en Boyacá se le celebran a San Isidro sus fiestas el 15 de Mayo, y se repiten en Septiembre y Octubre, por las cosechas de maíz (Ocampo, 1977). Esta doble celebración es muy común en Mesoamérica, donde los grandes santos (principalmente Guadalupe, Chalma y Niñopa) son celebrados a mitad (o en sus fechas) y a fin de año.

“En invierno el sol está en la pura mitad del cielo, y los más viejitos decían que brillaban las alfombras de oro, que es maíz o el trigo maduro”. Pedro Conejo, Engativá.

“Se esconde primero por Juaica (vereda norte, equinoccio) y así se está moviendo para el sur. Todavía por septiembre y octubre está por los lados de Churuguaco (vereda occidental, solsticio) pero ya por noviembre y diciembre está por Carrasquilla (vereda sur, equinoccio).” Teodomiro Rivas, Tenjo.

“Se visitaban cuando llovía harto. Uno viajaba al Majuy y el otro a Juaica. Eso era cuando se cosechaba el maíz en agosto, entonces llueve harto.” Doña Bertilda Macías, Tenjo.

“En la Peña de Juiaca y en el Majuy habían Mojanes pero se fueron Los papases los vieron. Dicen que cuando se nubla o cuando baja la nieve. Mayo y agosto son épocas de lluvia.” Doña Cecilia Murillo, Tenjo.

“Decían que cuando se veía encopetado el Majuy y en la Mojana de Torca había neblina, que estaban bravos y era fijo aguacero. Sí.... los viejos decían “no demora el Moján en ponerse la montera”. Se empezaba a llenar de niebla, a llenarse y era seguro que llovía. En abril y octubre era que llovía a mitad de mes cada uno. Era que estaban bravos el uno con el otro, el Majuy y la Majuya (...) La Majuya vive allá (cerro de Fusca, La Caro). Se llama Majuya porque es la amiga de Majuy.” (...) “Viajan de un cerro al otro. Tiene la cola larga. Cuando pasan uno debe decir: ¡Dios te guíe, Dios te guarde! Es muy peligroso se caiga y se acabe el mundo. Sale de un sitio ya hace pfiiuuchch ¡ y cae en La Majuya.” Don Leovigildo Romero, Cota.

“La Mojana no sé en qué fecha visitaría al Moján, pero sí que lo visitaba de noche. Ambos se visitaban de noche. Cuando ella viene a visitarlo a él, trae el aguacero. Ya se sabe que viene la Mojana de allá ... se viene unas nubes gruesas lloviendo. Truena durísimo! Y va viniendo despacio... echando agua. Se monta en el Majuy y ahí se calma. Cuando viene, se sabe que va a caer un inviernonón!. El también trae agua y truena duro.” Doña Vicenta Román, Cota.

Este invierno tiene pocos signos. Las plantas de travesía al levantar sus hojas, señalan lluvias, 19 y las siembras de maíz listas para la cosecha, brillan como alfombras de oro por el solsticio de septiembre, el sol en el cenit del cielo. Las lluvias son tan fuertes como en el anterior invierno, pero se interrumpen por las heladas de Septiembre, producto de los fuertes vientos. En Octubre los ríos aumentan sus cauces y ocurría la subienda del río Bogotá que beneficiaba a los pescadores, y son sus anunciantes: el Señor de los Pescados, y la sirena Reina del Río Bogotá. También era época de encuentro con la Candileja que se aparecía en el río, y se escapa como lucero hacia el cerro de Suba.

Del segundo verano de noviembre a enero, se desconoce prácticamente todo. De nuevo es época de Vírgenes, y los Mojanes se recluyen, pero no se nombran viajes de trueque a tierras calientes al sur, ni visitas de esposos. 20 Esta época tiene fenómenos mixtos: vientos y heladas intensos que aparecen en Septiembre y luego en Diciembre, intercalado con un Noviembre de lluvia de páramo. Estos vientos limpian el cielo produciendo heladas en las madrugadas, y se forman los Caminos de hielo, largas y delgadas nubes en línea recta del extremo Oriental al extremo Occidental de la Sabana de Bogotá, en un cielo limpio de cualquier otra nubosidad (Ernesto Ghul, 1981), por lo que suele ser visible la Vía láctea, dos signos que muchas veces se confunden (Fals Borda en Saucío). 21 Los avisos cotidianos de llegada del verano fueron únicamente el canto o vuelo del Copetón (animal que en el pasado era gallo), y en Fómeque las lombrices en los caminos que caen con la lluvia. Mientras el invierno anterior es tiempo de sembrar maíz, este verano lo es de plantas con ramas y flores que llaman de travesía (alverja, fríjol, papa), sembradas preferiblemente en luna Creciente. También avisa heladas el arco iris en forma de anillo que se forma alrededor de la luna, en noches de neblina o calima. Otras nubes son las Palmas que para algunos son signo de temblores, y para otros son signo de vientos a finales de Septiembre y principios de Noviembre. De los signos cotidianos solo el burro que bebe agua es señal de verano. Otro signo de verano es el sol naranja de los atardeceres decembrinos conocidos en Bogotá popularmente como el Sol de los Venados, y que no ha vuelto aparecer desde el año 2009 debido al exceso de lluvias, producto del calentamiento global. El equinoccio en esta época es reconocido por los Raizales, pero no hacen ninguna reflexión al respecto, como tampoco si el cinturón de nubes ecuatorial marcha hacia el sur, solo establecemos con Teodomiro una posible relación entre este invierno y verano con la creciente del río Bogotá, el viaje de las nubes al sur (páramo de Sumapaz como límite), el lucero de Oriente a Occidente (Monserrate-Salto de Tequendama), y el sol atardeciendo al suroccidente de la Sabana. Es decir una posible relación con el mito de la inundación de la Sabana, la aparición de Bochica y el desague en el Salto, posiblemente en Diciembre, pero sin poder establecerla.

Los caminos de la Conquista: templos, campanas y cruces

La Conquista provocó encantamientos masivos, de pueblos enteros o de sus líderes huyendo de los españoles y la sal del bautismo. Brujos, caciques, guerreros o comunidades enteras se suicidaron, se enterraron o se ahogaron, convirtiéndose en Mojanes, y desde entonces la diferencia entre encantados y de lo seco es la sal que se lleva dentro del cuerpo: entre sal bija o sal tratada de bautismo. También hubo grupos que anegaron los tesoros de sus comunidades, como cuentan para Fómeque en una cueva de Chingaza, de Tunja en la laguna de Iguaque, o los tesoros del Zipa de Funza en Facatativá, o la laguna Pedro Palo.

“En el cerro Manjui es un puesto del ejército y la televisora, eso era monte,... halla decían que era el Moján, por eso es que existe el agua... Existe historia que dice que sacaban el oro de ahí y lo trasladaban no sé para dónde, por allá para el lado de Zipaquirá, sacaban el oro en lingotes, lo transportaban a pura mano, una riqueza tremenda...” Don Felipe Alarcón, Zipacón (Martínez Celis, 2010).

“El cerro encantado... us ahí contaban del cerro. Como ese tiempo de la persecución, la gente llamaba que amasaban el oro como hoy amasamos el barro, suponer allá llamaron que se enterró el hombre, mandó a enterrar su riqueza debajo y él ahí encima - ¿Cual hombre? – Us el que vive ahí en el cerro, us un rico, mandó echar todas sus riquezas, tesoros, debajo y ahí él encima, y suponer cuando estaban trabajando la carretera, ahí se la iban a echar por encima del cerro, y ése no dejó...” Otilia Jerez, La Candelaria (Moreno, 199: 163).

“Laguna Verde. Cuentan que la laguna no tiene fondo, y que los indígenas arrojaron allí sus tesoros con la llegada de los españoles. También, que hubo un intento de sacar agua de la laguna, pero que al momento de empezar, sus aguas trataron de devorarse a las personas que allí se encontraban, por lo cual se desistió del objetivo.” (De Boyacá sumercé!, Ventaquemada).

“(en estos viajes) El viejo de la azada roída os cuenta la leyenda del Mohán que andaba antaño por estas serranías custodiando el tesoro del cacique.” (Triana en 1921, 1970:16).

“Terreno de alto peligro para la salud son también los nevados, a los cuales nadie había llegado antes de principios de los años 70, cuando empezó el turismo en esta zona. Los nevados son vistos como “encantos”, sitios donde los indios escondieron en otros tiempos en forma mágica sus tesoros.” Cocuy (Faust, 1989:50).

“El tesoro indígena

Cuando llegaron los españoles, en tiempos de la conquista, los indios no conocían el verdadero valor del oro. El cacique de Fúmeque tenía guardada mucha cantidad de oro y pronto supo que los españoles lo perseguían con mucha avaricia y por eso resolvió reunir a los brujos de la tribu para decidir donde podría esconder el oro. Decidieron esconderlo en un lugar de difícil acceso y que se guardara secreto sobre el lugar escogido (...) escogió a los cargueros que condujeron el oro río arriba, con muchas dificultades hasta llegar al páramo de Chingaza, lugar en que se encuentra un cañón muy estrecho y con una sola entrada, tan difícil de encontrar que el escondite pareció muy seguro.” Maribel Agudelo, Fómeque (León Rey, 1949:146).

Los Muiscas se enfrentaron a los españoles en las peñas, reunidos pueblos enteros defendiéndose, y antes que entregarse, algunos prefirieron suicidios colectivos. Estos suicidas no se consideran muertos, sino encantados en las peñas, o presentes en Diablos de cimas y piedras, recordando el dolor sufrido. Están presentes en Suba, la Peña de Juaica (Tenjo), la Peña de Tausa, el Cerro Palacio (Sutatausa), y la Peña del Cocuy. Ancízar relata la defensa colectiva en Simijaca, en el Alto Olalla, llamado así por los indígenas herir al capitán Olalla de los ejércitos de Quesada (Ancízar, 1853). También cuenta de las comunidades que prefirieron refugiarse como los que hubo en la isla mayor de Fúquene, y que permanecieron aislados hasta finales del siglo XIX. En el Cocuy los indígenas al verse acometidos, prefirieron suicidarse antes que ser sometidos, que la oralidad ubica en el púlpito del diablo (Faust), o el Peñón de los muertos (Ocampo), o la Peña Gloria de los Tunebos (Ancízar), o en el cañón del río Nevado donde las blancas lajas son los huesos de los muertos (Faust).

“Por los años de 1540 los indígenas de Tausa, Suta y Cucunubá, concertaron un alzamiento contra los españoles, más para resistirles y librarse de la cruel sujeción a los repartimientos que para atacar a los insufribles dominadores. Retiráronse con sus familias y mantenimientos al Peñón de Tausa, y en él se fortificaron haciendo acopio de piedras y peñascos para rodarlos sobre los odiados enemigos. Cien españoles salieron de Santafé en demanda de los indios rebelados, y después de una desesperada resistencia quedaron aquellos infelices rotos y desalojados, con gran mortandad de hombres, mujeres y niños.” (Acosta citando a Piedrahíta, 1668, Cap III).

“ ...el resto de infantes quienes los acometieron bravamente, matando a muchos con sus espadas y obligando a otros a lanzarse al precipicio, prefiriendo la muerte a caer prisioneros; Céspedes no contento de haberlos pasado a filo de espada, los hizo despeñar por nubadas de 500 indios juntos.” (Fernández de Piedrahita, 1688).

“Por las noches en tiempo de menguante, al rayar la medianoche, se ven allá encima del peñón las almas de los muertos, que bailan al rayo de la luna: bailan y bailan hasta que canta el gallo; entonces se echan al río, rodando por el peñón, como ruedan en invierno los copos de nieve.” (Hernández cit. Ocampo, 1972:130).

“Durante más de cinco siglos, hemos cedido ante el hombre blanco ante su codicia y sus enfermedades, como la ribera cede en tiempo de verano, como el día cede a la noche cede al día .... el Riowa nos ha condenado a vivir como extraños en nuestra tierra, nos tiene acorralados en tierras escarpadas muy cerca de las peñas sagradas donde nuestro cacique Wicaní y su tribu saltó para salvar el honor y la dignidad de su pueblo ante el feroz avance del español y el misionero.” (Carta de los U´wa a la humanidad, 2001).

Si el hito fundacional de creación del mundo encantado son los baños y enterramientos prehispánicos, con la sexuación de los cerros, mientras la Conquista es el hito que retoma esta fundación, se le mixtura, pero con suicidios masivos, volviéndose rocas, Diablos y Mojanes. La Conquista se convierte en la nueva fundación de la condición de antigüedad, entre lo húmedo (lo antiguo) y lo seco (lo nuevo), estableciendo sus diferencias relativas: Las individuales (rasgos, lengua, costumbres, no bautizo y pertenencia a un ser del agua); de tiempo (detenido o muy lento en el agua, pues condensa todo el pasado); de lugar (lo seco y lo húmedo son relativos y en permanente frontera el uno con el otro, en todos los puntos del ciclo); de materia (lo antiguo transmuta y es de oro-maíz-agua); de temperaturas (frío y fresco contra seco y cálido); y el poder brujo (para manipular aguas, fertilidad y castigar los excesos de la superficie contra las prácticas católicas y de ingeniería modernas).

En Tenjo se cuenta que los indígenas huyendo de los españoles se ocultaron por separado, los Caciques y Guerreros se ocultaron con las armas de oro en las cordilleras macho; los Brujos se ocultaron con los tesoros de sus Iglesias en las hembra, fusionándose cada uno con los personajes que ya había. Pero perfectamente esta paridad se puede repetir en el mismo cerro: el Majuy tiene junto a él una pequeña cima menor, que es su hija La Majuya, y nuevamente ella es Catedral.

“Juaica es Mojana y Majuy es macho. En Juaica está la iglesia que se abre, y en Majuy están las armas.” Teodomiro Rivas, Tenjo.

“Pues ahí a las espaldas dicen las vecinas que hay una catedral. Ellas dicen que un jueves santo a las doce de la noche La Majuya se abrió, y que una Catedral de oro brilló. Allá por donde se ven esas piedras casi en la cima. Yo no la he visto pero ellas que vivían ahí enfrente y podían verla.” Don Seferino, Cota.

La primera sexuación con sus signos inaugura las superposiciones y refuncionalizaciones: otorgarle edad y tamaño del macho o hembra (aumenta sumando aguas, disminuye cuando se bifurcan); de soberanía y resistencia a la Conquista (batalla o suicidios colectivos, o lucha de diablos y santos); de resistencia a la esclavitud y las tecnologías arrasadoras; con el castigo de los excesos de riqueza, comida e infracciones a las normas, tragando o sorbiendo al infractor, o sea incorporándolo. Anexión, Mixtura, superposición, fusión e incorporación, son las acciones que hacen que un hito histórico asuma el lugar de otro. Los nuevos encantados (ahogados o raptados), se sintetizan con los Mojanes ya existentes, se subsume una versión en otra, pues siempre termina retornando al primer ocupante, el fundador del lugar, el que le da el carácter originario como matriz de sentido.

Cualquiera puede volverse Moján, ahogado, o muerto en la montaña, o raptado por un Moján. Los raptos ocurren porque enamoramiento del Moján o Mojana (sea bebé, adolescente o adulto), o porque el humano tiene demasiada riqueza reunida, o ha cometido alguna infracción grave. Todos adquieren el poder de manipular las aguas o jamás envejecer por transcurrir en un tiempo más lento. 22

En un punto del valle el Moján es Diablo, Fraile, y cazador, mientras en otro es serpiente de oro que se extiende por toda la cordillera, y en otro es un niño en cada nacimiento. Se eligen según el conflicto que las comunidades han querido densificar allí, con lo bautismal, lo colombiano, lo moderno... No estamos hablando de personajes aislados, o sus pares, sino de relaciones que se escenifican en un territorio, que se superponen o cambian con las estaciones. Los signos son la densificación de una escogencia colectiva, de una conveniencia a la vez variada y plástica de sustituciones (las figuras-reflejo) elegidos por cada comunidad y municipio para cada punto del ciclo del agua.

Pinzón y Suárez consideran que la unidad social indígena y mestiza local en la Colonia, se identificaba con un santo patrón, de donde viene la identidad con los santos en cada municipio actual (Pinzón y Suárez, 1992: 90). Cesar Moreno plantea que en los pueblos de la Candelaria las fronteras municipales son fronteras entre santos patronos, y que la gente les hace recorridos hasta los sitios liminales, al punto de que sienten temor en el paso de un valle a otro, en el cual tutela otro santo patrón. También destaca el conflicto o enfrentamiento territorial entre la Virgen y el Diablo (Moreno, 1994:185). Esto ocurre en casi todos los Andes, como en Bolivia (Pacarictambo) donde Gary Urton demuestra que los recorridos de la comunidad en las festividades, la organización y los líderes elegidos, van íntimamente ligados a los territorios y poderes estacionales de los seres indios (Urton, 1987). En la Sabana de Bogotá las Vírgenes y Santos representan a los pueblos, y a veces a las veredas particulares con sus familias extensas, por lo que son representantes de parentescos y vecindad. Pero estos personajes cristianos, o sustituyen a los Mojanes por épocas (Vírgenes que discurren aguas y ánimas produciendo lluvia, y parecen coincidir con Viejas Mojanas), o se mixturan con ellos (incluyendo Santos macho o el Diablo), por lo que no son simples contradictores con lo indio. Se mixturan Mojanes y Santos de ambos sexos fiesteros, discurridores, dueños del rayo y de las tormentas fertilizantes: Jesucristo, Santiago Apóstol, San Isidro, San Pedro, San Pascual Bailón, Santa Bárbara...

Los Mojanes son los antepasados que desde el espacio liminal de los filos de las montañas, unifica a las comunidades adyacentes en torno a un antepasado común que habita y controla la geografía compartida entre cuencas, por ejemplo unifican Cota y Tenjo, en relación a Chía, Juaica y Fusca. Son una territorialidad expansiva de los cerros en invierno, pero en verano se contraen a las profundidades y al norte, momento en que las Vírgenes, santas y Viejas aparecen, y las dos primeras se expanden hasta incluso visitarse en los filos, como en el filo del Majuy donde se encuentran La del Carmen viniendo de Tenjo, y Santa Martha viniendo de Cota.

Por esto considero que no son un enfrentamiento entre católico e indio, sino antiguos roles Muiscas de oponentes o contrincantes que se enfrentan por temporadas. Se impone demoledoramente la paganización indígena, al obligar a los símbolos cristianos a corresponder con la red del agua, a invertirse y dejarse sustituir con lo antiguo. En toda la Nueva Granada se impuso las varas indígenas para organizar las fiestas religiosas (Ocampo, 1977: 94), y es probable que estas autoridades impuestas tuvieron que refuncionalizar de forma efectiva a los personajes católicos para darles coherencia, y no fue precisamente diabolizando lo indio, sino indianizando lo católico. Cuatro ejemplos que muestran como hay Caciques, indios, Virgenes, Diablos, Bóchica, encantos, frailes y Mojanes, todos amos y señores.

“Se llama Furca porque una vez vivió ahí, en eso, un Cacique, un indio que se llamaba Furca y entonces por eso, y por ahí había una lagunita en este lado por ahí y que él se bañaba ahí y después quisque veían salir un pato amarillo, con una camada de patos chiquitos, puros amarillos y no sé que fue que él se encantó, como era rico, entonces creo que se encantó ahí, me parece...” Alvaro Bautista, La Candelaria (Moreno, 1994: 161).

“(...) esto no lo llamaban como lo llaman hoy en día, el cerro de la Virgen o sea le cambiaron el nombre, porque este es el cerro que se llamaba el cerro del diablo, si, algo me acuerdo de esa lectura: este cerro, el dueño de esto era un señor que era muy rico, a él le gustaba traer las muchachas de la región (...)” Santiago Rodríguez, La Candelaria (Moreno, 1994:164).

“(...) Después de dos horas de caminar a buen paso llegamos a la laguna de Bóchica (...) Una serranía en forma de herradura limita a no gran distancia el horizonte por occidente, y por el norte al oriente se alza el cerro apellidado también de Bóchica, con sus rocas llenas de misterio de las pasadas edades y que parecen erguirse como un monstruo centinela de los encantos de la laguna. (...) el cerro de Bóchica, cuya acentuación esdrújula es general en la tierra y que debió ser sin duda usada en los tiempos del apóstol.” Chipaque (León Rey, 1942: 203).

“Un sujeto atracó por aquellos caminos a un fraile dominicano -dueño a la sazón de Santa Cruz – y le cortó la cabeza de un certero machetazo. Desde entonces, al filo de la media noche sale de la cueva del Moján el fraile descabezado y se pasea por todas aquellas tierras hasta que amanece y lo mismo asusta a los de Tibabuyes que a los de Buenavista; a los de los Laureles, que a los del espino: es el amo y señor de toda la extensa comarca que corresponde a los municipios de Tenjo, Cota y Suba.” Cota (Pardo, 1946: 161).

Las cuevas son las mismas de enterramiento, caseríos antiguos que aún resisten la Conquista, de ermitaños y anacoretas, o exploradores del bosque: leñadores, pastores, pequeños agricultores, yerbateros, curanderos, cazadores, exploradores, guaqueros, aguateras, recolectores y artesanos. Ocupaciones y actividades que requerían saber sobrevivir en el bosque. Estos personajes y sus habitaciones (cuevas, templos, pueblos, peñas), son la contextualización (mixtura) sobre un mismo cerro o laguna, y la labor de bordar signos foráneos aptos para ocupar los signos Raizales. Un mismo personaje católico en realidad puede ser Moján, y un Moján puede ser Diablo, así que cada superposición sirve para distintas cosas, y hace saltos de grupos de signos a otros. Caciques, hombres ricos, vírgenes, diablos, Bochica, frailes, Mojanes, brujos modernos, exploradores, o santos católicos que se indianizan como San Isidro, San Pascua Bailón, San Antonio de Padua, San Jerónimo, San Cristóbal, Santa Bárbara, San Joaquín y otros. 23 En cada laguna puede haber un tempo, una aldea, o armas indígenas. Los Templos son custodiados por hombres de oro, amarillos, blancos, o de barro, con amplios salones con columnas de oro, o columnas de Iglesias (Cota, Tenjo, Nemocón), con todos los adornos y parafernalias comunes a ésta. A la distancia se oyen sus campanas, o bandas (La Candelaria), o sus misas cantadas (Saucío).

“Se ve la gente de espaldas, mirando al altar y atrás está el sacerdote diciendo misa.” José Segura, Cota.

“Lo mismo que una Iglesia pero muy rica, los copones y candelabros de plata, el altar de oro, todo muy formal, muy rico.” Don Alejo Pulido, Tenjo.

“Si no decían que había una Iglesia encantada ahí de oro, que se había derrumbado, eso con tantas cosas que le han hecho, eso ya lo han bloqueado” ... “antiguamente si se oía música en esa loma ... como una banda, así como los encantos ... esos p`uahi, p`allá entre la loma.” José Maria Chacón, La Candelaria (Moreno, 1994: 166).

“(...) los espíritus de la montaña del Choque son feroces (..). Debe observarse que esta forma de animismo se ha mezclado con las enseñanzas de la Iglesia cristiana: hay misa cantada en pagano Choque.” Saucío, Chocontá (Fals Borda, 1955: 232).

La superposición de doble vía de templos cristianos y lugares indios, son fantasmagorías mutuas, poniendo por igual Iglesias en las cuevas encantadas, como salidas de túneles indios por los altares y esculturas de piedra de las Iglesias. Es una sustitución mutua a ambos extremos de un camino de aguas, que a pesar de todo mantiene su antiguo poder indio, aunque sea la Semana Santa el momento mas narrado, pero para los más estudiosos es un ciclo de todo el año. En Chía, Suba y Fontibón las piedras de altares, o esculturas, o las pilas y cruces de parque, eran piedras-puerta de cuevas de Mojanes. En Nemocón, Suba, Cota y Chía las cuevas de los cerros (la Iglesia del cerrito) están conectadas con la Iglesia del pueblo (para Nemocón, Vengoechea, 1992:61), así como el pozo de Donato está conectado a la Catedral de Tunja. En La Candelaria los campesinos dicen que los altares de oro y madera de la Iglesia fueron traídos por Diablos indígenas, e incluso que el Diablo en su versión de burro cargó las piedras que construyeron los templos (Moreno, 1994: 121). Las piedras encantadas de cerros y pueblos (Iglesias, altares, esculturas, cruces y parques), son puertas que intercomunican los centros del espacio social seco, con los centros del agua.

“Un campesino contaba que el lago de Donato es profundo, que allí se podía entrar y no ahogarse, como encantada la persona (...) y puede salir a la Iglesia de Tunja, a la Catedral. Está conectado por debajo.” Isabel Rodríguez de Díaz, Fusagasugá.

“La diosa Chía, la piedra la sacaron del nacimiento de donde estuvimos (la cueva del Moján en Fonquetá). La pila que está en el parque Ospina estaba en el parque Central y la cambiaron por la Chibcha. El altar mayor de la Catedral también salió de la laja de la cueva del Moján.” Don Puno Cojo, Chía.

“Contaban que arriba en la montaña de la Cruz habían cuevas. Yo de niño fui a recorrer mucho socavón por allá. Decían que esas cuevas llegaban hasta el parque donde está la Diosa Chía.” Daniel, Chía.

“Pues los mayores contaban que arriba en el cerro hay una cueva y que esa viene a dar aquí al centro del parque donde pusieron la pila. Otros dicen que comunica con los subterráneos de la alcaldía y la policía.” Don Jorge Cabiativa, Suba.

“En el parque hay una cruz que pusieron los españoles. La piedra la venían a adorar los indios y por eso la pusieron encima la cruz Dicen que en Semana Santa por la noche sale el Diablo por la piedra y baila”. Venus, Fontibón.

“(...) el Diablo se arrepintió y se fue. Y ahí cuando el Diablo dejó al padre, se colocó una cruz, le tuvo miedo y se fue, y le dijo al padre que él se iba pero “los enredos y las niguas no se acabarán”, ya vino la química, algo se acabaría la plaga pero siempre ha existido.” Ramón Veloza, La Candelaria (Moreno, 1994:117).

“Pues dicen que por ahí siempre iba el diablo que por allá vivía, por allá entre el pozo... y otros dicen que se aparecía por ahí en La Candelaria en forma de burro y con ese fue que cargaron todos los ladrillos para hacer el convento.” Rocío Moreno (Moreno, 1994: 120).

“(...) ezque los viernes santo se abría a las doce de la noche. Pasó una persona por ahí. Vio eso abierto como en forma de capilla, se le hizo normal entrar ... se sintió donde estaba, estaba en Nemocón o donde era... Entró, pero al dentrar observó adentro una Iglesia pero no encontró la salida. En el momento en que fue a echar sus aguas ya vio una hendija. Entos al ver esa hendija pues él se fue al fin y salió por esa hendija pero entonces salió fue al atrio de Nemocón.” Reinaldo Garzón, Nemocón (Vengoechea, 1992:62).

También en las cuevas y piedras encantadas se oyen campanas o cantos sacros en Semana Santa, pues el Diablo-Moján se las roba de Iglesias en construcción, cuando aún no han sido bautizadas. Son generalmente campanas de plata, mineral de los tesoros españoles ya indianizados, lo que muestra su transición. Según Teodomiro se bautizan ya montadas al primer toque, por lo que antes el Diablo puede llevárselas o arruinarlas, sobretodo si se las pone directamente en el suelo. Las hace sonar el Viernes Santo cuando el silencio litúrgico por la muerte de Cristo, y puede tomarse la tierra, traer invierno, deslegitimar la temporalidad católica (Cesar Moreno), por envidia (Candelaria), o nos inquieta con túneles sin fondo (Cota).

“(...) que entonces al diablo no le gustaba que la gente fuera a misa, porque él quería que la gente creyera en él. Entonces el diablo vino a la Iglesia y se robó la campana y fue y la escondió debajo de esa piedrota (...)” La Candelaria (Moreno, 1992:125).

(...) “a la campana viejita, compañera de esta campana vieja, dos campanas se le olvidó al padre bendecirlas y el bandido se las llevó al Peñón que hay en Furatena... una Peña de ésas allá se llevó el Diablo la campana, en Jueves Santo y Viernes Santo que se pone a tocar en un peñón allá.” Querubín Mendieta, La Candelaria (Moreno, 1994: 51).

“Nosotros subíamos a esas cuevas, pero siempre estaban llenas de murciélagos. Y cuando uno tiraba una piedra se escuchaba como una campana pero nunca se oía que cayera la piedra.” José Segura, Cota.

“Los cerros Urcos o sagrados se llenaron de leyendas a veces asociadas al diablo, que según cuentan, “se sentaba en el cerro de Tunjaque a contemplar los cerros de Los Órganos” y en estos, se robó la campana de Fómeque que todavía se oye en ciertas épocas”. Páramo Cruz Verde, Tomás Estevez, correr la tierra, Alcaldía de Bogotá.

“En la sierra, de los Órganos de Fómeque vive el diablo, y tiene allí una campana de plata que se robó de la población”... “En la Sierra de Fonté vive el diablo, que tiene una campana que se robó de Choachí.” ... “El Diablo se robó la campana de plata de Fómeque y la hace sonar el Viernes Santo a las tres de la tarde, para que la gente se distraiga en semejante ocasión por aquellos yermos, en vez de asistir a los oficios recordatorios de la pasión. Desde entonces cuando los cazadores de venados recorren esos lugares, siempre han buscado la campana del Diablo, encontrándola de seguro si se le ocurriese acercarse a los Organos, en un Viernes Santo y a las tres de la tarde.”... “El joven Rafael A. Delgado (...) oriundo de Jesús María en Santander, me relató que en su tierra se creía que el Diablo se había robado una campana y se la había llevado para el Furatena, majestuoso cerro que divide el torrentoso Río Minero. Si uno se acerca al cerro, el diablo trata de alejarlo arrojándole agua aliente. Si truena recio, es que el Diablo está tocando su campana desde el Furatena.”... “Cristóbal Mosquera nacido en Suaita Santander, me relató que en su región se cree que cuando hicieron la primera Iglesia del Socorro, como no alcanzaron a bendecir las campanas, el diablo se robó la más grande. Al bajarse del campanario dejó estampado un pie en la cornisa, y otro en el atrio del templo. La campana fue llevada por el enemigo malo hasta la cueva del Tigre, en los términos de Enciso y todos los jueves Santo se puede escuchar sus tañidos a las tres de la tarde.” Fómeque (León Rey, agüeros y supersticiones, 1942: 28, 88, 89).

Perseguidos, atacados, o con intención de bautizarles, las casas, capillas, catedrales, Iglesias, huirán bajo tierra desfondándose en crecientes gigantes y cayendo a los ríos.

“En la Peña de Gachalá hay una mina de yeso, de esmeraldas. Por estar haciendo un túnel (la Represa del Guavio), la Iglesia que había se fue de la Peña. Era una Iglesia de oro que pasó por el río en la creciente. Y eso sí fue cierto porque el puente se dobló al pasar la Iglesia por debajo. Baja por el río y se juntan tres más, van a dar al mar. En el mar hay mucho oro porque se va por los ríos.” Bautelina Garzón Vda. De Díaz, Gachetá.24

La otra sustitución de doble vía son las Cruces de Mayo. La gente sube a los cerritos cercanos de cada pueblo, con sus versiones caseras de cruces de flores, romero y palmo santo, para absorber en ellas el poder de neutralizar granizos y tormentas que caen sobre casas y cultivos, una sustitución de doble vía entre católico e indio. Es un ascenso intermedio, y aunque siempre mojan a los romeros, los Mojanes no tienen ya la fuerza invernal para ahuyentarlos; un mes después en el verano, la gente podrá ascender a los filos sin que las tormentas arrecien, y las Vírgenes y santas ya transitarán los filos. Hay subidas en procesión, pero también hay otras subidas no oficiales, donde forman estaciones espontáneas con cruces de palitos del lugar, o las graban en los árboles. Se acostumbraba poner cruces en numerosos filos de la Nueva Granada, y hay relatos de viajeros que las describen en el Cocuy, el Páramo Cruz Verde y la laguna de Fúquene. En el Cocuy, los viajeros las colocan sobre montoncitos de piedras, para anular la fuerza de los guardianes de los pasos o filos (Faust, 1989: 50). También los romeros que van por vez primera a Chiquinquirá, dejaban cruces cuando bordeaban la laguna de Fúquene (Ancízar, 1853). Además de ser rutas de comercio de sal, carbón, especies de tierra caliente, mantas y otros, es posible que fueran rutas de pagamentos prehispánicos como en Fúquene (Dios Fú), sustituidas por romerías a las diferentes Vírgenes o santuarios cristianizados.

“(En los filos) Se dice que en la acción de los guardianes de los pasos nada protege, ni siquiera la carrocería de un carro.” (...) “Para contrarrestar el peligro que encierran los pasos, se agrega una piedra a un montículo de otras piedras que ya se han ido acumulando allí, y se planta en medio de ellas una cruz hecha palitos. Así se rinde un homenaje a estos espíritus y se reduce el peligro.” “En los Andes centrales, monumentos equivalentes a éstos son llamados Apacheta.” Cocuy (Faust, 1989:50).

“La Cruz de Mayo se acostumbra a hacer de flores, romero y palmo santo. Se sube el tres de Mayo en procesión al cerro, allá se hace misa y se visten de nuevo las cruces con cintas o telas, se adornan. Luego se baja en Procesión de nuevo y cada uno lleva ya su propia cruz cargada con la fuerza de la de arriba, y con la bendición del sacerdote. Siempre que se sube el tres de Mayo llueve arriba del cerro. El Moján recibe a los romeros con lluvia. Pero la devoción es más fuerte y la gente ya sabe y lleva sus plásticos, sus buenas botas. Cuando las bajan las ponen en las casas para proteger de los espíritus y la mala suerte. O en la mitad de los sembradíos para alejar el granizo y las tormentas.” Don Teodomiro Rivas, Tenjo.

“Innumerables cruces formadas de ramas de arbolillos y sembradas de tres en tres. Un poco más abajo, del lado en que el escarpado cerro hace frente a Chiquinquirá, las cruces se multiplican con una profusión que dará mucho que pensar al diablo. Ya no guardan orden ni simetría, sino se apiñan y juntan como matorrales, y la invasión es tal, que las modernas derriban a las antiguas y se alzan sobre un espeso montón de sus predecesoras, cual si fueran la imagen de las generaciones del hombre, de sus luchas y de su efímera ambición.” Entre Fúquene y Chiquinquirá (Ancízar, 1853 : Tomo I).

“Largo y desolado fue el camino por el páramo de Choachí. El frailejón empieza a ser más abundante y la vegetación adquiere un colorido más opaco. Si de pronto el páramo «se pusiera bravo» mal lo pasaríamos y mal comeríamos aun en el caso de que lográramos llegar a una de esas chozas desoladas, sin ventanas y sin chimenea. ¡Qué silencioso es el páramo! No hay pájaros, no hay insectos, y quizá debido a la atmósfera rarificada no se oye el murmullo de los arroyos... La cima está repleta de cruces, como las que hay siempre en todas las alturas escarpadas de la Nueva Granada y a veces también al pie de alguna tremenda bajada. El aire de la cima es terriblemente helado a pesar de que el sol brilla resplandeciente. El páramo de Cruz Verde es muy peligroso cuando está nublado y el viento azota a los viajeros; por fortuna no es muy extenso y se puede cruzarlo en poco tiempo»- Páramo de Cruz Verde, Choachí, viajero inglés Holton (1852) (Molano, 1996).

Como lo plantea la tradición oral, fue histórico el uso de piezas indígenas (piedra, madera, oro, plumaria) para la ornamentación de los templos, como el plantar cruces para el dominio y religioso sobre los cuerpos y las tierras. Las cruces en los pueblos marcan la centralidad del territorio español, el nuevo orden de propiedad y expolio, y por su importancia en el proceso de dominación española, fueron invertidos tácticamente por los Raizales pero en doble vía.

“La Cruz (se usó) como indicativo de la presencia castellana y como elemento de demarcación territorial” ... “Los españoles utilizaron la cruz para llamar la atención de otros connacionales a su paso o cercanía, y particularmente como elemento de demarcación territorial.” (Triana y Artovenza, 1987:102).

“En la casa del Cacique se conservaban dos gruesos pilares de piedra, de más de dos estados de alto, que probablemente habían sido objeto de culto en pasadas épocas. El doctrinero determinó hacer de ellos una cruz de piedra a la puerta de la Iglesia. Los indios se prestaron gustosos a la obra; trajeron los pilares a la Iglesia, donde a beneficio de canteros, se borraron las memorias de su antigüedad y se labró una cruz, precioso estandarte de nuestra fe.” Fontibón, principios del s. XVII (Pacheco, 1938:314).

Los Diablos y las piedras encantadas

Las piedras son puertas, como parte de la visión de una gran casa del agua sobre la que estamos todos. Cubren la entrada a cuevas encantadas, o a los túneles en descenso de las montañas, o a sitios estratégicos como el salto de Tequendama (piedra de Bóchica), o la salida del lago Pleistocénico (piedra de Saboyá), o la salida del rio Chicamocha, en la piedra de Gámeza, la que según Miguel Triana fue explotada por un alcalde en busca del gran tesoro de los indios. Las primera reflexiones de viajeros es que estas piedras marcaban linderos políticos entre grupos indígenas, linderos de aguas, o divisorias de cuencas aguas, o lugares de salida de aguas del lago pleistocénico. 25 Las cuevas se abren el Jueves Santo, o Viernes Santo (muerte del poder de Dios) para dejar ver el mundo interno, y en ocasiones, para permitir la entrada a humanos bautizados. Para esto, las piedras se abren y cierran lentamente, dando tiempo para entrar y salir con algún tesoro, caminando siempre al revés, o entrar sentado al revés en una mula. Las piedras-puerta son abertura e interconexión de los canales y lo seco de superficie, esparcidas desde los filos hasta los centros del poder colonial español, marcan el paso de ríos subterráneos y túneles; en ciclos de meses, años o décadas, salen por ellas crecientes que vienen de la laguna oculta, y que van a dar a los ríos. Por su vitalidad las rocas andan solas o manipuladas por los Mojanes que las trasportan o las empujan, lo que causa un verdadero escándalo.

“En esa piedra (falda de la cordillera entre Majuy y Chía) cuenta mi mamá que se abre y se ve como una Iglesia entrando uno.... La gente sentada, el altar.... También dicen que hay tesoros y por eso han abierto muchísimos huecos de arriba abajo y no han encontrado nada. También dicen que pasa un río subterráneo que viene de arriba y va a dar a la piedra. Por eso se partió la tierra en verano y se ve la grieta. Es profundísima. Un niño le metió un palo y se hundió y todo y se fue por el hueco.” José Segura, Cota.

“Escuché que pasó una avioneta y al ratico se escuchó el totazo. Yo pensé: “se cayó la avioneta”, pero qué va! ahí iba volando. Toda la gente en Santa Cruz salió a ver qué había pasado. Algunos pensaron que la avioneta había echado una bomba. Salieron sonando los totazos y cuando se acabó fuimos a ver qué pasaba. Arriba donde están esos pinos, antes de entrar al Majuy en donde se ve esa hoyita, de ése peñasco se desprendió la piedra. Había hecho camino entre la borrasca. Inmensa la piedra, decían que era el Moján el que había hecho eso.” Teodomiro Rivas, Tenjo.

“¡Hay! Como hicieron escándalo con esa piedra! El señor decía que había visto una persona en la piedra. Que era un viejecito, que era un Moján y con ése cuento subió hartísima gente a mirar. ¡Quéeee! Más cuentero! ... Un día una piedra se desprendió de allá arriba y se vino dando tumbos hasta bien abajo. Y la piedra grandota que parecía que iba a parar y nada, seguía andando, como encantada. Se fue por esta cañada y se subió a una lomita y se volvió a bajar. ¡Hizo un ruido! Y por allá la paró un sauce (...) como encantada la piedra.” Don Abraham Rute, Tenjo.

“Un día el diablo se dirigía a Coyaima y al llegar al valle de los Sutagaos tropezó con dos piedras gigantescas que se opusieron en su camino. Encolerizado, la emprendió contra ellas a patadas y las hechó a rodar. La primera se detuvo en medio de dos farallones que encajonaron el río Sumpaz y formaron el puente natural que hoy se llama Cabeza de Diablo. La segunda se quedó unos metros más arriba y se le conoce con el nombre de El Helechal, el donde los Panches plasmaron su destreza artística por medio de jeroglíficos dibujados con tinta indeleble, jamás utilizada por tribu alguna en la América aborigen.” Sumapaz (Leyendas, Gobernación de Cundinamarca).

“También los Mojanes se definen como pequeños seres encantados que se convierten en piedras o serpientes cuando son tocados por manos humanas.” Saucío, Chocontá, (Fals Borda, 1995: 233)
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Pareciera que las piedras encantadas son infractores petrificados, particularmente que cometieron incesto, o la imprudencia de atravesarlas de noche, lo que es ir contra el curso normal de las aguas fluviales. El Incesto se expresa en hermanos que hacen salir Crecientes de chorotes secretos con chicha, creando lagunas, como es común en la oralidad (Cota, Suba). Pero en la mitología Muisca prehispánica, es Huzanhúa y Noncetá quienes cometen incesto, rompen la tinaja con chicha y escapan juntos, saltan de la cuenca del alto Chicamocha (Tunja), a las cabeceras del Río Suárez (Susa donde nace su hijo convertido en piedra), y de allí al Río Bogotá, y al Tequendama, donde se convierten en piedras. En el caso relatado en Machetá se petrifica por la osadía de atravesar de noche el río (Salitre de Machetá) en ascenso a la Meseta (Suesca). No tenemos muchos más ejemplos, pero es importante el que petrificados semejantes aparecen en el nacimiento del Lago Titicaca.

“En la región de Machetá (Cundinamarca) se cuenta que, hace muchos años, un indio se dirigió al mercado de tierra fría, con su pequeño hijo a cuestas. Sorprendido por la noche, no quiso esperar la aurora para atravesar el río y, seguro de su valor, exclamó impíamente:

Amanezca o no amanezca,
Me voy a tocar a Suesca.

Inmediatamente, él y su tierna carga quedaron convertidos en las piedras que con el nombre de El Cacique y su hijo, se ven en el centro del río Salitre.” Machetá (Piñeros Corpas, 1966: 141).

“Esto decidió la fuga de los dos hermanos y la maldiciónSan Lázaro, hiciera Hunzahúa a su ciudad: "Serás estéril; nunca más flores ni árboles verán tu suelo; tu tierra será desnuda y barrancos ay no tendrás más compañero que el viento y el frío". Los hermanos incestuosos siguieron su viaje hasta Susa, en donde Noncetá dio a luz un niño que se convirtió en piedra; y luego pasaron al Salto del Tequendama donde fueron convertidos en dos piedras al borde del abismo.” (Ocampo, 1996: 112).

Los Raizales en Engativá y Suba hablan de piedras en la Laguna de Tibabuyes, que eran personales o compañeras de la gente, y que les podían curar de enfermedades. Cuando se moría, a esa piedra iba provisionalmente el ánima como un purgatorio, y permanecían en ellas según su infracción. Permanecían mientras lavan las culpas, o donan las riquezas escondidas a Raizales necesitados (redistribución) o esperan a que las Vírgenes las recojan para ir al cielo (como dicen en Tenjo y Cota de la Virgen del Carmen a mitad de año). En las antiguas comunidades Incas habían piedras personales pequeñas, llamadas Guacas, que se envolvían en hilos de colores, y a las que se hacían pagamentos en sitios ocultos, para que las propietarias quedaran embarazadas. En Ecuador, Perú o Bolivia, las guacas son entidades a las que se le otorgan poderes, rocas, ollas, rezagos de chicha, muñecos de maíz o barro, etc. Esa categoría ya no es tan amplia en la Sabana, aunque aún siguen operando estos poderes. Pinzón y Suárez narran el uso de grandes piedras para la iniciación en brujería en Boyacá. La piedra les señala el elemento que le corresponderá en su nuevo oficio, o les dará el conjuro para atrapar los tesoros escondidos dentro de ella, según el tipo de guaca que es: aire, tierra, fuego, etc. La noción de pacto le reconoce la vida a todos los seres involucrados, su palabra, y su fuerza material. De nuevo la referencia al Diablo, que sabemos es una de las versiones de los Mojanes y sus piedras-puerta.

“El pacto se lleva a cabo de la siguiente manera: la aspirante debe comprar dos muñecos, hombre y mujer, hechos en arcilla; ir a una piedra en forma de martillo, donde los “campesinos” dicen que el diablo esconde su tesoro, encaramarse a las doce de la noche en la plataforma del martillo y consumir una dosis de escopolamina; colocar los muñecos frente a sí y una vez que las alucinaciones hagan presa en su cerebro, uno de los muñecos planteará el pacto. Si del muñeco sale humo de tabaco ella será bruja de aire; si sale agua, será agua; y así sucesivamente. Si salen todos los elementos, será una bruja cósmica de gran poder. (...) Si es un brujo el que quiere pactar hará el mismo procedimiento que la bruja cósmica (...) Los hombres no buscan poder para hacer hechicerías, lo que buscan es la riqueza (...). Cuando el brujo ha tomado escopolamina, los muñecos de dicen si es “guaca de aire”, “tierra”, “fuego”, etc... y le enseñan el conjuro adecuado”. Boyacá (Pinzón y Suárez, 1992:156).

Las marcas en estas piedras son signos para los Raizales (ranuras, formas, manchas, hendiduras, petroglifos), y en ellas ven marcas de pies, de costillas, o manchas de manos y pies, del Diablo o de algún santo.

“Que los dueños espirituales de la naturaleza viven en cerros sobresalientes por su forma y altura, es tanto un motivo amazónico (ver Reichel Dolmatoff, 1968:105), como andino (ver Gaeris, 1982:41). En Colombia el nombre del dueño de la vida silvestre fue traducido con frecuencia con los términos de diablo o demonio, aunque no tenía ni adquirió después, las características del diablo de los católicos.” (Faust, 1989:50).

Las historias de Diablos son españolas, traídas por sacerdotes y soldados de origen popular (Galicia, Zamora, Sevilla, Canarias, etc.) que asentados como encomenderos y vecinos en los pueblos, dominaron el pensamiento indígena a sangre y fuego. Estas particulares formas míticas que combinaban lo céltico, lo andaluz y lo católico, y fueron impuestas conciente e inconcientemente, sobre el pensamiento indígena. Yvette Cardaillac-Hermosilla considera que los Diablos son la huella de la dominación violenta de la España medieval sobre musulmanes y judíos, y también la Inquisitorial sobre moriscos y sefardíes, 26 donde se reconoce la superioridad tecnológica de los dioses vencidos (Constructores), pero se los traslapa al mundo natural dominado. Considero que la historia oral dominante los caricaturiza como descuidados, desenfadados, o estúpidos por no reconocer la superioridad del sol (que es el dios vencedor europeo), por lo que son arquetípicos de conquistas, dominación tecnológica y mítica, estableciendo los vencidos/vencedores, y naturalizando a los dioses vencidos, lo que requería no destruir las antiguas especiaciones de los objetos-especie, pues debía usar los objetos que los indígenas ya manejaban como cerros o piedras, haciendo que perviviera la contextualización india.

Las historias europeas tienen una versión fáustica: Fausto le vende su alma al diablo, pero luego se retracta cuando ya el Diablo ha hecho todo el trabajo material, y el humano no pierde su alma. Michael Taussig analiza estas historias como procesos de transición de los mineros bolivianos y los cañeros colombianos, al proletariado capitalista, ven el éxito de sus compañeros como la venta de su alma al Diablo-capital, debido a la alienación y enajenación a la que están sometidos (Taussig, 1993), pero aclara que este sentimiento no aplica en campesinos o indígenas, pues no están proletarizados, ni orillados a vender su fuerza de trabajo para subsistir. Considero que el Diablo campesino encarna además la defensa de las fuerzas naturales, y por ello es el vencido después de la intervención de las tecnologías. Además, a diferencia de los cañeros y mineros, en la Sabana siempre es un español o colombiano de las élites el ingeniero fáustico, y los Raizales nunca se identifican con él, sino con los trabajadores indígenas que murieron por construir bajo su comando la obra en contra de la naturaleza.

Es un evento narrativo paradójico, los Raizales cuentan la versión fáustica, pero de inmediato, y casi en secreto, se identifican con los indígenas muertos y al Diablo con un Moján. Hablan de la sangre indígena con que unieron los bloques de piedra de estas obras (el Puente de La Caro)27, o trasmutan al Diablo en los burros que cargaron los ladrillos para construir Ecce Homo en La Candelaria (Moreno, 1994: 120), o los Daiblos que enfrentaron el desecamiento de lagunas y trenes (Fúquene), o los que aparecen en las rocas que coinciden con las obras de indígenas y suicidios colectivos, o el Diablo que cuida los tesoros del Zipa (altos de La Mesa) quien en la historia real huyera a Facatativá intentando esconderlos, y fuera asesinado por Jiménez de Quezada. El personaje cómico se torna en un algo más, trastocado, invertido, y profundamente doloroso. Fueron las comunidades indígenas Muiscas las que fueron diabolizadas para dominar sus dioses, sus tecnologías y su fuerza de trabajo, y elevar obras con tecnologías esclavistas. Es una forma de revelar a los verdaderos autores, otorgando la autoría a los Diablos-Mojanes, que aunque vencidos, son los verdaderos constructores. Es por esta narrativa de ambos mundos (la fáustica y la mojánica), que estas historias son una reflexión del dominio esclavista colonial, y las tecnologías avasalladoras.

El trabajo de los Diablos consiste en movilizar las piedras, la antigua tecnología de construcción. Pero como los sorprende el sol, las dejan tiradas en sitios que visitan cíclicamente en invierno para hacer ferias y fiestas con juegos de tejo (como en las piedras de Tunja). Las piedras-tejo están vivas por ser de oro (Nemocón, Vengoechea, 1992: 65), y algunas, como en Chocontá, tienen ranuras de cuán, cordeles hechos de Inea para transportarlas. 28 Los recorridos de transporte pueden ser largos (de Tunja hasta Quito; de Tunja a Facatativá; de Chía a Facatativá); o cortos en un mismo valle (Turmequé a Ramiriquí , o de La Caro a Chia); o corresponden a viajes anuales para hacer fiestas con otros Mojanes (Sopó, Fusca, Subachoque van a Facatativá); o batallas dentro del territorio de las cuencas en cada valle (sobre el río Bogotá, el río Ubaté).

“Es como lo que le pasó a Roberto que sale a caminar. El subía todos los días a trotar y pasó un día por la piedra grandísima que hay (señala el cerro) que parece un tejo inmenso. Dicen que con esa piedra juega tejo el Diablo. Cuando es que ve una silueta sin nada adentro. El agarró un palo pero cuando se acercó la silueta desapareció y apareció una gallina con pollitos. Allá arriba las piedras vuelven locas las brújulas, los teodolitos se vuelven locos.” Don Rafael Forero, Tenjo.

“/¿La piedra de la patada es la misma del Tejo?

No, son distintas. La de la patada está más arriba.

/¿Cómo es la historia de la patada?

EL puente de la Caro lo construyeron los indígenas. Fue en la independencia que los Patriotas estaban en Chía y los españoles al otro lado del río. Había que construir el puente para que pasaran las tropas y ganarles. Pero pasaba que en el día adelantaban trabajo y por la noche los españoles lo dañaban. Nunca se avanzaba y los que dirigían no hallaban que hacer. Era mucho esfuerzo de los pobres indios, por eso dicen que ése puente tiene sangre india, ahí se murieron muchos. Entonces el ingeniero jefe llamó al Diablo y convinieron en un pacto, que si el Diablo sacaba las piedras del río Bogotá, y construía el puente, entonces el ingeniero le daría el alma. Así fue. Esa noche el Diablo sacó el zurronao de piedras y construyó el puente. Ya amaneciendo el Diablo ya iba a acabando, entonces el ingeniero, el pueblo y el cura se fueron al Cerro de la Cruz y pusieron la cruz de forma que cuando el Diablo llegara no pudiera llevárselo. Así cuando el Diablo se vino para Chía y no encontró a nadie se vino para el cerro y como estaba la luz y estaban en misa, metió una patada a un poco de piedras lleno de rabia y luego se fue hacia “Cielo Roto” (Fusca o La Caro). Todavía está la huella del pie en la piedra y más abajo está la piedra con que el Diablo juega Tejo.” Promesero del 3 de Mayo, Cerro de la Cruz, Chía.

“Al Moján no le gustó que hicieran el puente porque afectaba el río. Y se trajo una tormenta de allá (Fusca).

/¿Por qué de allá?

Porque allá vive.

/¿Con la Mojana Fusca?

No sé si con la Mojana, pero esa es su casa. Por eso cuando bendijeron con misa, le dio una rabia!! Que se vino contra este cerro de Chía, y le pegó una patada a la piedra. Luego se regresó a su cerro con tormenta.

/¿El Diablo es como un Moján..

Sí, es un Moján.” Promesero del 3 de Mayo, Cerro de la Cruz, Chía.

“El río era ancho y con corriente, y a la gente le tocó luchar para construirlo (Puente de la Caro). Por eso murieron muchos. Dicen que esas piedras las pegaron con sangre de los indios.” Doña Vicenta Román, Cota.

“Hay leyendas. Dicen que el Diablo peleaba con Dios y le lanzaba piedras cayendo éstas en Facatativá. También cuentan que el Diablo se vino jugando al Turmequé con las piedras, desde Tunja hasta Facatativá. Lo cogió el día y tuvo que dejarlas abandonadas.” Juan Ramón Ruiz Facatativá. (Merchán; Cabezas; Ramos, 1995).

“Estas son tres piedras, una de ellas con una profunda ranura que corre paralela al suelo, y las otras dos de forma análoga a la de los discos de Tejo. Se cree que el diablo estaba transportando con un “cuán” o cordel la Piedra de la ranura de Guateque para construir un puente. Por el camino se puso a jugar tejo con tal interés, que la aurora lo sorprendió en Pueblo Viejo. El Diablo dejó caer las piedras mientras corría precipitadamente hacia su antro.” Chocontá, Puebloviejo (Fals Borda, 1995:235).

También corresponden a la venganza del Diablo porque la gente vaya a misa. O a batallas o retos: Diablos contra un santo (San Pedro); entre indígenas Muiscas (prehispánicas); Indígenas contra españoles (Conquista); Patriotas independentistas contra españoles (Republicanas). Al norte de Sutatausa se suma en un mismo lugar la guerra entre indígenas con la intervención del dios Fú a favor de los de Tausa, con la venganza porque la gente va a misa, por lo que el Diablo intentó taponar el boquerón de Tausa. (Los tres tejos del diablo, Sutatausa. Gonzalo Ríos). El dios Fú o Fó (Zorra, zorro, dios de los maderos, taladores y borrachos, Simón, Tomo III: 378), no es nombrado en la tradición oral para principiantes, aunque el Moján de Fúquene debe tener infinidad de historias pues afecta no solo a los romeros a Chiquinquirá, sino a toda la zona de la Provincia de Ubaté y Sutamarchán. Por último, las piedras tienen grabada las costillas o los pies del Diablo, o incluso los pies del Apóstol Santiago.

“Más hacia allá (norte de Ubaté) hay unas piedras grandotototas. Dicen que el Diablo las había alzado de quién sabe dónde y con eso jugaba Tejo y las dejó allí. Otros dicen que las llevaba cargando y por eso están las costillas grabadas en la piedra. Se encontró con que venía de allá (del norte hacia el sur), no sé como se llamaba, y se pelearon y ahí quedaron las piedras tiradas.” Luis Maldonado, Ubaté.

Guerreaban los de allende con los de aquende el mencionado Boquerón, y para ofrecer obstáculo infranqueable a la corriente invasora resolvieron éstos hacer al Dios de las tinieblas un voto suplicatorio de alianza. Dormía el Dios Fú durante el día en la laguna de Fúquene, y durante la noche andaba por los peñascos bramando por los desfiladeros. La melancólica divinidad escuchó la plegaria y resolvió trasladar a cuestas una piedra enorme para tapar con ella el Boquerón de Tausa, pero el fulgor de la aurora lo sorprendió en la poderosa labor y tuvo que soltar su carga antes de llegar al sitio, a la orilla del camino, temeroso de que el sol lo iluminara con sus rayos, y emprendió la fuga. El monolito está allí todavía para comprobar la ayuda milagrosa del Diablo, con las costillas pintadas en tinta roja en una de sus caras.” Sutatausa (Miguel Triana, 1921: 209).

“Otra leyenda de la región se refiere a la apuesta que San Pedro y Satanás hicieron, con el fin de comprobar cual de los dos, antes del tercer canto del gallo, construía el puente que los campesinos nunca pudieron tender sobre una quebrada de arrebatadas aguas. El apóstol fue al monte y escogió algunas vigas para ejecutar una modesta y rápida labor; su adversario se dirigió a las altas rocas que coronan el valle, seguro de realizar un soberbio trabajo que desafiara la furia de las crecientes. Cuando Lucifer se disponía a culminar su obra se oyó el tercer canto del gallo, por lo cual huyó iracundo dejando desencajado sobre el abismo un bloque enorme en forma de gigantesco púlpito” Machetá. (Piñeros Corpas, 1996: 141).

“(...) la muy afirmada tradición que existe entre los campesinos de que por allí pasó el apóstol Santiago ejerciendo su ministerio. Precisamente allí sobre Piedrancha acostumbraba subirse para enseñar la doctrina a los indios, y sobre ella se dice que dejó estampadas las huellas de sus pies, lo cual podría hoy comprobarse limpiándola de tierra y de los arbustos que la cubren.” Fosca (León Rey, 1942: 228)

Cuando el diablo está de gusto
se va a fiestas a Monguí,
A bailar con las doncellas
y a comer con harto ají.

Cuando el diablo tá algo triste
se va para Turmequé,
las niñas le sirven chicha
y le dicen sumercé.

Ese nues puéstos lados
es´es de Ramiriquí,
y tiene el pico pelao
de tanto comer ají.

El diablo te llevó a ti
cual se llevó la campana,
si no vinieres morena
a visitarme mañana.

Copleros de Boyacá (Ocampo 1977).





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